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Por Jorge Rivera. En la voz de Jorge Meléndez
La primera virtud del fruto del Espíritu, que algunos consideran la fuente de la cual brotan las demás, es el amor, pero no la clase de amor que el mundo propone. El amor que produce la naturaleza humana en un mundo caído se basa en la apariencia física o en los méritos de la persona amada. Por el contrario, el tipo de amor que Dios nos muestra es el que no toma en cuenta los méritos o la falta de ellos. Siempre busca el bien del otro, sin importar lo que cueste.
¿Cómo es el amor de Dios?
Dios me ama simplemente porque Él decidió amarme. El amor de Dios para con nosotros depende de Dios solamente. Un ejemplo es cuando nos enamoramos de alguien y comenzamos a amar a esa persona, debemos reconocer que en la mayoría de los casos lo primero que nos atrae es su físico y, eventualmente, serán otras cualidades que encontramos en esa persona, las cuales obviamente son cualidades que nos atraen.
Pero el amor con el que Dios nos ha amado es completamente diferente. Dios me amó cuando yo estaba muerto en delitos y pecados (Ef. 2.1). Si has estado en una funeraria, habrás visto lo pálida e inmóvil que luce una persona muerta. Nadie se va a enamorar de una persona muerta porque luce sin vida. Sin embargo, cuando lucimos así, sin vida, Dios, que es rico en misericordia, nos amó ¿puedes creerlo? Es aún más que eso porque la Palabra de Dios dice que éramos Sus enemigos antes de conocerlo. Sin embargo, Dios nos amó (Rom. 5:10). Y ¿cómo es eso posible? Porque el amor de Dios no depende de ninguno de nosotros, sino solo de Su carácter.
El amor de Dios es diferente al nuestro porque la mayoría de nosotros amamos por necesidad. “Te amo porque te necesito”, decimos. “Te amo porque no puedo vivir sin ti”. “Te amo porque tú me haces sentir bien”. “Te amo porque sin ti me siento solo”.
Todas esas frases expresan un amor egoísta del ser humano. Amamos porque necesitamos a esa otra persona. El amor de Dios es muy distinto. Dios me ama sin necesitarme. Dios me ama sin precisar mi compañía porque Dios no ama por necesidad.
Dios me ama porque quiere dar y quiere compartir conmigo lo que Él es; lo que Él tiene y que yo no tengo. El amor humano piensa en lo que el otro puede dar. El amor de Dios piensa en lo que Su amor puede dar.
Por eso dice Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, más tenga vida eterna”.
C.S. Lewis trató de ilustrar el amor de Dios en una ocasión. Él explicaba y decía que, si usted es abandonado por su cónyuge, a usted le va a doler porque usted ha perdido algo. Pero si usted abandona a Dios, a Dios le duele también, pero no porque Él haya perdido algo, sino porque usted ha perdido algo.
Nosotros amamos al otro, e incluso a Dios, porque tenemos algún provecho que obtener; pero Dios no nos ama porque Él obtiene algún provecho al hacerlo, sino porque yo tengo algún provecho que recibir de Él. Dios quiere cambiar en nosotros esa forma interesada de ser y de vivir. El amor de Dios es el único amor dadivoso.
Permíteme darte una lista de cómo es el amor de Dios:
El amor de Dios es Incondicional
El amor de Dios es eterno
El amor de Dios es dadivoso
El amor de Dios es Incomprensible.
Ese es el amor que brota como resultado de la presencia del Espíritu Santo de Dios en ti, Pablo está usando esta misma metáfora de la fruta para describir la conducta del creyente en Romanos. 6:22 al igual que en Efesios. 5:9; y en Filipenses. 1:11.
Juan el Bautista también afirmó que el verdadero arrepentimiento produciría el “fruto” del comportamiento ético concreto (Mateo 3: 8, Lucas 3: 8). Por lo cual el amor producido por el Espíritu es como el amor de Cristo. Va más allá de la realización de la autojustificación legalista (Lucas 10: 25-37).
Se trata de amar a nuestro Dios por sobre todas las cosas, incluso más de lo que tú amas a tu familia (Lucas 14.26). Entonces piensa en esto ¿Amas demasiado a tu esposa o esposo, hijo o hija, hermano, hermana, prima, primo, etc.? Bueno, debes amar muchísimo más a Dios de lo que los amas a ellos.
¿Como no amar a un Dios que es amor y ama a sus hijos? (1 Jn. 4:8; Jn. 3:16). Ese amor sacrificial hizo que enviara a su Hijo a morir por los pecadores y es la clase de amor que deben mostrar los creyentes que están controlados, que viven en dependencia del Espíritu. Si tú no estás reflejando ese “amor” que tienes por Dios, déjame decirte que estás actuando de manera hipócrita e inconsistente cuando le cantas cada domingo.
Las características que Dios quiere ver en nuestras vidas son las nueve virtudes del fruto del Espíritu. Pablo empieza con el amor, ya que todas las demás virtudes son el resultado del amor. Solo podrás empezar amar, cuando ames a Dios primeramente, lo ames tanto que hasta la Biblia vas a querer leer.
Yo no entiendo cómo Dios me ama aun conociendo todo lo que Él sabe de mí, yo no entiendo como Dios te ama aun sabiendo todo de ti. Cuando uno comienza a amar a alguien, solo conoce lo que esa persona le cuenta. Pero cuando Dios nos ama, Él lo hace conociendo lo peor de nosotros. Y nos ama así, con amor eterno.
Manténte atento o atenta a la serie. Esperamos que la disfrutes y la compartas con tus hermanos de la iglesia, tus familiares, tus amigos y tus conocidos.
Pregunta: ¿Y tú, estás reflejando aquello que dices amar? Déjanos un comentario presionando el botón.
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Increiblemente ¡Genial! Creí saberlo pero meditarlo de esta manera, renueva la unción de Dios en mi gloriosamente ¡Bendiciones!
Nos alegra mucho ese renuevo en ti Elizabeth, gracias por dejarnos tu comentario, bendiciones también para ti.
muy interesante la enseñanza, Dios les siga bendiciendo
Gracias Señor por enseñarme a perdonar y no buscar culpables de la situación de pandemia que vivimos en el mundo y que es tuyo, la pérdida repentina que he sufrido, esto me enseña a que debo utilizar este tiempo para acercarme a tí mi Dios y poner en tus manos mi vida.
Dios lo siga bendiciendo hno. Walter. Dios habla a través de aquéllos que se dejan usar y son vasos de honra que el Señor utiliza para llegar a otros. Saludos.
Muchas gracias hermana Ruth, saludos y bendiciones.
Una gran bendición leer esta enseñanza. Dios lo bendiga mucho 🙂