Ocho cosas sobre la masturbación
Realmente no podría afirmar que exista un texto bíblico que hable específicamente de la masturbación, por lo tanto es imposible hablar exclusivamente del tema de manera directa de las Escrituras en ese sentido, sin embargo, la masturbación cabe dentro de un tema que está en las Escrituras y que sí tiene un desarrollo integral a lo largo de toda la revelación bíblica, y eso es el sexo.
Personalmente definiría la masturbación como un atajo hacia el sexo, por atajo quiero referirme a que, es una versión barata, triste, miserable de lo que es en realidad el placer sexual diseñado por Dios para el hombre y la mujer. También quiero que sepas que como todo hombre (y seguramente muchas mujeres) también he luchado largamente con el tema, si estás leyendo este pequeño artículo debes saber que no estás solo, afirmaría tenazmente que todos los hombres que conoces han luchado con la masturbación, no solamente durante su tiempo de adolescencia, hay muchos hombres en la adultez mayor que seguramente lo practican, o siguen luchando con ello, especialmente porque ahora hay una gran disponibilidad de pornografía al alcance de un click.
No te digo que otros luchan para que te justifiques, sino para que te animes al pensar que hay otros hombres y mujeres con tus mismas debilidades y tentaciones, que por la gracia de Dios han logrado vencer, no solo la masturbación sino también a su fiel compañera, la pornografía.
En primer lugar, si tú te fijas en los primeros 3 capítulos de Génesis encontrarás mucho acerca del sexo y de la compañía amorosa. Dios diseñó el sexo para disfrutarlo dentro del matrimonio, el sexo es un acto recreativo, así que implica más que simple placer sexual, abarca una gama de sentimientos, de respeto, de intimidad, de relación de amistad, de confianza, de compañerismo, de compartir en exclusividad lo más íntimo del otro, de dignidad, de pudor, de búsqueda del deleite y satisfacción del otro antes que uno mismo, entre muchas cosas más. Por lo tanto, la masturbación no es una cuestión de búsqueda rápida de placer sexual nada más, sino de más cosas que engañosamente que promete proveer.
En segundo lugar, casarte no es la solución. El matrimonio nunca debe ser tu esperanza ni tu foco de victoria sobre el pecado. Hay hombres que se casan con una esposa hermosa y siguen consumiendo pornografía y masturbándose, la razón es que se han creado una imagen de sexualidad que su esposa no les puede proveer, porque la pornografía es una mentira de Satanás, la pornografía es falsa, no hay más placer sexual en un orgasmo de una película pornográfica que en uno dentro del matrimonio.
Tercero. La masturbación también es una manera muy egoísta de percibir la sexualidad, te estimulas a ti mismo buscando tu placer y no el de otra persona, conviertes en un objeto de placer personal aquella persona o personas que ves en tu mente o en una pantalla. Quiero ampliar tu concepto de la lucha que en realidad estás teniendo, cuando nosotros hablamos de el sexo como un acto recreacional, el sexo está exclusivamente diseñado para compartirse con tu esposa o esposo, por lo tanto, cosas como el estrés, la soledad, la ansiedad, la búsqueda de relajación, de entrega, de compañía, de unión, de confidencialidad, de aceptación, y muchas cuestiones emocionales que posees, están involucradas en tu actividad sexual con tu cónyuge, pero no pueden ser satisfechas con la masturbación, porque esa es una actividad individual y no en pareja, por lo tanto, estás separando todo lo emocional de lo físico, tú no puedes amar a la pornografía con un amor saludable, no puedes amar las imágenes que te creas en la mente con las que te estimulas, estás deformando severamente el diseño de Dios para tu vida sexual.
Cuarto. Al hacer esto, estás enseñándote que el sexo no necesariamente tiene que ver con sentimientos ¡pero es todo lo contrario! El sexo es la consumación y la expresión más sublime de amor y fidelidad que puedes ofrecer como humano, en otras palabras, si tú vives masturbándote y después te casas, te masturbarías con tu esposa, mas no tendrías sexo con ella. Puede sonar un poco contradictorio, pero mi punto es este, que estarías usando a tu esposa, su cuerpo, para estimularte y recibir placer egoísta, lo mismo que haces con la masturbación.
Quinto. La masturbación no es un pecado más grave que los demás. Seguramente tienes la tendencia de sentirte una porquería cuando te masturbas, y eso te hace sentirte inmerecedor de leer la Biblia, orar, compartir el evangelio, etc. La realidad es que siempre eres inmerecedor, incluso en tu mejor día como cristiano, este es un punto muy delicado porque tampoco debes creer que tienes una licencia para pecar abiertamente, sino que debes saber que para este pecado también hay gracia transformadora, eres igual de pecador cuando te masturbas y cuando no.
Sexto. Debes conocer la naturaleza de tu lucha. ¿De dónde viene tu deseo de masturbarte? Muchas veces no solamente es una cuestión hormonal, es parte de tu diseño como humano tener deseos sexuales, pero debes aprender que tus deseos sexuales son más profundos que un simple placer físico, puede ser que busques masturbarte cuando estás estresado, cuando las cosas no salen como esperabas, cuando te decepcionas, cuando te frustras, cuando te sientes solo, cuando estás enojado, cuando estás emocionado, triste, motivado, diferentes sensaciones, ya sean buenas, positivas, o negativas. Probablemente usas la masturbación como una salida a las emociones que te embargan durante el día y que buscas la manera de expresar o comunicar.
¿No te parece triste expresar tu frustración a una pantalla de celular? ¿o a tu computadora? Tal vez buscas en la masturbación la aceptación sexual que no tienes con alguna chica, o en tu vida social, quizá la masturbación la utilizas para buscar aliviar el dolor de un fracaso en una relación que te tenía muy ilusionado, cuando tienes una gran sensación de éxito acerca de algo pero no tienes con quién compartirlo. Tú no le descubres tu corazón a la pantalla enfrente de la cual te masturbas. Estoy seguro que la lucha con la masturbación es una lucha de placer, pero no placer físico solamente, sino el placer que encierra todo el diseño del sexo matrimonial, y eso incluye muchos elementos emocionales.
Séptimo. Toda tu vida vas a luchar con la masturbación, porque naturalmente somos egoístas y buscamos placer rápido y a nuestra manera. Casarte ayuda, porque realmente es en el matrimonio donde puedes disfrutar libremente esta necesidad que tienes en tu diseño como humano, pero es altamente peligroso casarte creyendo que la sexualidad es lo que la pornografía te enseña que es. Tú, sin sospecharlo, verás a tu esposa como una estrella pornográfica, y lo único que lograrás es humillarla y lastimarla.
Octavo. Actividades físicas y alejarte del ocio te ayudarán mucho a combatir la tentación, pero no son tu salvación. Tu salvación es el Señor Jesús ¿y qué crees? Tú eres la prometida que Él compró para sí mismo. Toda esa gama de necesidades emocionales que te llevan a masturbarte pueden ser depositadas en Él, entrégale tu frustración, tu soledad, tu ansiedad, tu sentido de fracaso, confiésale cuán desesperadamente lo necesitas, y recuerda que los muertos no luchan, los muertos no se duelen de su pecado y mucho menos buscan serle fieles a su precioso Salvador. Cristo, tu Esposo, te anhela celosamente, quiere rescatarte del esclavizante pecado de la masturbación, entrégate a los brazos de tu Salvador.
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