Hace aproximadamente 1983 años, a la edad de 33 murió un inocente, Jesús de Nazareth. Esa muerte marca la historia para la humanidad, no por la muerte de un ser humano, sino porque ese ser humano era Dios encarnado, Emanuel, Dios hecho hombre. A pesar de que posiblemente hayamos hecho de este día una tradición para ver películas o ser parte de algo que represente la muerte de Jesús, es un día donde podemos ir más allá y profundizar acerca de la muerte de un inocente que murió como un criminal y malhechor, de un inocente que según la ley levítica pasó a ser maldito al colgar en ese madero que conocemos como cruz.
Preguntémonos, ¿qué lo llevó a Él allí? Por qué el ser humano más perfecto, puro y limpio que ha existido sobre la faz de la tierra terminó siendo crucificado en medio de criminales? No veamos el día de hoy como un mero símbolo o recuerdo, aprovechemos la simbología y la memoria de ese suceso para pensar acerca del por qué Jesús murió de esa forma tan humillante, cruel y dolorosa?
Meditemos a través de la Biblia:
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” -2 Corintios 5:21
“Al que no conoció o cometió pecado”
El apóstol Pablo dice en su carta a los Filipenses que Jesús siendo Dios no se aferró a ello sino que se humilló haciéndose hombre y siendo hombre fue obediente hasta su muerte en la cruz.
En Juan 8.46 Jesús pregunta a los fariseos ¿quién le puede acusar de pecado? ¿De qué pecado se le acusa?. El autor de Hebreos dice que Jesús era igual a nosotros pero sin pecado (Heb. 4.15). Pedro dice en la segunda de sus cartas que Jesús no cometió pecado, ni hubo engaño en su boca (1P. 2.22. Juan dice que Jesús apareció para quitar nuestros pecados y que no hay pecado en Él (1 Jn. 3.5). El comentarista Simon J. Kistemaker dice al respecto: “«[Jesús] no conoció pecado», escribió Pablo. No obstante, debió haber sido gravemente ofendido y profundamente afligido cuando vio y continuamente experimentó, en sí mismo, los efectos del pecado humano. Él era «varón de dolores, experimentado en el sufrimiento» (Is. 53:3).”
“Por nosotros lo hizo pecado”
En la muerte y resurrección de Cristo vemos a Dios orquestando todo lo que está sucediendo según el plan de salvación que existe desde antes de la fundación del mundo. Dios hizo pecado a Jesús por nosotros, no significa que Jesús fue hecho pecador, lo que significa es que Dios cargó nuestros pecados sobre Jesús. Él en la cruz seguía siendo inocente, pero en ese lugar de maldición él nos estaba representando, tomando nuestro lugar, sustituyéndonos. Debemos darnos cuenta cómo todo recae en “nos”, ha sido por nosotros que Jesús ha cargado con la maldición del pecado, ¿No es maravilloso el amor de Dios? Acá debemos observar que por medio de esta transacción o imputación, nuestros pecados son traspasados o cargados a la cuenta de Jesús, ahora entonces es Jesús quien recibe el castigo que nosotros merecemos, es Jesús quien recibe la descarga de toda la ira de Dios que nosotros merecemos, es Jesús quien es separado de la comunión con el Padre por el pecado, acá vemos la manifestación de la ira del Dios santo y justo en todo su esplendor sobre un inocente que estuvo dispuesto a sufrir tal pena, tal castigo por nosotros, acá también vemos la manifestación del amor de Dios en todo su esplendor, Dios salvando pecadores por medio del sacrificio de Jesús, el único ser perfecto apto para ser ese Cordero sin mancha que quita el pecado del mundo.
“para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
El propósito de que Jesús haya cargado con nuestros pecados ha sido para que ahora nosotros carguemos con Su justicia o rectitud. No significa que ahora fuimos hechos justos, significa que la justicia o rectitud de Jesús nos representa delante de Dios, la obediencia perfecta de Cristo se ha cargado a nuestra cuenta. Lo que Dios está haciendo a través de la transacción que se da en la cruz del calvario (nuestros pecados son traspasados a Jesús y la justicia, rectitud u obediencia perfecta de Jesús es traspasada a favor nuestro) es cambiar nuestra condición legal, ahora ya no somos más culpables sino inocentes en Cristo, jamás por nuestra propia cuenta, sino por la obra de Cristo en la cruz. Ahora ya no recibiremos el castigo de la ira divina y la condenación de sufrir esa ira en el infierno, Cristo ya recibió el castigo en nuestro lugar, ahora somos declarados justos, y ésto por la fe en el Hijo de Dios. Martín Lutero lo dice en latín de esta forma: “Simul Justus et Peccator (Justo y Pecador al mismo tiempo)”, seguimos siendo pecadores, pero pecadores que tienen a su favor la santidad y perfección de Cristo.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” -Romanos 5.1
En conclusión queridos lectores, que este día sirva para reflexionar acerca de la muerte de Cristo, acerca del perdón que Dios ofrece a los pecadores y que sobre todo, recapacitemos pues que todo ha sido hecho para que reconozcamos que somos pecadores tan necesitados de arrepentimiento y de un Salvador, hoy es un buen día para arrepentirnos y ver a Cristo en la cruz para que la salvación venga a nuestras vidas, la salvación de ir rumbo al lago de fuego, al infierno preparado para el diablo y sus demonios; la gracia de Dios hoy se manifiesta, hoy está otorgando perdón, una vez más, un día más.
Hoy el rumbo de nuestras vidas puede cambiar, si tan sólo creemos en Jesucristo y nos arrepentimos de nuestro pecado, el pecado que lo llevó a Él a la horrenda cruz.
Bibliografía:
- Comentario de Mattew Henry
- Comentario MacArthur del Nuevo Testamento | 1 y 2 Corintios de John MacArthur
- Comentario al Nuevo Testamento: 2 Corintios de Simon J. Kistemaker