¿Has experimentado alguna vez la ausencia de Dios a pesar de que has profesado la fe en Jesucristo?, si tu respuesta es afirmativa ¡bienvenido al club!, somos muchos los que hemos experimentado la ausencia de Dios, incluyendo al rey David (Sal. 27.9). ¿Está Dios realmente ausente? La respuesta es no, Dios no está ausente ni abandona jamás a sus hijos (Mt. 28.20). Entiendo que el origen de tales pensamientos puede ser 1) un pecado cometido no confesado, 2) un pecado cometido confesado acompañado de arrepentimiento o bien, 3) una falta de respuesta divina en medio de una situación difícil a pesar de una vida piadosa.
En el primer caso de un pecado cometido no confesado, he visto cómo regularmente pareciera que la amnesia ataca al cristiano, pues la Biblia nos enseña, y además promete que si confesamos nuestros pecados alcanzaremos misericordia (1 Jn. 1.9), ¿por qué es tan común que muchos cristianos olviden esta promesa? Existen algunas posibles razones: consciente o inconscientemente estamos practicando una salvación por obras por lo que se nos olvida que hay una gracia que Cristo otorga para obtener perdón, o una razón que puede ser grave y que debo mencionar es que se debe revisar la percepción de nuestra salvación, debemos examinar nuestro estilo vida a través de las Escrituras para determinar si realmente se ha experimente un nuevo nacimiento y hay evidencias de cambios en nuestro comportamiento, la sensación de soledad puede ser una falta de arrepentimiento y un indicativo de la gracia de Dios provocando tristeza para salvación, la tristeza que no es para muerte sino para vida (2 Co. 7.10).
En el segundo caso, un pecado confesado acompañado de arrepentimiento, la soledad se puede experimentar también por una falta de comprensión del perdón de Dios y por el sentimiento de indignidad por la falta cometida, Dios perdona y olvida los pecados que perdona por amor a sí mismo (Is. 43.25), ¿no deberíamos nosotros también aceptar ese perdón para el beneficio de nuestras almas? Si tratamos este caso con honestidad, la gran mayoría de cristianos confesaríamos que cuando hemos pecado la indignación nos invade y vienen sentimientos de vergüenza y miedo como le sucedió a nuestros primeros padres, Adán y Eva, pero no cometamos el mismo error que ellos cometieron, no huyamos ni nos escondamos, no perdamos la perspectiva correcta de Dios, si el arrepentimiento ha sido genuino, recibiremos el perdón de Dios, Dios jamás desecha al contrito de corazón, Él habita con los humillados y quebrantados de corazón (Sal. 51.17, Is. 57.15, Is. 61.1). Aceptemos el amor y la misericordia de Dios cuando viene hacia nosotros para arroparnos y protegernos (Gn. 3.21).
En el tercer y último caso, una falta de respuesta divina en medio de una situación difícil a pesar de una vida piadosa, no estamos solos en cuanto a cometer este error al pensar que hemos sido abandonados o dudamos de la providencia y el cuidado de Dios, recordemos el caso de Juan el Bautista cuando dudó acerca de la identidad de Jesús (Mt. 11.2-3); es justo, necesario y provechoso para nuestra vida cristiana ser probados por Dios para que la prueba traiga a luz la condición de nuestros corazones y que podamos considerar si debemos o no corregir actitudes pecaminosas, debemos ser valientes pidiéndole a Dios que nos pruebe periódicamente para que podamos crecer en santificación, me gusta comparar las pruebas de Dios y el resultado de dichas pruebas con una piscina dónde la basura sale a flote para entonces ser removida por el limpia piscinas, la piscina es nuestro corazón, la basura es nuestro pecado y el limpia piscinas somos nosotros con la responsabilidad humana de corregir nuestras actitudes para guardar los mandamientos que el Señor nos ha mandado (Dt. 8.2) (posiblemente este ejemplo no encuentre sustento teológico para algunos pero es la manera más clara que encontré para dar mi punto de vista), confiemos pues en Su obra, lo que Él ha empezado lo perfeccionará (Fil. 1.6), somos barro en Sus manos (Lm. 4.2, Ro. 9.21). También debemos recordar que nuestro Señor prometió que habrían aflicciones, pero que confiáramos en lo que Él ya ha hecho, venció por nosotros (Jn. 16.33), vivimos en un mundo malvado aunque no pertenecemos a este mundo, sin embargo, seremos perseguidos por causa del Gran Nombre, hemos sido comisionados con un mensaje, hemos recibido honra al ser tomados en cuenta por el Salvador para ser parte de Su plan redentor para la humanidad siendo heraldos del evangelio y partícipes de la salvación de muchos “Sólo porque sientes que Dios está ausente no significa que lo está, sólo porque no puedes observar sus huellas no significa que no está caminando a tu lado. Si tú eres un creyente, ese sentimiento de estar solo es siempre una ilusión. Sí, siempre”. –J.D. Greear
no perdamos el enfoque como le sucedió al salmista Asaf al creer que en vano servía a Dios al ver la prosperidad de los malvados (Sal. 73), no servimos para obtener algo de la mano de Dios, servimos por lo que ya hemos obtenido de Su mano, ser asidos del fango del pecado y la muerte de nuestro espíritu para obtener el regalo de la salvación eterna en Cristo Jesús es más que suficiente para nosotros. Sintetizando en este punto, llevar una vida piadosa y no obtener resultados o respuestas a nuestras peticiones no significa que Dios está ausente, muchas veces Dios trabaja en silencio.