Por Walter Jolón
La aseidad de Dios es un atributo del que, según algunos estudiosos, no se enseña ni se habla mucho, por lo que agradezco a Dios la oportunidad de escribir acerca de este atributo divino tan importante, no solo para aumentar nuestro conocimiento teológico sino para que al conocer este atributo como otros más en esta serie, podamos ser llevados a la alabanza y exaltación de Dios y que dicho conocimiento se traduzca en aplicación práctica para nuestra vida cristiana.
La Confesión de Westminster en el capítulo dos y numeral dos dice lo siguiente: “Dios tiene, en sí mismo y por sí mismo, toda vida, gloria, bondad y bienaventuranza. Él es el único todosuficiente, en y por sí mismo, no teniendo necesidad de ninguna de sus criaturas hechas por Él, ni derivando gloria alguna de ellas, sino que manifiesta su propia gloria en ellas, por ellas, hacia ellas y sobre ellas. Él es la única fuente de toda existencia, de quien, por quien y para quien son todas las cosas; teniendo el más soberano dominio sobre ellas para hacer por medio de ellas, para ellas o sobre ellas todo lo que a Él le plazca.”
La palabra aseidad se deriva del latín “a”, de; y “se”, mismo. Es la propiedad por la cual un ser existe de y a partir de sí mismo. Este es un atributo que puede pertenecer solo a Dios. La existencia de Dios no es causada por ninguna cosa, al contrario, todo lo creado tiene como su primera causa a Dios; todo lo creado depende de Él, es sostenido por Él y fue creado para Él (Ro. 11.36, Heb. 1.3).
El ser de Dios es totalmente independiente de todas las cosas. Dios es autoexistente y autosuficiente, Él no tiene principio de creación, ni su existencia tiene fecha de vencimiento. Él existe desde siempre y para siempre y, cómo dice la Confesión de Westminster, Dios no tiene necesidad de sus criaturas. Esto es sumamente importante de comprender puesto que nuestro Dios trino en la eternidad pasada no tenía ninguna necesidad de crearnos para sentirse completo y satisfecho y que sin nosotros solamente sería un “dios” solitario, triste y necesitado de nuestra existencia y nuestra adoración.
Sabemos que uno de los grandes problemas que adolece la iglesia evangélica de hoy es su distanciamiento y desconocimiento de doctrinas fundamentales de las Escrituras que nos fueron heredadas para conocer a Dios, su carácter y sus atributos a través de ellas. Dios se revela de manera general a través de la creación (Rom. 1.20), pero también se reveló a los autores humanos de cada uno de los libros del canon bíblico para que nosotros seamos iluminados por medio del Espíritu Santo para conocerle.
Ignorar, consciente o inconscientemente las Escrituras ha generado que muchas personas hayan hecho una caricatura de Dios o, lamentablemente, se enseña y se adora a un dios, una fantasía o un ídolo que no es el Dios de las Escrituras, esto debido al alto y triste desconocimiento de su carácter y de sus atributos.
Hermanos, Dios es Dios y seguirá eternamente siendo Dios con o sin nosotros. Él no nos debe ningún favor ni necesita de nosotros para existir y seguir siendo el Dios soberano del universo. Él no es un viejito que necesita de nuestra adoración, sacrificios y ofrendas para que pueda sentirse satisfecho y feliz; en la divina trinidad Él ya está en completo gozo y comunión, Él no es un dios al que le hacemos favores con nuestro servicio.
Eso significa que Él tampoco nos debe el evangelio. Dios no estaba ni está obligado a salvar pecadores que se revelaron flagrantemente contra Él, Él no nos debe su favor y, nosotros ni siquiera somos capaces de ganarlo, todo lo contrario, somos justos merecedores de juicio y castigo eterno. Jesús, Dios manifestado en carne, es la gloriosa expresión de la misericordia y gracia divinas, no de la necesidad de un Dios que es suficiente en sí mismo.
Muchos evangelistas y predicadores pasados y contemporáneos predican de un Jesús que es un “caballero”, quien se presenta a las vidas de los pecadores rogándoles para que abran las puertas de su corazón (Ap. 3.20) para entrar y llevarles salvación quien está siempre a expensas de la decisión que tomen los pecadores de permitirle entrar o no, es decir, los pecadores deciden si el Dios Todopoderoso manifestado en la persona de Jesucristo los va a salvar o no; la última palabra la tienen los hombres, por lo tanto, la gloria no es de Dios solamente sino también de los hombres. ¡Que aberrante y semejante distorsión de la verdad bíblica!
Nuestro Jesús bíblico no tiene necesidad de nosotros, somos nosotros quienes tenemos una necesidad de tal magnitud que ni siquiera podemos hacer algo para lograr salvarnos por nuestros propios medios. Tenemos almas tan mendigas y tan necesitadas que lo único que necesitamos es reconocernos en esa condición y ver que el Dios Omnipotente se hizo hombre al saber de nuestra necesidad miserable y venir como el Mesías para ser el Señor y Salvador de nuestras preciosas almas para Él.
La cruz del Calvario no nos presenta a un pobre hombre que murió lleno de golpes, humillación y vergüenza, al contrario, refleja nuestra gran necesidad de un Salvador Todosuficiente que tomó nuestra necesidad y fue capaz de vencer nuestra oposición y rebeldía por medio de su irresistible gracia y de su inmenso amor.
La aseidad de Dios nos enseña que podemos confiar en Él completamente porque Él no está en necesidad ni lo estará jamás, sino que es Todosuficiente y autoexistente quien nos creó por su propia bondad y para su propia gloria y gozo, siendo nosotros beneficiarios de su misericordia y su gracia que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Ro. 5.8) sin que Él tuviera necesidad de hacerlo sino por el puro afecto de su voluntad.
¿Conocías este atributo de Dios? ¿Sirve este conocimiento para tu vida cristiana?
Fotografía por Unsplash.
Muchas gracias Hno Walter por compartir estos temas que han sido descuidados en la iglesia. Siga adelante y muchas bendiciones
Muy mal articulo. Lo que se menciona (no lo que se explica) sobre la “Aseidad” de Dios es poco y superficial, lo demás es solamente paja. que lamentable.
Gracias por su contribución.
Opino que no es pája lo que se explica en el artículo, por el contrario lo encontré muy interesante partiendo del hecho que siendo cristiana de mucho tiempo no conocía este atributo de Dios el cual pienso que es fundamental para poder alabar y glorificar a Dios por lo él es en sí mismo. Muchísimas gracias al autor de este tan importante artículo.
EXCELENTE APORTE, DIOS TE SIGA USANDO
Excelente, Dios siga bendiciendo grandemente Tú vida familia y ministerio, porque su voluntad es buena agradable y perfecta.
Gracias hermano por instruirnos en este atributo de Dios