Por Diego Portillo
CRISTO, SEÑOR DE LA CREACIÓN
Colosenses 1:15-17
Estamos ante uno de los pasajes más maravillosos en esta carta, y de toda la Biblia. Luego de hablar sobre los efectos que el evangelio de Cristo había tenido en los colosenses (1:3-8), de rogar que Dios les diera lo necesario para vivir una vida digna de Cristo (1:9-12), y de destacar la redención que los creyentes tienen en Cristo (1:13-14), Pablo pasa a describir en términos maravillosos a ese Cristo que es el objeto de la fe de los colosenses, y de la nuestra (1:15-20).
Estos versículos se han identificado tradicionalmente como un himno de exaltación poética a Cristo como Señor de todas las cosas. Al leerlos detenidamente, encontraremos que los versículos 15 al 17 hablan de Cristo como el Señor de la creación, mientras que los versículos 18 al 20 hablan de Él en relación con su señorío sobre la iglesia. Veamos primero a Cristo como el Señor de la creación.
Cristo es la imagen del Dios invisible
Esta declaración sencillamente va más allá de mi limitada comprensión. Por tanto, debemos recurrir a algunas citas que nos aclaren esto((Los énfasis han sido añadidos para destacar los puntos importantes de cada versículo.)):
[Cristo], existiendo en forma de Dios…se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres (Fil. 2:6-7).
En el principio era [ya existía] el Verbo, y el Verbo era [estaba cara a cara] con Dios, y el Verbo era [era de la misma naturaleza de] Dios…Y aquel Verbo fue hecho carne…A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo del Padre, él le ha dado a conocer (Jn. 1:1, 14, 18)
Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: muéstranos al Padre? (Jn. 14:7-9)
[Cristo] es el resplandor de su gloria [de Dios], la imagen misma de su sustancia (Heb. 1:3).
[En Cristo] habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9).
Por estos y otros versículos podemos ver que Cristo es la representación exacta de Dios. Lo que aquí quiere Pablo poner de relieve es que en Cristo es donde únicamente se puede contemplar al Invisible.((
Comentario Bíblico Matthew Henry, editorial CLIE, p. 1708)) En otras palabras, si quieres conocer a Dios, mira a Cristo; Él revela verdaderamente al Dios invisible y comparte todos sus atributos, pues Él mismo es Dios.
Cabe destacar aquí dos puntos importantes que tienen que ver con los nosotros. Primero, la Biblia dice que Satanás cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios (2 Cor. 4:4). Segundo, el mismo pasaje declara que Dios mismo, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo (2 Cor. 4:6). Esto es muy importante, pues podemos darnos cuenta de que solamente en Cristo podemos ver la gloria de nuestro gran Dios, y que si no es por la influencia misma del Espíritu Santo, nadie podría tener la luz para ver esa gloria, pues todos están cegados a causa de la esclavitud en la que viven.
Para pasar al siguiente punto, el razonamiento de William Hendriksen nos es muy útil:
Ahora bien, si el Hijo es la imagen misma del Dios invisible, y si este Dios existe de la eternidad a la eternidad, de aquí se sigue que también el Hijo debe ser eternamente la imagen de Dios. Por lo que a su deidad respecta, no puede ser parte de la categoría de tiempo y espacio. No puede ser una mera criatura, sino que debe estar en una clase aparte por sí mismo, esto es, elevado grandemente por sobre toda criatura.((William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: Colosenses y Filemón, Libros Desafío, p. 88))
Cristo es el primogénito de toda creación
Cuando leemos que Cristo es el primogénito, podemos incurrir en un error tremendo si vemos la palabra primogénito como indicando tiempo. Podríamos pensar que Cristo es la primera creación de Dios, y rebajar así su divinidad a un simple mito. Sin embargo, lo que este texto indica no es que Cristo fue el primer ser que Dios creó, sino que Cristo tiene señorío sobre toda la creación.
Recordemos que, en el lenguaje de la Biblia, la palabra primogénito significa mucho más que primero en nacer. El primogénito de cada familia era el que tenía el derecho absoluto sobre todo aquello que esa familia poseía. No es casualidad que Jacob y Esaú tuvieran problemas por la primogenitura, pues ésta representaba el lugar de primera importancia; era el primogénito quien recibía bendición y poder sobre toda su familia y el patrimonio de su padre.
El salmo 89:7 habla sobre el Rey, descendiente de David, es decir, Jesús, y el Señor hace la siguiente promesa:
Yo también le pondré por primogénito,
El más excelso de los reyes de la tierra.
El poner a Cristo como primogénito significa entonces que Él está en el lugar más excelso sobre los reyes de la tierra. Y no solamente sobre los reyes de la tierra, sino sobre todos los reinos. Y no solamente está sobre todo reino, sino que Él mismo es el rey de todo cuanto existe.
Esto está confirmado por el versículo 16, que dice de la siguiente manera:
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
¿Hay algo aquí que no haya sido creado para Cristo? ¿Hay algo aquí sobre lo que Cristo no tenga dominio y autoridad absoluta? De ninguna manera. Cristo tiene la supremacía sobre todas las cosas que existen desde el principio.
Es increíble pensar que muchas veces creemos ser dueños del mundo, de una empresa, de un país, de nuestra vida misma. Eso, por supuesto, está totalmente en contra del señorío de Cristo. Aun si los reyes de la tierra se juntan y conspiran en contra del maravilloso Hijo de Dios, estamos seguros de que el que mora en los cielos se reirá, el Señor se burlará de ellos.
Notemos estas maravillosas palabras del salmo 2:
Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;
Admitid amonestación, jueces de la tierra.
Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor.
Honrad al Hijo, para que no se enoje,
y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Cristo es Dios Eterno y Sustentador de la Creación
El versículo 17 también deja claro que Cristo no es el primogénito en el sentido de haber sido creado, pues dice: Y él es antes de todas las cosas. Esto nos lleva inevitablemente a pensar en textos como Juan 1:1, donde se afirma que en el principio, cuando todas las cosas comenzaron a existir, cuando el tiempo y espacio vinieron a la existencia por la poderosa Palabra de Dios, el Verbo ya existía.
Cristo mismo dice en Juan 17:5 que por haber glorificado al Padre en la tierra y acabar la obra que se le había encomendado, el Padre le glorificara “con la gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” creado. Esto nos comunica que Cristo es el gran Dios eterno. Cristo es, en efecto, la Segunda Persona de la Trinidad, y comparte la misma gloria y los mismos atributos que el Padre y el Espíritu Santo.
Además de eso, el versículo también dice que todas las cosas subsisten en Cristo. Desde que descubrí este maravilloso versículo, siempre he tenido la idea de que sería un tremendo caos cósmico si Cristo dejara por un milisegundo de sostener la Creación con el poder de su Palabra (He. 1:3). Como lo expresa el pastor John MacArthur, “Cristo sostiene el universo y preserva el equilibrio necesario de fuerza, masa y energía para la existencia y continuidad de la vida.”((Biblia de Estudio MacArthur, Grupo Nelson, p. 1684)) Es increíble pensar en esta gran verdad, pues nuestras mentes se inclinan siempre a obviar el hecho de que si tenemos estaciones, brisa refrescante, mares que no se salen de sus límites, siembra y cosecha, y todo lo demás que existe, es por pura casualidad. Sin embargo, la verdad es que Cristo mismo está sustentando el universo en este mismo momento por su poderosa Palabra.
Probablemente los creyentes colosenses llegarían a sentirse agobiados al escuchar que otros negaban que Cristo fuera suficiente para la salvación, y que no era más que una masa de energía como cualquier otra. Pero Pablo, de la manera más increíble, escribe estas grandes verdades que todos debemos valorar como lo más preciado en la vida. Cristo no es un simple ser humano, ni un fantasma, y mucho menos un ángel. Cristo es mayor a todos los atractivos de la vida. Cristo es Creador, Dueño, Rey, Redentor, Sustentador. Él no tiene paralelos ni mucho menos superiores, Cristo es el Señor de la creación, y sus hijos pueden descansar gozosamente en esa gran verdad.
¡Dios te bendiga!