Salvo sin merecerlo. Fundador del Ministerio Evangelio Verdadero.
Este es un tiempo de regocijo, agradecimiento por la Gran misericordia de Dios para con nosotros en la faz resplandeciente de Jesús, Quien hoy llamamos Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz, desde ahora y para siempre (Is 9:6b).
El amor no es una emoción, es un mandato que debemos cumplir pero, antes de amar a nuestro prójimo debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y nuestras fuerzas.
¡Mujer! Fuiste concebida en la mente y el corazón de un Dios glorioso, sabio, lleno de bondad y misericordia.
En el núcleo del cristianismo está el perdón. La cruz es central. Pero al final del cristianismo está la restauración. La resurrección nos lleva a casa.
La menopausia no es el contexto mas cómodo. Pero es la envoltura que Dios ha seleccionado para repartir su gracia. Al final, la gracia de Dios no viene siempre como esperamos, pero siempre es lo que necesitamos.
La única manera en que podemos empezar a vivir plenamente en el Espíritu es cuando rendimos todo lo que somos en humildad y fe. Esto significa que hacemos a un lado toda incredulidad, y aún si hubiera algo de esto en nuestro corazón.
Cuán bellamente el simbolismo del Día de la Expiación nos enseña que es solo a través de la sangre derramada del Cordero de Dios, es decir, Jesucristo, que podemos entrar nuevamente en la presencia del Señor. Es solo porque Él cargó sobre Sí nuestros pecados e iniquidades, que podemos ser perdonados y nuestras cargas hechas ligeras. Es sólo gracias a Él que nuestros pecados pueden ser cubiertos, borrados o expiados.
Cuando leo la Palabra de Dios, puedo ver que un mandamiento es dado una y otra vez: no seas orgulloso. Sin embargo, creo que aunque leemos tanto la palabra “orgullo” en nuestras Biblias, no siempre prestamos tanta atención como para saber cómo detectar el orgullo en nuestras vidas.
¿por qué si estoy gozoso de la salvación que se me ha sido dada, sigo reaccionando con enojo? Mientras el pecado esté en nosotros, la ceguera espiritual nos seguirá engañando con pensamientos como el que nuestro enojo es justificado; Romanos 5:21.
Mientras que sigamos aferrados a vivir para nuestra propia pecera, nuestro propio mundo, nuestra propia gloria, lo único que un Dios amoroso y soberano puede hacer para nuestro propio bien, es permitir esas circunstancias difíciles en la vida para rendirnos de una manera completa y de corazón a Él. ¡Ahí entendí a través de otra perspectiva el sufrimiento! Él no quiere darnos algo impersonal llamado felicidad, Él quiere darnos su mismísima presencia, en donde al final de todo hayamos plenitud.
Muchos de nosotros despreciamos las enseñanzas de salud, riqueza y felicidad de los televangelistas estadounidenses y sus perniciosas contrapartes británicas, como una escandalosa blasfemia. La idea de que el cristianismo, en cuyo centro se encuentra el Siervo Sufriente, el hombre que no tenía dónde recostar la cabeza, y el que era obediente a la muerte, incluso la muerte en la cruz debe usarse para justificar la avaricia idólatra de los occidentales ricos que simplemente mendigan esta creencia.
El problema no es Dios, ni nuestras circunstancias, sino nuestra limitada humanidad.