Por Walter Jolón
Algunas personas entienden como “perseverar” al hecho de congregarse en una iglesia local, lo cual es absolutamente bueno, sin embargo, perseverar va más allá de la asistencia regular a la iglesia.
El verbo original griego proskartereō en el Nuevo Testamento significa no sólo continuidad, sino firmeza; es ocuparse de modo incansable en algo.
La perseverancia indica constancia y firmeza en nuestras convicciones cristianas, mantenernos firmes en lo que hemos creído, no vacilar completamente ante la adversidad y la tentación que todo creyente deberá enfrentar con el paso del tiempo, perseverar es la manera de ser y la manera de hacer. Hacemos lo que somos, pues lo que somos no ha sido por nuestra sabiduría, porque lo que somos es por lo que Dios ha hecho, de y en nosotros. Lo que hacemos es por lo que somos, y si Dios ha hecho una obra de rescate y salvación en nosotros a través de Cristo, entonces es Él quien nos ha hecho cristianos, y como cristianos haremos cosas totalmente contrarias a las que nos induce y nos tienta el cosmos pecaminoso de este mundo. Nadie puede perseverar y no sucumbir ante las tentaciones y las pruebas si no hay quién guíe y guarde sus pasos, a eso se le llama ser preservados por la gracia de Dios. Perseverancia es preservación, somos preservados para perseverar, y perseverar hasta el fin es el distintivo de un verdadero creyente. Solo los cristianos nominales pueden dejar de perseverar total y completamente, un cristiano genuino será perseverante, no digo que no luchará con la duda, pero no caerá en la trampa de ser un cristiano sin ley, aprovechándose de la gracia, sino que sentirá la responsabilidad y el esfuerzo al que somos llamados a responder por el gozo y la gratitud de una salvación inmerecida, totalmente por gracia.
La gracia es como el hielo
Los refrigeradores fueron inventados y diseñados para preservar productos orgánicos; para evitar la descomposición de estos productos, los guardamos en el refrigerador, un buen ejemplo de preservación es la congelación. ¿Recuerdan esas películas donde congelan a las personas para que puedan vivir por mucho tiempo y luego despertar en un mundo completamente diferente? eso me recuerda al Capitán América, quien durante la Segunda Guerra Mundial al accidentarse el avión en el que viajaba y caer sobre el hielo, se congeló durante muchos años para luego despertar en un mundo moderno completamente diferente; aunque esto es ficción, no deja de ser real con respecto a nuestra preservación espiritual y cuidado eterno de parte de Dios.
Únicamente por motivos de analogía, la gracia de Dios es como ese hielo congelante que preservará a Sus escogidos hasta el día final. Nuestro Señor Jesucristo dijo: “13Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” —Mateo 24.13, RVR60. Lo que Jesús dice acá se encuentra dentro del contexto de las señales antes del fin, de la persecución de la Iglesia, del sufrimiento y del martirio de muchos cristianos, del brote de falsos maestros y del engaño y la apostasía de muchos creyentes. Dentro de toda esta adversidad, Dios cuidará de los Suyos, los guardará y los protegerá de caer en total apostasía para volver a servir como esclavos al pecado. Nuestro Señor no está hablando sobre perder la salvación, como si la salvación fuera temporal, Él no está enseñando que debemos de mantenernos perseverantes para cuidar y no perder nuestra salvación, sino que el que llegue a la meta, será quien recibió la nueva vida, quien recibe las fuerzas y la capacidad constantemente para lograrlo.
La promesa de la perseverancia
“35¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. 37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” —Romanos 8.35–39, RVR60
Como el vínculo con Cristo es perfecto y es eterno, jamás habrá separación de Su amor constante y también eterno, no existe fuerza en el universo que sea capaz de romper el lazo de amor que nos une con el Hijo de Dios. Los hijos de Dios perseverarán hasta al final porque serán preservados durante su caminar en este lado de la gloria. La perseverancia es el resultado o el efecto de una obra de Dios en nuestros corazones rocosos, llenos de caminos empedrados, transitados por multitudes de pecados que, conforme el transitar en el tiempo, el terreno se hacía cada vez más duro y fuerte en maldad y rebelión ante la pureza y santidad de Dios, Su Creador, no es simplemente una obra divina que quiere hacer que seamos firmes y constantes en nuestra profesión de fe, sino que la perseverancia es el efecto de la salvación de Dios, la causa es el evangelio, el efecto es la perseverancia y al final de nuestros días la perseverancia será la marca de todos los que hayan sido sellados y marcados por el Espíritu de Dios. No podemos hablar de perseverancia sin hablar de tiempo porque el tiempo es inherente a la perseverancia. Así como debemos esperar por un tiempo para que un árbol de su fruto, así también el tiempo indicará si un creyente ha sido constante y firme en su caminar como cristiano y su fruto será visible.
La perseverancia no salva, pero sí perseveramos como fruto de nuestra salvación. Principalmente debemos perseverar en nuestra santidad, los derivados de la perseverancia son la constancia en el discipulado, el servicio a los santos, la oración y la comunión con otros creyentes en la iglesia local. La perseverancia es amiga de los medios de gracia, porque el que persevera es constante en los medios que Dios ha proveído para que Sus hijos crezcan y maduren en su fe.
Todos hemos sido perseverantes, la diferencia es el terreno donde lo hemos sido, sin la obra de amor de Dios solamente somos pecadores constantes, firmes y empedernidos.
El que persevere hasta el final será aquel que fue preservado hasta el final. La gracia preservante de Dios le dio la capacidad de perseverar, porque al final, la gloria es de Dios, de ahora y para siempre.
Nuestro modelo de perseverancia hasta el final
Nuestro modelo de perseverancia, es y será Cristo. Él, estando sujeto a una naturaleza humana, sufriendo y con pleno conocimiento del castigo que habría de sufrir en nuestro lugar en la cruz del Calvario, aunque vaciló por un instante, pues sabía que habría de beber completamente el vaso de la ira de Dios, Su Padre, siempre se mantuvo firme en su convicción de hacer la voluntad de Dios, bebió el vaso y sirvió de sacrificio muriendo por el pecado para que ahora podamos ser perdonados y reconciliados con Dios.
Nuestra perseverancia siempre debe y será motivada constantemente por el evangelio; la gracia soberana, que es firme y constante, nos preservará para llegar a la meta, hasta el día final.
¿Es tu vida el reflejo de constancia y firmeza de tus convicciones cristianas?
¡Cristo sea exaltado siempre!
Escrito originalmente para UnRema. Publicado en http://unrema.org/perseverando-hasta-el-final-walter-jolon/.