El evangelista Marcos nos relata en los capítulos 6 y 8 dos oportunidades en las que Jesús y sus discípulos le dieron de comer a multitudes que les seguían para oír sus enseñanzas.
Estos pasajes son muy conocidos y nos brindan hoy, la perspectiva de lo que el Señor quiere hacer con nosotros y como nos quiere utilizar para bendecir a otros. La expresión más fuerte y significativa de Cristo fue “DENLES USTEDES DE COMER”; en esta frase, el Señor está demostrándoles a sus discípulos la tremenda responsabilidad que tienen y les muestra todos los recursos necesarios que poseen para darle de comer a estas multitudes de personas. “Cuando Jesús desembarcó y vio tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así que comenzó a enseñarles muchas cosas. Cuando ya se hizo tarde, se le acercaron sus discípulos y le dijeron: Este es un lugar apartado y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vayan a los campos y pueblos cercanos y se compren algo de comer. —Denles ustedes mismos de comer —contestó Jesús. —¡Eso costaría casi un año de trabajo! —objetaron—. ¿Quieres que vayamos y gastemos todo ese dinero en pan para darles de comer?” — Marcos 6:34-37
Es importante señalar que la frase nace de lo que Jesús vio y sintió: vio a la multitud primero y luego tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor. El Señor no solamente se limitó a ver la necesidad de alimento que esta gente tenía, sino también vio su necesidad de ser guiados y conducidos pastoralmente, es decir, su necesidad espiritual. Los discípulos respondieron en ambas ocasiones con actitudes erróneas que demuestran su falta de fe y sus limitaciones. Debemos analizar esas respuestas, ya que son actitudes que nosotros continuamos teniendo frente a lo que el Señor nos demanda hacer:
“El lugar es apartado”
Fue una de las respuestas; no vieron recursos naturales posibles a su alrededor que sirvieran para atender la necesidad física de estas personas.
“Ya es tarde”
Fue otra de las expresiones, ya no hay donde conseguir alimentos o encontrar quien nos pueda ayudar; las multitudes hoy siguen esperando encontrar ese alimento que necesitan, pero nosotros, los discípulos de Jesús, continuamos respondiendo que estamos en un desierto seco (apartado), sin nada que podamos dar o aducimos que ya es tarde, que la gente ya no tiene arreglo, que ya el Señor viene y no podemos brindarles el alimento de vida. Como tercera respuesta, los discípulos trataron de evadir la responsabilidad que el Señor les estaba dando al pedirles que les dieran de comer, los discípulos le pidieron al Señor que los despidiera
“Despide a la gente”
Para que fueran a los campos y aldeas de alrededor a abastecerse naturalmente de alimentos y así aplacar su necesidad.
La siguiente expresión fue aún más drástica
—¡Eso costaría casi un año de trabajo!—
Ya que pusieron en duda que pudieran comprar tanta comida con tan solo doscientos denarios; pusieron la limitación económica para atender a la multitud, y hoy seguimos pensando que para predicar el evangelio a toda criatura necesitamos primero los recursos financieros y por eso muchas veces los proyectos evangelísticos y misioneros se estancan y se detienen, porque no hay dinero; con los pocos recursos que los discípulos encontraron y pusieron a disposición del Señor, Él los multiplicó y los usó para alimentar a miles de personas, cosa que parecía totalmente imposible.
Hoy pensamos que las multitudes pueden saciar su necesidad con cosas y situaciones naturales, pero la realidad es que la gente está sedienta y necesitada de respuestas profundas que solamente pueden ser saciadas sobrenaturalmente por la PALABRA DE DIOS y por el PODER DEL ESPÍRITU SANTO. Ambas cosas, las tenemos nosotros como Iglesia de Cristo, no tomemos la posición errada de los discípulos, sino que escuchemos su mandato y démosle de comer a la gente, porque ya todos los recursos los tenemos y el tiempo de darles es ahora.
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