Nota del editor: Todos los artículos que conforman esta serie están disponibles en una sección exclusiva. Puedes dar click aquí para consultar la sección.
La Iglesia es Una
Por Emmanuel Alfonzo
Soy un pastor reformado. Comienzo mi artículo informando esto y corriendo el riesgo de que tal vez más de uno deje de leer en este momento, porque los reformados hemos ganado una reputación de “fariseos” y divisores de la iglesia evangélica a causa de dos cosas principalmente: La doctrina reformada y el mal uso de ella.
Cuando el Señor, en su gracia, abrió mis ojos para comprender correctamente el Evangelio (después de más de 20 años de un pseudo cristianismo), a través del evangelio de Juan, con la ayuda de una pequeña Biblia de estudio esquematizada; mi primer reacción fue tratar de hacerle saber a todo mundo las verdades del Evangelio, y es así hasta el día de hoy; pero he de reconocer que en mi afán de hacerlo, también me volví combativo en contra de todo lo que yo consideraba falsa doctrina, falsos maestros, herejía, etc. provocando de alguna manera un sesgo en mi relación con algunos cristianos e incluso con grandes amigos.
Muchos de mis argumentos eran doctrinalmente correctos; muchas de las veces, algunos de ellos se ofendían simplemente con la doctrina, pero la mayoría de las veces sucedía por mi manera confrontadora de expresarla, principalmente en redes sociales.
Este es solo un pequeño ejemplo de algo que puede causar división entre el cuerpo de Cristo, pero hay muchas más, tales como falsas doctrinas, actitud de superioridad, confundir nuestras posturas doctrinales con el Evangelio, etc.
¿Pero queé dice la Biblia acerca de la unidad de la Iglesia?
Sin duda en todo el nuevo testamento encontramos un énfasis muy marcado en la promoción de la unidad y en evitar romperla.
Y aunque mi intención es profundizar en las bendiciones de la unidad de la iglesia, también hemos de considerar lo siguiente:
Unidad no es ecumenismo.
El nuevo testamento también es muy enfático en cuanto a las falsas doctrinas, falsas religiones y los falsos maestros que provocan divisiones y confusión en la iglesia y afirma que “13 son olas furiosas del mar, que arrojan como espuma su propia vergüenza; estrellas errantes para quienes la oscuridad de las tinieblas ha sido reservada para siempre.” Judas 13. Y exhorta a las iglesias y a los pastores de las iglesias a apartarse de ellos, guardarse de ellos e incluso confrontarlos con la verdad.
El pueblo evangélico es llamado a considerar el Evangelio, y a la unidad como una marca distintiva de éste, que a su vez marca una diferencia en un mundo de por sí tremendamente dividido en clases raciales, socioeconómicas, políticas, culturales, ideológicas, religiosas, etc.
La unidad de la iglesia es la voluntad de Dios.
Jesús oró al Padre en Juan 17:21-23
21 para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.
El libro de los Hechos nos narra el inicio de la iglesia como una sola. Y también nos relata las primeras “divisiones” que surgieron a causa de discrepancias doctrinales (no fundamentales, Hechos 15:1-35) o diferencias personales (Hechos 15:36-41) pero que finalmente mantenían una cohesión basada en los elementos imprescindibles del Evangelio, descritos más adelante en nuestro artículo, y cómo Dios en Su soberanía, no solo las permitió sino que las utilizó en beneficio del avance y la expansión del Evangelio.
¿Qué debemos hacer nosotros?
El apóstol Pablo en el pasaje de Efesios 4:1-16 nos muestra un camino a seguir partiendo de la consideración de lo que Cristo hizo en la Cruz para que nosotros fuésemos reconciliados con Dios. El Evangelio.
Veamos.
1.- Efesios 4: 1-3 La unidad de la iglesia debe ser preservada.
Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
¿Alguna vez has pensado que algunos hermanos en Cristo son difíciles de soportar o de amar? ¿Tal vez tu mismo eres difícil de soportar o amar? Mi respuesta es un rotundo sí en ambos casos.
Pablo nos llama a esforzarnos por preservar la unidad de la iglesia y destaca el hecho de que esto no es posible sin el fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas, específicamente la mansedumbre que nos ayude a soportarnos los unos a los otros en amor.
2.- Efesios 4: 4-6 Los elementos que nos hacen uno como iglesia son las realidades eternas que compartimos los creyentes. Esto es lo esencial. El Evangelio.
4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, 6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
Mientras las doctrinas esenciales del Evangelio permanezcan en el centro, nuestras diferencias litúrgicas no deben ser motivo de división o desunión. Seguimos siendo parte del único cuerpo de Cristo.
3.- Efesios 4: 7-12 Cristo ha dotado de dones a los hombres que sirvan para edificación de Su cuerpo.
7 Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8 Por tanto, dice:
Cuando ascendió a lo alto,
llevo cautiva una hueste de cautivos,
y dio dones a los hombres.
9 (Esta expresión: Ascendió, ¿qué significa, sino que El también había descendido a las profundidades de la tierra? 10 El que descendió es también el mismo que ascendió mucho más arriba de todos los cielos, para poder llenarlo todo.) 11 Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, 12 a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo;
Nuestro Señor ha dotado de dones y habilidades a los miembros de Su iglesia para la edificación de ella. El problema la mayoría de las veces radica en nuestra propensión humana hacia el orgullo al buscar la exaltación sobre los demás, la falta de amor y la búsqueda del beneficio propio por encima del bien común en el ejercicio de estos dones.
4.- Efesios 4: 13-16 El resultado es el crecimiento y la madurez de la iglesia en lo colectivo y en lo individual.
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error; 15 sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor.
La unidad está íntimamente ligada con la madurez y el crecimiento efectivos de la iglesia y Pablo dirige nuestra atención hacia los grandes beneficios que logra cuando funcionamos, según su analogía del cuerpo humano, correcta y saludablemente. ¡El beneficio es enorme! Mientras que la división, por ende produce el efecto totalmente contrario.
Divide et impera. “Divide y vencerás”. Sin importar a quien se le atribuya esta famosa frase; ya sea a Julio César o Napoleón, sin duda el dueño del copyrigth es Satanás quien ha usado éste algoritmo desde el principio para acarrear grave daño a la iglesia que Cristo compró con su sangre a través de diferentes medios y personas y, como vimos en el texto bíblico debemos ser siempre cautelosos de identificar correctamente al verdadero enemigo; como dijo el Pastor Miguel Nuñez durante la conferencia Fieles a Su Llamado: “Tu hermano no es tu enemigo”.
Finalmente.
La Biblia nos anticipa un hermoso escenario en Apocalipsis 7:9-10 9 Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. >>En el que los redimidos existen en unidad, diversidad, unanimidad, no hay distinción entre ellos, incluso visten igual y hacen todos una misma cosa >> 10 Y clamaban a gran voz, diciendo:
La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.
¿Puedes verte en ese lugar con todos los santos redimidos, incluso aquellos que no eran de tu denominación, o de tu tendencia doctrinal, o aquellos a quienes ofendiste o te ofendieron voluntaria o involuntariamente, pero que también fueron comprados por Cristo por el mismo precio que tú para adorar juntos al cordero de Dios por la eternidad?
Podemos comenzar aquí. Debemos comenzar aquí. Busquemos preservar la unidad. Busquemos cumplir el anhelo del Señor manifestado a través del anhelo de Pablo: “Que vivamos como es digno de la vocación con que hemos sido llamados”.
Sin duda el papel de la iglesia evangélica para éste tiempo es sumamente importante y relevante pero es igualmente importante y relevante para la iglesia misma permanecer unida como un cuerpo, sometido al señorío de su cabeza que es Cristo para que su labor sea efectiva y “para que el mundo crea que Él nos ha enviado”.
Que Dios nos ayude a ser fieles en ésta tarea.
Manténte atento o atenta a la serie. Esperamos que la disfrutes y la compartas con tus hermanos de la iglesia, tus familiares, tus amigos y tus conocidos.
Pregunta: ¿Estás trabajando en la unidad de la iglesia o estás provocando división? Déjanos un comentario presionando el botón.
Sigue la serie completa aquí. Otros artículos de la serie: