Por Ricardo Morillo
Al comenzar este nuevo año, tuve la resolución de leer la Biblia mucho más que en años anteriores. Inclusive, me tracé un plan particular de lectura con la meta de leerla completa dos veces en este año. Muy ambicioso y espiritual según mi percepción… pero, ¿a fin de qué? ¿ser considerado un buen creyente? ¿mantener una reputación digna del llamado al ministerio? Y la más obvia y alta estimada razón, conocer más a Dios.
En mi orgullo, comencé a compartir mis intenciones con otros creyentes, a fin de edificarles (con orgullo espiritual tóxico). Fue entonces donde me topé con un gran amigo en la fe, quien ha leído la Biblia alrededor de 20 veces en los últimos 18 años aproximadamente. Al querer compartirle mi plan, me escuchó atentamente y luego me preguntó “¿está tu plan establecido conforme a las enseñanzas de los apóstoles y de los profetas siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular?” – Hice una pausa buscando ideas para responder afirmativamente, pero ni siquiera había entendido su pregunta. Su pregunta fue basada en Efesios 2:20-21 “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, 21 en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor,”. (La Biblia de las Américas)
Entonces, con gran humildad, sin desestimar mis esfuerzos particulares, me compartió lo siguiente: Dios el Padre, enfatizó a los discípulos de Jesús, que debían de escucharle “… a Él oíd…” (Mt. 17:5 LBLA); Jesús enseñaba desde las Escrituras (lo que hoy conocemos como el Antiguo Testamento) a las multitudes y antes de partir, Jesús encomendó la tarea de “enseñar a otros a guardar Sus mandamientos” primeramente a Sus apóstoles mientras vivió entre nosotros. Por consiguiente, mi buen amigo me sugirió incluir en mi lectura diaria devocional: el Antiguo Testamento (los profetas), los Evangelios (las palabras de Jesús), y las cartas de los Apóstoles (el resto del Nuevo Testamento) a fin de que crezca “…edificado sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular…”
¡Claro! Hay una gran cantidad de métodos para leer la Biblia. Pero jamás había considerado aplicar éste método en particular, por lo que me propuse invertir entonces 20 minutos de lectura diaria, 5 capítulos por día aproximadamente, incluyendo las tres secciones mencionadas, repitiendo nuevamente las secciones terminadas. ¿El resultado? – Deleite en conocer a Dios de una manera diferente. – ¡Él quiere ser conocido y adorado! – También comencé deleitarme en la maravilla de nuestro origen, los mandamientos para nuestro caminar diario, y las promesas futuras del A.T. Me emocioné nuevamente en ver el cumplimiento de las profecías en Cristo, sanando toda enfermedad, perdonando pecados… viviendo entre nosotros… y sobretodo, me he estado llenando de esperanza al saber que el Reino crece y se expande a través de la evangelización y el discipulado de la Iglesia, y a través de la enseñanza de los apóstoles mientras esperamos Su segunda venida.
Todos los días que puedo leer Su Palabra, me encuentro con Él a través de los escritos de los profetas y apóstoles. Pero, sobre todo, me gozo en poder conocer mejor a Dios teniendo un fundamento bíblico para hacerlo. No sólo porque estoy “cumpliendo”, pero por la esperanza de que “en Él, todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por Su Espíritu”. (Efesios 2:21-22 LBLA).