Nota del editor: este es el segundo artículo sobre Autoridad Desautorizada, puedes leer la primer parte aquí.
Debemos abordar el otro lado de la autoridad que está en quienes la tienen delegada para ejercerla lo que también ha provocado excesos, de manipulaciones y de aprovechamiento.
EXCESOS EN EL EJERCICIO DE LA AUTORIDAD
1. Disputas y competencia
Cuando se ejerce la autoridad de forma indebida, provoca disputas entre los que la quieren tener o ejercer, hace que los que tienen el mismo tipo o nivel de autoridad se vean como competencia y no como compañeros, amigos o parte del mismo equipo. A los discípulos de Jesús les pasaba, varias veces el Señor les llamó la atención porque estaban peleando entre ellos por quien era el primero, el preferido o el que ejercería mayor influencia o autoridad (Lucas 9:46)
2. Enseñoramiento
Uno de los principios más básicos que la Biblia nos da a este respecto es que Dios ordena y delega al hombre Su autoridad para ejercer dominio sobre peces, aves, ganado, reptiles, y todo ser viviente que se mueve sobre la tierra (Gen. 1:28) pero nunca nos dio autorización para dominar o enseñorearnos los unos de los otros, porque fuimos creados a su imagen y semejanza. Por eso cualquier autoridad que el hombre ejerza sobre otro de su especie (padres, jefes, presidentes, supervisores, maestros, madres, pastores, ministros, policías, apóstoles, profetas, expertos) es solamente delegada por Dios y nunca para ejercer dominio.
3. Temor, violencia y manipulación
Para deformar el ejercicio la autoridad delegada se usan varios métodos, pero los más usuales son el temor, la violencia y la manipulación. El temor lo ejerce aquel papá que grita, amenaza y gesticula, el jefe que amenaza con sacar al empleado por cualquier cosa y el pastor o predicador que enseña cosas legalistas, infundiendo temor a la gente por la forma que se viste, por la frecuencia de su asistencia y cosas semejantes. La violencia es lo que los amos ejercieron por mucho tiempo sobre los esclavos, siendo sus dueños, tratándolos como animales y castigándolos despiadadamente. En la iglesia la violencia quizás no es tanto física, pero si espiritual, intelectual y emocional, ya que se violenta la libertad de pensar, de opinar, de decidir y de cuestionar a la autoridad por medio de seudo enseñanzas bíblicas, torciendo pasajes de los que el más famoso es “no toquen al ungido de Dios”, no hay texto más descontextualizado que ese cuando se usa para violentar y manipular.
Manipulación fue lo que Adolfo Hitler hizo con toda una nación, haciéndole creer que eran una raza superior y que el resto de razas debían ser subyugadas a ellos y que debían exterminar a un pueblo entero, al pueblo judío. Solo una mente enferma, diabólica o sin el más mínimo entendimiento de la libertad que Jesús nos da, es capaz de manipular a otro ser humano creado a imagen y semejanza de Dios y redimido por la sangre de Cristo. En la iglesia la manipulación es usada de forma exagerada, con gritos, emocionalismos, enseñanzas tergiversadas, imposiciones de leyes de hombre y con las amenazas de perder la salvación, de deshonrar al ungido o del famoso “no juzgar a los demás”. La Biblia en Gálatas 6:7 nos llama a no dejarnos engañar, la manipulación es un engaño y el engaño es una mentira y el padre de mentira es Satanás.
4. Exaltación del hombre por el hombre
El abuso de la autoridad también tiene como resultado o a veces el objetivo de que el hombre o mujer que tienen esa autoridad sean exaltados, enaltecidos y colocados en pedestales fabricados por el mismo hombre, ya sea sus seguidores o por ellos mismos. Es muy común escuchar de las roscas que envuelven a los políticos, presidentes, gerentes, rectores y pastores o ministros de Dios. Estas roscas lo que hacen es mantenerlos fuera del alcance de la mayoría y cerrarse para que solo ellos sean escuchados por el que detenta la autoridad; la forma de cerrar la rosca normalmente es la adulación excesiva, los labios lisonjeros y la exaltación del hombre por sus logros, sus fortalezas y sus habilidades. La Biblia claramente nos advierte que el que confía en otro hombre es maldito, pero también enseña a los siervos de Dios que nuestra meta es agradar a Dios antes que a los hombres, cuidémonos en el ejercicio de la autoridad a enaltecer a quien la detenta y si somos nosotros los que la tenemos, cuidémonos que se nos suba a la cabeza, mantengámonos humildes y aprendamos de Jesús quien es manso y humilde de corazón.
5. Falta de integridad, aprovechamiento y enriquecimiento ilícito
La autoridad total y única degenera en autoritarismo y este a su vez da la amplia oportunidad de cometer faltas de integridad, aprovechamiento de la posición y enriquecimiento ilícito. Este fenómeno es muy común en las dictaduras, en las aplanadoras políticas, en el nepotismo empresarial, político o religioso, y en los sistemas de gobierno eclesiástico que tienden al unitarismo y dirección de un solo líder, tomando como referencia casi siempre a Moisés o a los reyes famosos de Israel como David o Salomón. Pero toda la enseñanza bíblica nos previene de este flagelo cuando enseña que la autoridad es ejercida en grupos, por varios con la misma delegación y que en todo caso debemos aprender a rendir cuentas los unos con los otros, no en estructuras piramidales mundanas y obsoletas, sino bajo la perspectiva que el mismo Dios en su expresión de Padre, Hijo y Espíritu Santo nos da, cuando al hacer al hombre lo hace de forma plural, participativa, consensuada: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…” Génesis 1.26. Pablo al fundar iglesia dejaba ancianos que la gobernaran, la cuidaran y pastorearan a las ovejas y nunca ejerció una autoridad despótica sobre ellos, sino más bien les escribía cartas de instrucción y ánimo, así como de corrección y edificación.
PRINCIPIOS BÍBLICOS PARA EJERCER LA AUTORIDAD
1. La autoridad es delegada por Dios Romanos 13:1 y Juan 1:30
Para comprender bien esto tenemos que referirnos a Romanos 13:1 donde nos afirma la palabra de Dios que las autoridades que existen han sido puestas por Dios, por lo que debemos someternos a ellas. Esto es muy importante porque nos da la clave de fondo: la autoridad que tenemos NO es nuestra, sino delegada de quien nos la dio, es decir Dios a quien tenemos que rendir cuentas de ella. Juan el Bautista lo tenía totalmente claro cuando al ver a Jesús dice esto : Este es aquel de quien yo dije: “Después de mi viene un hombre que es antes de mi porque era primero que yo”
2. La autoridad se ejerce y gana sirviendo Mateo 20:25-26
Jesús advirtió fuertemente que el enseñoramiento es una práctica común entre los gobernadores del mundo con la contundente frase “entre ustedes no será así” y dio la correcta enseñanza que entre nosotros el que quiera ser el primero, es decir que el que quiere ejercer autoridad, que sirva. Jesús dijo de si mismo que Él no había venido a ser servido, sino a servir. La autoridad entonces no es una cuestión de jerarquías, sino de servicio.
3. La autoridad es compartida con iguales 1 Pedro 5:1
En el pasaje de 1 Pedro 5:1-4 nos da 3 cosas que no debemos hacer cuando ejercemos autoridad y 3 que sí debemos practicar. Pero como preámbulo sienta la premisa de que la autoridad es ejercida en equipos, entre iguales, dice Pedro yo anciano entre ustedes, es decir con la misma autoridad delegada, lo que desborona la idea caciquista y mesiánica de que los pastores tienen autoridad plena, completa y sin restricción sobre la congregación o congregaciones que la ejercen.
4. No se ejerce por obligación, sino voluntariamente 1 Pedro 5:2ª
El primer NO es ejercer la autoridad o pastorear por obligación, con carga, con pesar, como un trabajo, sino más bien voluntariamente. La palabra voluntariamente disipa totalmente la idea de imposiciones, manipulaciones y temores impuestos. Cuando ejercemos la autoridad de Dios en la iglesia y en la famiila, lo hacemos voluntariamente tanto del lado de quien la tiene que ejercer, como de los que voluntariamente también, se someten a ella.
5. No se ejerce por avaricia 1 Pedro 5:2b
El ejercicio de la autoridad eclesiástica nunca tiene como objetivo la avaricia, es decir el querer enriquecerse o tener el dinero como factor de motivación para hacerlo. La Biblia es clara cuando dice que el obrero es digno de su salario y que el que predica el evangelio que viva del evangelio, pero nunca la motivación es el enriquecimiento.
6. No se ejerce con señorío sino con ejemplo 1 Pedro 5:3
El otro principio bíblico establecido acá es que la autoridad solo se puede ejercer con ejemplo y no con señorío, ya vimos antes que para enseñorearse hay que infundir temor con violencia o manipulación. Pero cuando nos decidimos a vivir y ser ejemplo para los que estamos cuidando para Dios, entonces las cosas caminan conforme a lo establecido. Es lamentable que hoy en día se da mayor importancia al curriculum, hoja de vida, títulos, ministerios, cantidad de iglesias o miembros, dones y habilidades que al ejemplo de vida que los ministros de Dios estamos llamados a dar, pero claramente Jesús no va a preguntarnos primero que hicimos con los dones que el Espíritu Santo nos dio, sino que va a preguntarnos por los frutos que dimos en la familia, en el vecindario, y todo lugar donde interactuamos.
CONCLUSIÓN
El correcto ejercicio de la autoridad tiene recompensa 1 Pedro 5:4
La recompensa para los pastores o ministros que ejercen la autoridad delegada por Dios de forma correcta es la corona inmarcesible de vida que el Príncipe de los pastores, es decir Jesús, quien delega la autoridad para pastorear y ejercer un ministerio, dará al final. Algo que nos ayuda a ser pastores o ministros balanceados y obedientes en esto del ejercicio de la autoridad delegada, es recordar que las ovejas que cuidamos no son de nuestra propiedad, que la congregación que pastoreamos no es nuestra, sino que son ovejas e iglesias de Jesucristo, es un gran honor y responsabilidad ejercer esta autoridad delegada por Jesús.
Lee la primera parte aquí.
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