Por Pablo Gutiérrez
La intención de este artículo
“Amados, por el gran empeño que tenía en escribirles acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribirles exhortándolos a luchar ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos.” —Judas 1:3
Al comenzar a escribir estas líneas, no puedo evitar hacer una imagen en mi mente de los rostros de gente que sinceramente amo y me importa. No puedo evitar pensar en lo que pueda implicar escribir un artículo como este, y las repercusiones que pudiese tener. Pero tampoco puedo evitar pensar en la eternidad de miles de almas, miles de personas que muy probablemente aman a Dios con todo su corazón, pero que, en sus mentes aún se someten a preceptos humanos.
Comenzaré por decir que este artículo no contiene consideraciones teológicas sobre lo innecesario de apóstoles y profetas hoy en día, hay hermanos que teológicamente han hecho una labor brillante y excelente al dar razones de por qué ya no existen estos oficios en la actualidad.
La intención de este artículo, es a priori, pedirle al Espíritu Santo tenga a bien utilizar una herramienta como esta, escrita por el menos apto y capaz para hacerlo, para abrir los ojos de aquellos que son suyos y que aún están inmersos en el nuevo movimiento apostólico (que de nuevo solo tiene el nombre)
También existe la intención de que aquellos que ya han comenzado a plantearse dudas, encuentren respuestas; y finalmente, que quienes ya han salido de esos movimientos apostólicos, encuentren consuelo, fuerza, coraje y valor para perseverar en la búsqueda escritural de la verdad. Sé que ustedes están allí, de ese lado de la pantalla, y es para todos ustedes que se escribe esto.
No está de más decir que este, es el primero en una serie de artículos que estaremos trabajando con el editor de Evangelio Verdadero, en seguimiento a este tema tan extenso, pero que ha dejado a muchas ovejas del Buen Pastor, muy lastimadas, sin alimento y sin lana. Se tratará, en la medida de lo posible y con lenguaje comprensible, de abordar temáticas eclesiológicas, sociológicas, y bíblicas.
Un pequeño relato bíblico/histórico
“La serpiente era más astuta…” —Génesis 3:1
La historia del ser humano dejándose engañar, para desobedecer a Dios, se remonta a los principios de su propia existencia. No es novedad que sea como sea que se disfrace la verdad (una verdad a medias, no es verdad), el ser humano tiene la tendencia a obedecer, creer y seguir cualquier otra cosa antes que a Dios.
Si hacemos un estudio crítico y exhaustivo de la Biblia, encontraremos que poner prioridades propias, antes de lo que Dios ha ordenado, es parte integral de la naturaleza del ser humano. La Biblia nos muestra una cruda radiografía de lo que en realidad somos los seres humanos.
Pero un día recibimos la salvación y nuestros ojos fueron abiertos. A partir de ese día todo cambio ¿Cierto? No. No hay nada más alejado de la verdad. La salvación recibida por gracia, es algo que será imputado el día en que estemos frente al trono rindiendo cuentas, es decir, a pesar de que estamos siendo transformados continuamente, los cristianos seguimos teniendo una naturaleza pecaminosa, que sí, está siendo mudada día tras día, pero que sigue haciéndonos presa del pecado, al que debemos mortificar y batallar activamente, al punto de que si creemos estar firmes…
Ahora bien, el pecado evidente (adicciones, excesos, inmoralidad sexual, homicidios, murmuraciones) es fácil detectarlo, y no tan fácil renunciarlo y batallarlo. Pero ¿qué pasa con los pecados casi imperceptibles, los pecados sutiles? Sí, me refiero a esos pecados que casi no notamos, o que minimizamos, porque después de todo “somos cristianos, y no estamos llamados a seguir siendo esclavos del pecado” ¿Cierto?
Desde los comienzos del cristianismo, surgieron movimientos divergentes que se salieron de la enseñanza ortodoxa y que, aprovechándose de la naturaleza pecaminosa del ser humano (en especial la tendencia a la idolatría), y valiéndose de líderes carismáticos y con poder de convocatoria, fueron dando lugar a las herejías que tuvieron que ir siendo combatidas; basta ver cualquier libro de historia del cristianismo, o la propia Biblia, para notar que desde el s. I, se lidiaba ya con los nicolaítas, por ejemplo.
La historia de la Iglesia no sería tan accidentada si pudiésemos decir que el último apóstol que vivió, advirtió por providencia de la inspiración del Espíritu Santo, sobre la existencia del nicolaísmo (Ap. 2:6) o bien, sobre los judaizantes (Ap. 2:9) y que esa advertencia o llamada de atención provocó que los creyentes se mantuvieran siempre en la enseñanza apostólica verdadera. Lamentablemente, de nuevo, la serpiente fue más astuta.
¿Qué golpe derribó el muro?
Durante mi adolescencia escuché una ilustración: no fue el último golpe el que derribó el muro, fue la sucesión de golpes la que lo derribó.
Solemos pensar que los movimientos divergentes del cristianismo comenzaron postulando enseñanzas abiertamente contrarias a la ortodoxia. En algunos contados casos es así, pero en el tema del nuevo movimiento apostólico no funciona así. De hecho, la ilustración de la sucesión de golpes es ad hoc((Expresión latina que significa: Que es apropiado, adecuado o especialmente dispuesto para un determinado fin. Que está hecho especialmente para un fin determinado o pensado para una situación concreta.)) para explicar lo que sucede.
Alguna vez, en mis tempranos veintes, asistí por un tiempo a una iglesia apostólica. Entre las cosas que recuerdo que se enseñaban para justificar el ministerio apostólico hoy en día, se mencionaba que “hubo apóstoles del cordero, pero ahora hay apóstoles del Espíritu” (esto no tiene un fundamento bíblico sólido, salvo una descontextualización total)
Otro de los argumentos que se solían utilizar dentro de esta congregación, de más está enfatizar que fuera de contexto, era “si para otros no soy apóstol, para ustedes sí lo soy” (para ver de lo que Pablo está hablando, a quiénes y por qué, leer 1 Corintios 9). Solamente debatir este argumento con razones lógicas y bíblicas (principalmente bíblicas) nos llevaría el resto de este artículo. Acá es importante acotar que el diálogo está abierto para quien desee profundizar a este respecto.
Es decir, el nuevo movimiento apostólico, generalmente no inicia con grandes ínfulas, con fanfarreas y con fuegos artificiales. Usualmente, se comenzará predicando cuestiones que se alejan de la ortodoxia poco a poco, de tal cuenta que, con el paso del tiempo y gracias al carisma y personalidad en torno a quien gira el movimiento, el momento llega en que pocos, muy pocos, cuestionarán lo que se les está enseñando y aceptarán casi cualquier cosa que se les predique.
Una de las razones principales para no cuestionar un mensaje (mas no la única), generalmente descansa en el emisor, en atributos o características estrechamente ligadas a su personalidad y a la forma en que es percibido por los receptores del mensaje. Esto es precisamente lo que sucede, no solo en el nuevo movimiento apostólico, sino en cualquier situación de liderazgo.
Continuará…