Serie de artículos para hablar un poco sobre las nueve virtudes del fruto del Espíritu Santo en la vida de un creyente.
Esta compilación de artículos ha sido desarrollada con la intención de que el pueblo de Dios tenga una mayor comprensión del significado del fruto del Espíritu para que este entendimiento sea llevado a la práctica en su diario vivir y puedan ser transformados de manera progresiva para que la meta final sea ser conformados a la imagen y semejanza de nuestro Salvador, Jesucristo.”
Podcast con la colección de artículos en audio de la serie “El fruto del Espíritu es…” que nuestros colaboradores escribieron para nuestros lectores de evangelioverdadero.com. Esta serie ha sido desarrollada con la intención de que el pueblo de Dios tenga una mayor comprensión del significado del fruto del Espíritu para que este entendimiento sea llevado a la práctica en su diario vivir y puedan ser transformados de manera progresiva para que la meta final sea ser conformados a la imagen y semejanza de nuestro Salvador, Jesucristo.
La buena noticia (el evangelio) es que puedo confiar en que sobrenaturalmente, el mismo Espíritu que levantó a Cristo de los muertos, está produciendo en mí una transformación continua y progresiva, de manera integral queriendo esto decir que, mi carácter también está siendo modelado; y en caso de pecar airado, saber que hay gracia suficiente y que puedo correr ante el Trono de la gracia para hallar oportuno socorro.
Cuando el Espíritu de Dios toma a una persona por habitación y mora allí, con gran certeza podemos afirmar que habrá fruto, esa persona será tierra fértil para que brote el fruto del Espíritu y con Él la virtud de la mansedumbre. Un hombre con esas características en su carácter y comportamiento será acreedor de las hermosas palabras de bendición que Jesús declara en el Monte de las Bienaventuranzas cuando dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.” (Mt. 5.5).
Hemos escuchado hablar mucho de ella, sabemos que es importante y aun así, podemos no saber con certeza lo que la fe es y qué papel significativo tiene en nuestra vida espiritual, ya que sin ésta no hay vida espiritual y en consecuencia no puede haber un fruto espiritual.
Tener bondad es ser generoso y amable como Jesús. Él practicaba las excelencias espirituales de modo perfecto. Nosotros, en la fe, podemos participar de esa virtud cada día cuando asistimos a los nuestros con el cariño regenerado y también cuando abrazamos amorosamente al prójimo en la calle, en la escuela o en el trabajo con nuestro calor humano impregnado del divino amor del Padre.
La meta del Espíritu de Dios es que nos parezcamos más a Cristo; es guiarnos a toda verdad y a vivir vidas santas, que representen bien el carácter de Jesús. Y uno de los efectos que el Espíritu produce en nosotros es el de la benignidad.
Dios va desarrollando en nosotros paciencia para otros mientras más nos dejamos guiar por Él. Su poder y bondad para nuestras propias vidas son necesarias para que, así como las otras virtudes del fruto del Espíritu, la paciencia cada día sea más visible en nuestras vidas.
La palabra paz viene del hebreo shalom, que se convirtió en un saludo para los discípulos después de la resurrección de Jesús haciendo alusión a esta promesa de parte del Maestro, y que asegura particularmente la calma en tiempos difíciles. Paz que desconocen aquellos que aún no son salvos.
No he conocido a nadie que no se empeñe en vivir confiada y alegremente. Todo lo que hacemos esperamos que nos brinde un mayor nivel de alegría; pero ¿qué tal si te dijera que esa alegría está disponible para ti, y no por algo que tú tengas que hacer sino por algo que alguien ya hizo por ti?
La primera virtud del fruto del Espíritu, que algunos consideran la fuente de la cual brotan las demás, es el amor, pero no la clase de amor que el mundo propone.
En esta serie estaremos abordando, aunque no de manera exhaustiva, cada una de las nueve virtudes o expresiones del fruto del Espíritu Santo como evidencia de la transformación de la vida de un creyente.