Por Isa Arenas
Hermanos, debo reconocer con ustedes que escribir este artículo me ha confrontado de muchas formas. Soy la hija mayor de 3 mujeres recuerdo como de niña por las noches, esperaba a mi papá deseosa de poder preguntarle qué tantas cosas hizo en su trabajo, tengo muy grabados en mi mente esos momentos en donde sé que amaba (y aún amo) a mi padre pero también al mismo tiempo tenía una admiración y también temor, si temor, temor al no quererle fallar solo por el hecho de amarlo por ser quien es, mi padre, me permito ilustrarles esta analogía para poderles describir cómo es que se debe ver reflejado el temor, no como algo malo sino como parte de conocer a Dios y amarlo. Al leer la palabra “temor” inmediatamente nuestro cerebro lo asocia a algo malo, algo terrible o adverso. Sabemos que el miedo o el temor son dos grandes enemigos del hombre, nos paraliza, nos detiene, la mayoría de las veces el miedo lo sentimos cuando es algo que no conocemos, algo que no dominamos, pero eso no es el temor a Dios.
Entonces, ¿qué es temer a Dios?
Cito a McArthur con su comentario bíblico (Proverbios 1:7 – El temor a Jehová) “El temor es un estado de la mente en el que las propias actitudes, la voluntad, los sentimientos, las acciones y los objetivos cambian por los de Dios”. El tema que sobre sale en los Proverbios es el temor a Dios, vemos en Proverbios 9:10 que el temor a Dios es el principio de la sabiduría y en Proverbios 1:7 El temor al Señor es la base de la verdadera sabiduría, ¿vemos cómo se relacionan el conocer a Dios pero también el temerle?.
El temor a Dios no es algo terrible, todo lo contrario, temer a Dios nos hace conocerle, nos hace conocer su divinidad, su santidad y su bondad, nos hace cuestionarnos en ¿cómo Dios siendo tan bueno y santo, haya decidido salvarnos? Solo por el hecho de que Dios nos haya salvado por medio de Cristo, ni siquiera por un mérito propio nos debe ayudar a ver que le debemos respeto y esto nos hace temerle solo por quién es él, Dios nuestro Salvador.
Temor y no terror
Veamos lo que Jesús nos recuerda en Lucas 12:4-5 que a quien debemos temer es a Dios porque él tiene el control de las circunstancias temporales y de nuestro destino eterno, no permitamos que el temor a alguien o a algo nos impida maternos firmes en nuestra fe, el temor a Dios nos debe producir terror ante nuestro pecado y que como cristianos debemos vivir con temor a Dios.
El temor o el miedo no debe predominar sino el perfecto amor a Dios, porque el amor echa fuera el temor 1 Juan 4:18.
El temer a Dios por quien es Él
Si en nuestro día a día consideramos el miedo, temor que debemos tener ante Dios, ante las consecuencias de pecar contra Dios, sin embargo, no podemos vivir basados solamente en el temor que tenemos a Dios, eso nos llevaría a no confesar nuestros pecados, Dios es nuestro Padre podemos acercarnos a él gracias a los méritos de Cristo, debemos temer a Dios pero también agradecer a Dios por quién es él, por el regalo tan grande que nos ha dado de la salvación.
Gocémonos en caminar y vivir para Dios, ese es el verdadero temor porque tenemos su favor, su gracia y hemos sido afortunados al tener su misericordia, puesto que somos indignos.
Temamos a Dios en nuestro diario vivir
¿Cómo podemos temer más a Dios? Sabemos que el temer trae consigo la obediencia, pero no basta con solo saberlo, debemos estar conscientes de su presencia, debemos ser conscientes que Dios nos ve, conoce nuestros pensamientos y también todas las circunstancias de nuestras vidas.
No podemos escondernos de su presencia, si sabemos que Dios está presente en todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas, esto nos ayudará a frenarnos al pecar nos hace huir de la tentación y nos hace también guardar nuestro corazón.
El temor a Dios nos hace sentirnos seguros de su amor, porque Él nos ve por el simple hecho de que es Dios y él nos ama a pesar de quienes somos.
7 ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? 8 Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol[a] preparo mi lecho, allí estás tú. 9 Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, 10 aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Salmo 139:7-10
Dios que es Santo, quien nos ha salvado, nos observa y nos conoce, temamos a Dios porque Él es digno de ser temido.