Vivir una vida victoriosa
En un mundo incrédulo, egoísta, egocéntrico y lleno de verdades relativas; creer en Cristo, amar a nuestro prójimo, morir a nosotros mismos y obedecer la verdad absoluta de Dios, es un acto de victoria.
En un mundo incrédulo, egoísta, egocéntrico y lleno de verdades relativas; creer en Cristo, amar a nuestro prójimo, morir a nosotros mismos y obedecer la verdad absoluta de Dios, es un acto de victoria.
El peligro del sufrimiento no es que dejemos de creer en Dios, sino que pensemos de Él de manera distorsionada, es decir, que deformemos el carácter de Dios en nuestra propia mente, al punto de afectar nuestra relación con Él y nuestra actitud ante las circunstancias.
Podemos confiar en las Escrituras porque provienen de un Dios que es digno de confianza, un Dios que además es nuestro buen Padre por la obra de Cristo.
La vida cristiana no es fácil, las relaciones son complicadas, pero si Él es el centro de nuestra unidad, su Espíritu guiándonos en su Palabra nos enseña a amarnos y perdonarnos unos a otros. No todas las relaciones se podrán restaurar como quisiéramos y cuando queremos, pero en cuanto dependa de nosotros, busquemos estar en paz con todos, Ro 12:18. La reconciliación es parte de la respuesta como hijos de Dios, que somos parte del cuerpo de Cristo.
La gracia significa que Dios nos escoge para bendecirnos en lugar de maldecirnos, a pesar de que nuestro pecado merece con creces esto último. Esta es su bondad para con los indignos, bondad que se consuma en la obra hecha en la cruz por su hijo Jesús.
Navidad nos recuerda que Dios cumple sus promesas y que hay motivos de festejar la encarnación de Dios: Dios con nosotros, Dios por nosotros, nuestro Buen Pastor que con todo el poder de Dios y su majestad, nos afirma y nos pastorea.
La Navidad nos trae un regalo mas valioso que el nuevo iPhone o algo que se pueda comprar con el aguinaldo. Nos regala esperanza. Nos regala a un Cristo que perdona pecados. Nos regala una justicia invaluable. Una vida inmerecida. Y una identidad indestructible.
“Sólo Dios puede juzgarme” debe aterrorizarnos por nuestra pecaminosidad, pero también debe llenarnos de esperanza por cuanto Él también puede juzgar para salvación.
La navidad es la misión de Dios enviando a su Hijo Jesús para nacer, salvar y rescatar pecadores, pero la navidad también es la misión de Dios para seguir salvando y rescatando a los que ya hemos creído en Él. Yo sigo necesitando ser rescatado todos los días de mí mismo ¿Y tú?
Navidad no es simplemente un acontecimiento histórico que recordamos; ¡es la celebración del hecho más glorioso que nos aconteció como humanidad! Y es digno de ser celebrado todos y cada uno de nuestros días.
Este es un tiempo de regocijo, agradecimiento por la Gran misericordia de Dios para con nosotros en la faz resplandeciente de Jesús, Quien hoy llamamos Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz, desde ahora y para siempre (Is 9:6b).
El amor no es una emoción, es un mandato que debemos cumplir pero, antes de amar a nuestro prójimo debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y nuestras fuerzas.