Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció, y dijo:¿Dónde lo pusisteis? Le dijeron:Señor, ven y ve. 35 Jesús lloró. Juan 11:33-35
Desde que Adán y Eva tuvieron en su mano el fruto prohibido, la humanidad entera conoció un estado “default” de pecado, en oposición a Dios, un estado en donde la toma de nuestras decisiones pueden causar sufrimiento. Recuerden, nada de esto fue el diseño original de Dios. Él creó un mundo de paz, perfecto, y el hombre lo contaminó con su deseo de independencia.
Yo solía luchar con la idea de que Dios podría haber creado un mundo donde la posibilidad del mal no existe, y por lo tanto el sufrimiento nunca entraría en la experiencia humana (sería un mundo sin libertad verdadera). Creo que quizás, un mal mayor que la rebelión del hombre, sería de un Dios bueno para retener la libertad de su creación. El sufrimiento es inevitable en un mundo donde la gente imperfecta no son robots hechos para obedecer direcciones obligadas y sin ninguna libertad de decisón. Y aunque yo no pretendo saber la respuesta para todo lo malo que pasa bajo el sol, sé que Dios ve nuestro sufrimiento.
Ésta libertad, nos lleva muchas veces a tomar decisiones que lastiman, confunden y nos llevan a un punto en donde cuestionamos incluso la existencia de Dios, ¿Por qué me pasa ésto? ¿Si Dios existe por qué permite ésto?. Cuando en medio de éste sufrimiento y a través de ésta libertad entendemos el propósito del dolor y del sufrir, entonces comprendemos que no son las situaciones de nuestra vida las que deben regir nuestro ánimo.
Pablo escribe que estuvo en abundancia y escasez y que todo lo considero como basura comparado con la CRUZ. ¿Por qué? Porque el entendió que Jesús es suficiente y soberano, que si hay, que si no hay, que si tengo, que si no tengo. Él es suficiente y Él es bueno, y lo seguiré amando, porque Él está por sobre todas las cosas que Él en Su gracia y misericordia nos pueda o no dar. Muchas personas lastimosamente aman más a las bendiciones que Al que bendice.
Jesús lloró.
Cuando logramos entender que Jesús nos deja sufrir muchas veces para poder conocerlo realmente a Él y al Padre como un Dios amoroso, misericordioso y lleno de gracia, entonces es cuando podemos ver las situaciones en nuestra vida que nos hacen sufrir, como una enseñanza y afrontarlas con gozo, porque no hay sufrimiento en el que Jesús no caminará y llorará contigo. No hay daño ni herida a la que Dios no pueda traer nueva vida, sentido y entendimiento del “¿por qué? y ¿para qué?”. En su tiempo, Jesús caminará hacia tu tumba, moverá la piedra, y le dará vida a lo que está muerto. Y todas tus lágrimas de de luto y duda fluirán pero por alegría y gratitud.
Piensa en los momentos más bajos de tu vida. ¿Cómo fue la paz y la presencia de Dios para ti, incluso en el sufrimiento?