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La locura de la cruz | Walter Jolón

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Abr22014

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Por Walter Jolón

El Evangelio a través del paso de los siglos ha venido mutando, cambiando; los hombres lo han acomodado a los gustos y necesidades de la gente, a tal punto de que ahora todo es motivacional, positivismo, muchos ministros han convertido el evangelio en mercantilismo. Todo a gusto del cliente.

Recordemos que todo evangelio manipulado es un falso evangelio, es anatema, maldito.

Muchas personas ahora son fácilmente ofendidas cuando escuchan una confrontación a su forma pecaminosa de vivir.

Para muchos un mensaje de más de media hora es muy aburrido, muchos quisieran estar solo en el tiempo de la “alabanza y la adoración”.

Pero por la gracia y misericordia del Señor, aún hay un remanente que se mantienen en la verdad. Sus convicciones están intactas, no predican un evangelio acomodado ni antojadizo.

Ese es el Evangelio que debemos predicar, que aunque parezca duro y ofensivo es el evangelio que salva las almas de los hombres.

Un hombre podrá darse cuenta que los deleites temporales que pueda perder en la tierra no se compararían jamás a la Vida Eterna que Cristo puede otorgarle por medio de su arrepentimiento y su nuevo nacimiento.

“25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”

Lucas 9.25, RVR60

 

“18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.”

1 Corintios 1.18–24, RVR60

 

“25 que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría.”

Isaías 44.25, RVR60

 

¿Por qué la palabra de la cruz se convirtió en locura para los que se pierden?

Por el significado de la cruz.

El uso de la cruz tuvo su origen en los persas, asirios, cartagineses, fenicios y egipcios.

Al principio se utilizaba un solo madero.

El uso de la cruz como castigo fue adoptado por los griegos y romanos quienes modificaron el uso primitivo del madero añadiéndole un madero transversal (patibulum).

Tipos de cruces:

  • La griega o de brazos iguales como en forma de “+”.
  • La decusata andreana o de aspa como en forma de “X”.
  • La crux commisa o antoniana que semejaba una letra “T” y consistía en un madero vertical con una vara que cruzaba en la parte superior.
  • La cruz latina o crux immisa con el madero atravesado cerca de un tercio más debajo de la posición superior.

Este fue el tipo de cruz donde crucificaron a Jesús por cuánto permitía mejor que las otras la fijación, en la parte superior, el nombre, el título, y el crimen del reo.

“37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.”

Mateo 27.37, RVR60

El rótulo de la cruz de Cristo únicamente llevaba el nombre y el título porque Pilato no encontró crimen o delito alguno en Él.

¿Quiénes morían crucificados?

Morir en la cruz era una forma horrible de pena capital.  La crucifixión era una forma de ejecución repugnante, denigrante, reservada para lo peor de la sociedad.  Los romanos veían a cualquier crucificado como digno de absoluto desprecio. Usaban la cruz solo para la escoria, para los humillados, para los más bajos de los más bajos.

La locura

Morir crucificado era un insulto degradante, y la idea de adorar a un individuo que había muerto crucificado era absolutamente inimaginable e inconcebible.  Hoy no vemos que crucifiquen a nadie como en el siglo I es por eso que de alguna forma el impacto de la crucifixión se pierde para nosotros.

Los judíos demandaban señal, esperaban algo espectacular, grandioso, sobrenatural que identificara al Mesías prometido. No les bastaban los milagros que Jesús hacía, ellos buscaban un súper milagro que todos pudieran ver y decir “Esa sí es la señal”

Los griegos buscaban sabiduría a través de algún conocimiento filosófico, una idea elevada, una experiencia fuera del cuerpo.

Los judíos querían señal y los griegos querían sabiduría. Dios les dio exactamente lo contrario.  Los judíos recibieron un Mesías crucificado: escandaloso, blasfemo, hiriente, increíble. Para los griegos que buscaban conocimiento, algo elevado ver a un Dios creador del universo crucificado era una insensatez.

El proceso de la crucifixión

Empieza con los azotes.

Hay un poste de aproximadamente 60 centímetros, las muñecas son atadas a unos anillos de hierro con firmeza.

Romanos profesionales son asignados para llevar a cabo el castigo, el flagelo romano, un látigo con mango corto con varias cadenas finas de hierro que terminaban en pequeños pesos.

El arte de azotar también se conocía como la “pre-muerte”, que precedía a la “gran muerte”: la crucifixión.

El primer azote empieza cortando el viento y golpeando la espalda y los hombros, despellejando a un hombre vivo.

Con cada azote con el flagelo el cuerpo de la víctima se estremece por el dolor, hay dolor más allá del propio dolor.

La ley hebrea permitía un máximo de 39 azotes.

La única norma para los romanos era dejar vivo al preso, dejarle un soplo de vida para afrontar la agonía de la cruz.

Únicamente la pérdida de conciencia sería un alivio para el azotado.

El cuerpo de la víctima es despegado del poste, sus heridas eran limpiadas mas no desinfectadas.

El siguiente paso era el camino hacia la ejecución.

El condenado debía cargar con su propio instrumento de muerte.

A los políticos romanos les encantaba mostrar cómo condenaban a los hombres. La lenta y larga procesión a lo largo de las calles públicas fue diseñada para servir como advertencia a otros.

Normalmente, un centurión era asignado como el verdugo o carnifex (carnicero) servorum (siervo).  Ejecutor público de Roma que ejecutaba personas de los niveles más bajos.

Mientras cuatro soldados sujetaban al prisionero, el verdugo colocaba un clavo de aproximadamente 13 cms. en la palma de su mano. Con un golpe hábil lograba que el clavo atravesara el patibulum, cuatro o cinco golpes más lo aseguraban en la áspera madera. Hacia lo mismo para la otra mano.

Una pequeña pieza saliente, similar a un cuerno de rinoceronte llamada “sedile” se colocaba en la entrepierna. Esta servía para quitarle peso de las manos del condenado.

El siguiente paso era clavar los pies.

Todo era oscuridad y dolor, dolor y oscuridad.

El dolor en la espalda, las manos, los pies y la entrepierna era insoportable, punzante e interminable.

El dolor va en aumento, se multiplica, se acumula, no hay respiro.

La cruz se plantaba de forma que la luz del sol penetrara en la mayor medida en los ojos del prisionero.

Es una escena macabra.

Abajo, la multitud espera curiosa, fascinada por la tortura. La escena se desarrolla lentamente.

En la cruz yace la víctima totalmente desnuda.

Es un acto absolutamente obsceno. Un espectáculo público. Una vergüenza.

Empieza la sed, los labios están secos, la boca agrietada, la sangre caliente, la piel quema.

Se niega el agua.

A los pies de la cruz, el escuadrón de la muerte bebe en presencia del moribundo para atormentarle más. La luz del sol se postra directamente a los ojos del crucificado. La lengua se espesa. Lo que era saliva ahora se convierte en algo parecido a la lana. Las manos y los pies empiezan a hincharse. El “sedile” se clava en las partes innombrables. Resulta difícil girarse o cambiar de posición. Los músculos empiezan a engarrotarse.

El verdadero horror solo acaba de empezar.

Uno a uno los músculos empiezan a acalambrarse. No hay forma de librarse, los calambres se extienden a los hombros y el tórax, también alcanzan el abdomen.

Después de dos horas en la cruz, todos los músculos del cuerpo están engarrotados y la agonía cada vez es más intensa. Los hombres gritan hasta volverse locos.

El dolor y los síntomas son similares a la enfermedad del tétanos (violentas contracciones musculares continuas provocadas por una bacteria).

El hombre, ni con toda su inteligencia, ha podido concebir muerte como la del tétanos con la contracción lenta y continua de cada musculo del cuerpo.

La muerte por crucifixión alarga la agonía tanto como sea posible.

Cada hora es una eternidad.

Hay moscas, insectos y se oyen los aullidos de los perros por el olor de la sangre que penetra sus orificios nasales. Aves carroñeras en el cielo, vuelan en círculos cada vez más bajos.

Las oraciones parecen una burla, solo queda orar o maldecir.

Con el transcurso de las horas los vasos sanguíneos que alimentan los nervios se aprietan y con la falta de circulación empieza a notarse la sensación de parálisis.

En la cruz nunca llega el final de la agonía, solo cambia el tipo de sufrimiento y el dolor.

Con el paso de las horas los soldados tratan de acelerar la muerte. Empiezan a romper los huesos. Con la ayuda de una escalera, un experimentado legionario se subía para destrozar el fémur izquierdo y derecho del prisionero con un mazo.

Estas son nuevas formas de dolor.

¿Podría existir un dolor más intenso del que estamos describiendo?

“13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),”

Gálatas 3.13, RVR60

 Este es el significado de la crucifixión.

La cruz es sinónimo de muerte.

“23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.”

Lucas 9.23–24, RVR60

La cruz puede ser locura para nosotros mismos. Cuando Jesús hablaba de cruz, la gente de esa época no podía más que pensar en muerte, humillación y vergüenza.

Para los judíos y griegos se convirtió en locura porque no entendieron el significado de la palabra de la Cruz.

Y eso mismo ha estado pasando en la iglesia hoy en día, la cruz es locura para nosotros mismos.

Esperamos alguna señal como los judíos para poder servirle.

 

Si la señal no viene, nos desesperamos y nos vamos:

  • no veo lo que me ofrecieron,
  • no veo las grandes bendiciones que he estado esperando
  • no veo resultados
  • creo que Dios ni existe
  • por gusto vengo a la iglesia, los que no vienen si prosperan y yo no
  • no hay respuesta a mis oraciones

Esperamos poder conocer y entender al igual que los griegos qué es lo que Él quiere hacer cuando nos viene una prueba.

Buscamos conocimiento sin Presencia.

Debemos de cuidar lo que decimos o esperamos del Señor porque eso puede detener nuestro discipulado. Las señales ya fueron hechas, la sabiduría de Dios ya fue revelada en Cristo.  El problema de nuestra falta de entendimiento de la voluntad de Cristo puede ser porque aún estamos metidos en la esfera del falso evangelio.

Probablemente creímos un evangelio que nos ofrecía comodidades, salud, dinero, fama, bienes materiales, etc.  Si nuestra vida cristiana aún está en esa esfera del falso evangelio seguramente ese mismo evangelio falso vamos a estar enseñando.

Debemos volver al evangelio verdadero. El verdadero evangelio es sufrido, es sangriento, ataca de forma directa al pecado para obtener como resultado la confesión y el arrepentimiento genuino de hombres y mujeres porque fueron atraídos por un evangelio genuino, bíblico.

El verdadero evangelio es:

  • Destructivo, destruye las obras del diablo y las deshace
  • Sufrido, la persona humana queda relevada por la persona de Cristo
  • Ofensivo, incomoda a los hombres y mujeres que viven en pecado
  • Salvador, ofrece una alternativa a la condenación en el fuego eterno, ofrece la Vida Eterna.

Una mayoría no ha comprendido la dimensión de las condiciones que pone Jesús para poder ser su discípulo.

  1. Negarse a sí mismo
  2. Tomar su cruz cada día
  3. Seguirlo

Tomar la cruz consiste en dejar todas nuestras comodidades, es auto crucifixión, auto negación.

En el original griego “negarse” significa “rehusar asociarse con”.

La idea es que si uno quiere ser discípulo de Cristo y recibir perdón y vida eterna, debe rehusar asociarse ¡con la persona que uno mismo es!

Es dejar todos nuestros planes personales a un lado.

Seguir a Cristo puede incluso provocar serios problemas en el hogar, tal vez los problemas serán peores en lugar de mejorar y aun así estar dispuesto a seguirle.

Es dejar de seguir las riquezas terrenales por seguir una riqueza mayor que es Jesucristo.

Tomar la cruz incluso es estar dispuestos a soportar la humillación, la burla, la crítica, el rechazo de amigos o compañeros de trabajo.  Tomar la cruz es estar dispuestos a soportar el escarnio de la gente: que nos llamen hipócritas, fanáticos, charlatanes, etc.

Tomar la cruz es tener derecho a la corona de Cristo.

¿Será este el mensaje del evangelio moderno?

Definitivamente no.

La palabra auto negación ha desaparecido del evangelio moderno. El solo hecho de mencionarla pareciera una ofensa, una palabra desagradable.

  • La gente no quiere escuchar más sobre santidad,
  • La gente quiere saber cuál es la solución a sus problemas familiares, financieros,
  • Cuál es la fórmula para tener dinero,
  • Cómo puedo pagar mis deudas
  • Cómo puedo obtener la felicidad sin tanto esfuerzo y sacrificio.

Todo aquel que tome la cruz está dispuesto a perder la vida.

La auto negación consiste en:

  1. Estar dispuestos a descartar nuestros bienes terrenales
  2. Negarnos a los deseos mundanales
  3. Negarnos incluso al derecho de la vida y entregar nuestra vida, si fuera necesario
  4. Someternos a Su voluntad
  5. Seguirlo a donde quiera que nos pida que vayamos

La senda que Jesús seguía era la senda de la persecución y la muerte.

La pregunta es

¿Aún estamos dispuestos a seguirle?

¿Qué haríamos en caso de una calamidad, una tragedia?

Es una pregunta difícil, seguramente dura.

¿Qué estamos dispuestos a soportar por amor a Él?

“24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”

Juan 12.24, RVR60

Si el trigo no cae y muere, queda solo.

Pero si muere, lleva mucho fruto.

Lo que sufrimos primero que nada es la muerte de:

  • Todas las esperanzas
  • Todas las ambiciones
  • Todos los deseos
  • Todos los anhelos
  • Todas las necesidades humanas

“13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”

Mateo 7.13–14, RVR60

 

“23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.”

Lucas 13.23–24, RVR60

¿Por qué es tan difícil entrar?

El problema es la importancia propia, es la realidad que reina en la condición humana caída: El hombre es el amo de su propia alma, capitán de su propio destino, monarca de su propio mundo.

“33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”

Lucas 14.33, RVR60

El costo de seguir a Jesús

Así que si queremos seguir a Jesús, nos costará absolutamente todo.

  1. Quizá el Señor no nos quite la vida físicamente
  2. O no nos quite nuestro dinero
  3. No nos quite nuestra familia ni a nuestro cónyuge
  4. Tal vez no nos quite nuestro trabajo

Pero debemos estar dispuestos a dejarlo todo, si eso es lo que Él pide.

Una iglesia que predica la Cruz debe ella misma estar marcada por la Cruz.

La oración de un hombre santo

“Señor, alto y santo, manso y humilde, hazme aprender por la paradoja de que el camino hacia abajo es el camino hacia arriba, que ser humilde es ser elevado, que el corazón quebrantado es el corazón sanado, que el espíritu contrito es el espíritu que se regocija, que el alma arrepentida es el alma victoriosa, que no tener nada es poseerlo todo, que llevar la cruz es tener la corona, que dar es recibir. Hazme hallar tu luz en las tinieblas, tu gozo en mi tristeza, tu gracia en mi pecado, tus riquezas en mi pobreza, tu gloria en mi valle, tu vida en mi muerte.”

¿De qué fuimos salvados?
¿Por qué fuimos salvados?
¿Para qué fuimos salvados?

Dios le dio propósito a Su hijo. Él lo cumplió en la cruz. Dios nos ha dado propósito, al igual que el Hijo de Dios, debemos cumplirlo.

El Evangelio es la Palabra de la Cruz.

Delante de la cruz los ojos míos,

Quédense, Señor, así mirando,

Y, sin ellos quererlo, estén llorando

Porque pecaron mucho y están fríos.

Y estos labios que dicen mis desvíos

Quédense, Señor, así cantando,

Y, sin ellos quererlo, estén orando

Porque pecaron mucho y son impíos.

Y así con la mirada en ti prendida,

Y así con la palabra prisionera,

Como la carne a tu cruz asida,

Quédese, Señor, el alma entera,

Y así clavada en tu cruz mi vida,

Señor, así, cuando quieras, yo me muera.

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Categorías: Evangelio, PredicaciónPor Staff2 abril, 2014Deja un comentario
Etiquetas: ArrepentimientoLa CruzPredicación

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