Salvo sin merecerlo. Fundador del Ministerio Evangelio Verdadero.

Cansado de fallar… ¡Otra vez! 

¿Te has sentido agotado por fallar una y otra vez en la misma área de pecado? Este artículo pastoral, basado en 1 Juan 1:9, te recuerda que no estás solo. La confesión genuina, el perdón fiel de Dios y la limpieza del Espíritu Santo son realidades presentes para el creyente que lucha. Descubrí cómo la gracia de Cristo sigue siendo suficiente incluso cuando fallamos… otra vez.

Soy errático. Lo sé. Lo acepto.

Ser cristiano no significa ser perfecto, constante o fuerte todo el tiempo. En este artículo honesto y pastoral, reflexiono sobre mis propias luchas con la inconstancia emocional y espiritual. A la luz de Romanos 7 y del ejemplo del apóstol Pablo, exploro cómo la gracia de Cristo nos alcanza incluso en medio de nuestras oscilaciones más profundas. Una teología para la vida real, para corazones frágiles y necesitados de esperanza.

PDF | Los Atributos de Dios | A.W. Pink

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Los atributos de Dios | A.W. Pink 1 archivo(s) 148.80 KB DESCARGAR PDF “¿Alcanzarás tú el rastro de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es más alto que los cielos: ¿qué harás? Es más profundo que el infierno: ¿cómo lo conocerás? Su dimensión es más larga que la tierra, y más ancha que la mar”  —…

Un dolor necesario

Una de las ironías más grandes de la vida es la habilidad que tiene el dolor de protegernos. ¿Se han puesto a pensar en las veces que hemos evitado grandes accidentes, y daños porque un dolor menos grande nos detuvo? ¿Las veces que hubiéramos podido perder algún miembro del cuerpo si los sensores de dolor no avisaran al cerebro que se están haciendo daño?

Una promesa de largo alcance

Dios no escatimó a su Hijo porque era la única manera en que podía librarnos a nosotros. La culpa de nuestro pecado, el castigo de nuestra rebeldia, os hubieran llevado derechito al infierno donde lo único que hay de Dios ahí es Su ira. Pero Dios no libró a su propio Hijo; lo entregó para que fuera herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades, crucificado por nuestro pecado (Isaías 53.5–6).