Por Walter Jolón
¡Mujer!
Fuiste concebida en la mente y el corazón de un Dios glorioso, sabio, lleno de bondad y misericordia (Ex. 34.6). Él te diseñó y te creó para ser el instrumento desde donde vendría el linaje del Salvador de pecadores quien es la fuente de toda gracia y misericordia (Gn. 3.15). El mundo te ha despreciado, ha maltratado y ha pisoteado tu dignidad, pero, Dios en Cristo, su Hijo amado te ha devuelto esa gracia, ese valor y esa dignidad (Jn. 8.1-11). Seguramente sabes que eres un ser imperfecto, que has pecado muchas veces contra tu Dios (Ro. 1), eso no es justificable, pero tampoco Dios te ha dejado sin esperanza. Si bien tus pecados merecen un juicio y castigo eterno, la gracia y el amor de Dios también fluyen de su fuente de bondad para ti (Ez. 18.23).
Mira a María la madre de Jesús quien encontró gracia en Dios (Lc. 1.30) y fue un instrumento de misericordia para todo pecador cuando en humildad se somete al plan de redención y concibe al Salvador del mundo para que habite en su vientre. Es sorprendente y maravillosa la condescendencia de Dios para ti y para todos. Dios decidió venir a este mundo desde el linaje de Rahab, la prostituta; también Ruth la moabita, la extranjera, la pagana, la que no era del pueblo de Israel, ella es linaje de Dios hecho hombre (Mt. 1.1-17). Podríamos hablar más sobre esto, pero quiero que veas, que no importando quién has sido en el pasado o quién eres ahora, Dios ha demostrado simpatía, empatía y amor por ti (Jn. 3.16). Él no vio la condición de una mujer llena de pecados inmorales como Rahab, tampoco le importó descender de una mujer extranjera y pagana, como Ruth.
Hay gracia de Dios para ti, para que tú seas gracia de Dios para este mundo. Tú eres el vivo reflejo del amor y el perdón de Dios en un mundo quebrado por el pecado. Así como Dios te ha amado de manera incondicional, te seguirá amando si eres la mujer que ha depositado su corazón en su Salvador y Señor, Jesús (Ro. 8.28-35).
Recuerda, este mundo puede rechazarte, despreciarte, desvalorarte y manchar tu dignidad, pero corre a Jesús, porque Él es la única fuente de tu identidad, significado y propósito. También recuerda que autores inspirados de la Biblia registraron que hombres malvados han creído en Cristo por el testimonio de mujeres. ¿Quién te dijo que no vales nada y le creíste? ¿Quién te dijo que no sirves para nada y también le creíste? Te das cuenta de que, en las manos de Dios, eres una hermosa joya que brilla y anuncia las virtudes de Su Salvador y Señor Cristo Jesús (1 P. 2.9).
Tu existencia no es un desacierto, tu existencia nació en la mente y el corazón de un Dios Todopoderoso y eternamente sabio (Sal. 139.13-16). Tu existes por Su gloria y tu existencia es para Su gloria (Ro. 11.36).
Fotografía por Unsplash.
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