Por Michelle Lago
¿Qué pasaría si no tuviésemos una revelación escrita de Dios?
¿Qué atributos podríamos conocer de Él?
Solamente lo que nos comunica la creación.
Podríamos saber que es todopoderoso. ¿Alguno de nosotros puede crear un átomo? ¿Podemos formar un océano? No. Hay un Ser que sí los hizo. La creación también nos comunica que Dios es un Dios inteligente. El mundo donde vivimos es tan complejo y cuidadosamente diseñado, que solo un Ser inteligente pudo haberlo creado.
Hay muchas otras cosas que nos comunica la creación acerca de Dios, pero… ¿cómo podemos conocer Su carácter? Sin la Escritura, nosotros bien podríamos hacernos una imagen falsa de Dios; y lastimosamente, muchas veces lo hacemos.
Sin la Escritura, estaríamos a ciegas acerca de Quién es Dios, y quiénes somos nosotros. Podemos tener una idea vaga de quiénes somos, ya que tenemos un cuerpo y un cerebro que percibe el mundo que nos rodea, pero no podríamos llegar muy lejos. Sin la Escritura, no tendríamos idea de cuán rotos estamos, y de que necesitamos salvación. Podríamos darnos cuenta de que algo no anda bien, no necesitas ser muy inteligente para saber que el mundo está lleno de sufrimiento y maldad. Pero, jamás encontrarías una solución que satisfaga ese problema.
La Biblia, es la palabra de Dios revelada para nosotros, humanos imperfectos. (2 P. 1:21) Es la Luz que ilumina nuestra más profunda oscuridad.
Dios se Reveló a Sí Mismo en la Escritura
Si queremos conocer a Dios, la Escritura es el lugar perfecto para hacerlo. Dios en Su Palabra dice que nuestros pensamientos y nuestros caminos no son los Suyos. (Is. 55:8-9). Al intentar conocer a Dios por medio de nuestra conciencia u opiniones propias, llegaremos a una conclusión torcida y falsa de Dios. Nuestro corazón es engañoso, más que todas las cosas. (Jer. 17:9) Si nosotros, por naturaleza, no pensamos lo que Dios piensa, ¿en dónde podemos encontrar lo que Él piensa? En la Escritura. (Salmo 19:7, 2 Pedro 3:16)
Dios Reveló Nuestro problema más profundo en la Escritura
La Biblia no es un conjunto de historias desconectadas que se contradicen y que no tienen conexiones entre sí. Es una historia compuesta de muchas historias que apuntan a la Gran Historia. La Historia de la Redención.
La Biblia enseña que el hombre tiene un problema profundo y grave. Estamos separados de la gloria de Dios por nuestro pecado. (Rom. 3:23) Somos esclavos del pecado y de nuestras pasiones. No hay nada en nosotros que pueda salvarnos. Ni esfuerzos, ni buenas acciones, ni élites, ni nada que el ser humano pueda producir, puede sacarnos de este problema. Desde el principio, Dios fue desplegando Su plan para salvarnos. El día que Adán y Eva cayeron, Dios prometió enviar un Salvador para la humanidad. (3:15).
Dios reveló Su Plan de Redención en la Escritura
Dios no solamente se reveló a sí mismo y nos informó nuestro problema, también nos anuncia cómo lo resolvió; y nos invita a creerle. Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo trabajando para traer salvación a la humanidad.
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; – Juan 5:39
Desde Génesis hasta a Apocalipsis, la historia de la redención nos apunta al Redentor: Cristo.
La Biblia trabaja con un hilo conductor buscando un redentor para nuestras almas, y culmina en Cristo. Cada parte de la Biblia apunta al Salvador. Puede indicarnos la necesidad de Él (Job 9:33-34), nos anuncia que vendrá a salvar (Is. 9:6-7), nos describe quién es Él (Juan 14:6), desmenuza su obra y sus implicaciones (cartas de Pablo), y nos anuncia que vendrá a juzgar y establecer Su reino definitivamente (Ap. 19:11-21).
Cristo es nuestro Salvador y Señor. El único que puede remediar nuestro problema, ya que Él y solo Él podía entregarse para recibir el castigo que nosotros merecíamos, y salir victorioso. Él es la rectitud en nombre de quienes jamás podríamos ser rectos en nuestra propia fuerza. Él es sabiduría para nosotros, que naturalmente somos necios.
Él es redención para nosotros, esclavos del pecado sin poder liberarnos.
Él es nuestra justificación, porque no hay manera de hacernos justos ante Dios. (1 Cor. 1:30)
Al acercarnos a la Escritura, humillémonos ante Dios diciendo: Señor de todo lo creado, yo soy una criatura tuya, totalmente dependiente de Ti para poder conocerte. Abre mis ojos para verte en este libro que donde te has revelado. Déjame ver lo que Tú quieres que vea, y a Quien Tú quieres que vea. Que mi corazón sea transformado al descubrirte y contemplarte como realmente eres.
Fotografía por Unsplash.