Por Carolina Ortiz
¿Cuál es tu idea de una vida victoriosa? He de confesar que por mucho tiempo batallé intentando saber cómo vivirla. Creía que vivir en victoria significaba una vida perfecta, lejos de los problemas de este mundo, con una fe inquebrantable ante las aflicciones, lejos de las deudas o problemas económicos y tener una familia perfecta. ¡Qué alejada estaba de la realidad!
La verdad es que, al sumergirme más en la Palabra de Dios, empecé a conocer más y más de qué se trata su Reino, lo distinto que es a este mundo que tú y yo conocemos. Por esta razón, Pablo nos anima a buscar renovar nuestro entendimiento; porque ciertamente, necesitamos una mente y ojos nuevos para poder ver y entender el Reino de Dios.
Entonces, ¿cuál es tu definición de una vida victoriosa?
Jesús nos enseñó que la verdadera victoria es vencer la corriente de este mundo, no ir de acuerdo a ella. Él reveló que el Reino de Dios es el reino de las paradojas: donde para ser rico debes ser pobre, para vencer debes rendirte, para ganar debes perder. Él mismo vivió una vida de contrastes, fue un siervo, siendo el Rey de reyes; murió en una cruz, siendo el Salvador; fue pobre, siendo el Señor del universo.
Los antiguos hombres vivían en un constante esfuerzo por cumplir la ley que Dios había dado. Esta ley señalaba el camino para obtener el perdón de los pecados y restablecer la relación del hombre con Dios. Solo Jesús logró todo esto al vencer el señorío del pecado y la muerte. ¡Esta es la verdadera victoria!
Cristo venció al mundo y nosotros vencemos al creer en Él. Así es como vivimos una vida victoriosa: por gracia a través de la fe. Esta fe, no es la que cree por cosas que mi corazón desea; sino la fe verdadera que humildemente está puesta en aquel que abrió el camino para satisfacer nuestra verdadera necesidad: regresar a Dios y ser libres para obedecer su voluntad y ser salvos.
Así que, libres ahora, podemos vivir de acuerdo al consejo de Dios y resistir a la corriente de este mundo.
En un mundo lleno de maldad, el mensaje del evangelio es de bondad.
En un mundo incrédulo, egoísta, egocéntrico y lleno de verdades relativas; creer en Cristo, amar a nuestro prójimo, morir a nosotros mismos y obedecer la verdad absoluta de Dios, es un acto de victoria.
Ahora, esto no quiere decir que no tendremos aflicciones y penas en este mundo, una familia difícil, un ambiente laboral hostil, desempleo, enfermedad, falta de oportunidades, sueños no cumplidos. Hermano y hermana, no sé cuál es el camino que el Señor ha puesto frente a ti, pero sí conozco cuál es el propósito y fin de ese camino: hacerte cada vez más santo, más dependiente y parecido a Él. El fin es Cristo mismo.
Estamos en este proceso, pero ya vamos caminando con la victoria de Cristo en nosotros y, por lo tanto, seguros de que venceremos al final, porque el título ya fue ganado. Él mismo proclamó su triunfo al decir: “En el mundo tienen tribulación, pero confíen, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33b)
Mientras escribo estas letras, yo misma lucho contra las secuelas de la tragedia y el dolor, pero cuando levanto mis ojos y veo a Cristo y su victoria, también puedo ver triunfante las luchas que antes me agobiaban. No porque estas ya no estén, sino porque Dios las usa para transformarnos más a la imagen de Cristo y su propósito prevalece. La victoria ya fue dada. Cristo ha vencido. El venció la muerte y puso fecha de vencimiento al dolor.
Entonces, después de conocer el Reino de Dios, ¿cómo ves tu propia vida? ¿Estás viviendo por fe a través del triunfo de Cristo? Vivir una vida victoriosa no es algo que nosotros podamos lograr, ni depende de nuestros esfuerzos o capacidades. Debemos reconocer que lo necesitamos a Él.
Hoy quiero animarte a empezar a vivir la verdadera vida. Las mentiras del mundo ya no dirigen nuestros pasos ni moldean nuestro entendimiento, porque ahora conocemos la verdad, el camino y la vida.
Confía con humildad en el Rey que gobierna el mundo con justicia y amor. Déjate llevar por la tierna mano del alfarero. Ríndete, abandonándote completamente a su buena voluntad, a su mano amorosa. Confía en que, aunque el camino sea duro; su propósito en ti se va cumpliendo y en sus manos estamos seguros. Ya no te vas a perder, Él no te va a olvidar. Te sostendrá hasta el fin. La guerra ya fue ganada. Descansa de tus luchas sabiendo que El Vencedor, vive en ti.
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe” 1 Jn. 5:4 (NBLA)
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