Por Juan Paulo Martínez
A veces uno se pregunta cosas acerca de las Escrituras y de la enseñanza de la Iglesia. Damos por hecho algunos dogmas que hemos creído por años sin entenderlos del todo. Es el caso de la pregunta relacionada con la deuda que Jesús pagó en la cruz de acuerdo con la revelación de la doctrina de la expiación.
Entre las diferentes teorías que había sobre la expiación o pago por el pecado algunos decían que se pagaba en la cruz un rescate a Satanás. Así creía, por ejemplo, Orígenes. Esta teoría se llegó a conocer en la academia cristiana posterior como “teoría exotérica” y fue desechada por la Iglesia muy temprano, al pasar de los años debido a su incongruencia.
La Palabra de Dios dice en Colosenses 2:13-15:
Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa. Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados. Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz. De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz.
El acta de los cargos que había contra nosotros era producto de nuestras transgresiones a la ley moral y ceremonial de Dios ( véase Gál.3.10;Dt. 27.26). Jesús, mediante su vida perfecta de fiel cumplimiento a la ley divina, se constituyó como Cordero de Dios* sin mancha (Jn.1.29) y llevó consigo la maldición de la ley por imputación de nuestras injusticias y pecados en la muerte de cruz que voluntariamente padeció por nosotros. Entonces su justicia perfecta nos fue acreditada y el acta de decretos en nuestra contra fue abrogada, esto es, dejada sin efectos, eliminada. Por eso el apóstol Pablo indicó que ya no existe más condenación para los que están en Cristo Jesús (Ro. 5.1).
En términos teológicos la expiación tiene tres aspectos:
- Es objetiva
- Es vicaria
- Incluye la obediencia pasiva y activa de Cristo
Es objetiva porque se dirige a la persona a la que se aplica. Es decir, la expiación es hecha para propiciar a Dios y reconciliarlo con el pecador. Dios no satisface al pecador con la expiación sino que Dios es el que es satisfecho con el sacrificio de su Hijo.
La expiación es además vicaria. El hombre pecador LE DEBE A DIOS una reparación. Para expiar su culpa el pecador debe ir a la condenación eterna. Empero, Dios designó un vicario en Jesucristo para morir en lugar del hombre y así este fuera redimido eternamente. Aquí, Dios que es el ofendido es el que proporciona la expiación vicaria en la persona de Cristo.
Y la expiación incluye la obediencia activa y pasiva de Cristo. La activa consiste en la obediencia del Señor a las exigencias de la ley y su cumplimiento perfecto. La pasiva es aquella que se cumplió cuando Jesús pagó el castigo del pecado mediante sus padecimientos y muerte.
Existen algunos que objetan que Jesús no pudo pagar la deuda o reparación por el pecado a Dios porque él era Dios. Pero esto solo es problema para aquellas personas que no entienden (en lo básico) o niegan la doctrina bíblica de la Trinidad.
La expiación fue elaborada en el Pacto de la Redención por el Concejo Trinitario desde la eternidad pasada. Allí, el Hijo aceptó voluntariamente cargar el castigo por el pecado y satisfacer las demandas de la ley divina. Pero esto solo puede aceptarse si se entiende de antemano que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas DISTINTAS de una MISMA SUSTANCIA. De hecho, los que dicen que Jesucristo no pagó ninguna deuda al Padre porque él era Dios (negando así la distinción trinitaria) convierten a la crucifixión en una teotanasia. Matan a Dios en la cruz. Esta es una de las más desastrosas teorías del liberalismo teológico que carecen de cualquier sustento escritural. Se trata de una herejía respecto a la Trinidad y de una confusión sobre la economía de la redención.
El pueblo de Dios se alegra en esta verdad:
Pues a Dios, en toda su plenitud, le agradó vivir en Cristo, y por medio de él, Dios reconcilió consigo todas las cosas. Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y en la tierra, por medio de la sangre de Cristo en la cruz. Col. 1:19-20.
En esto creemos como Iglesia porque esto enseñan las Sagradas Escrituras.
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Todo el texto bíblico ha sido tomado de la Santa Biblia Nueva Traducción Viviente ©Tyndale House Foundation, 2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers. Todos los derechos reservados.
Publicado con permiso del autor, artículo publicado originalmente en https://medium.com/@JPauloMartinez/.