Soy errático. Lo sé. Lo acepto.
Ser cristiano no significa ser perfecto, constante o fuerte todo el tiempo. En este artículo honesto y pastoral, reflexiono sobre mis propias luchas con la inconstancia emocional y espiritual. A la luz de Romanos 7 y del ejemplo del apóstol Pablo, exploro cómo la gracia de Cristo nos alcanza incluso en medio de nuestras oscilaciones más profundas. Una teología para la vida real, para corazones frágiles y necesitados de esperanza.