De todas las preguntas que se hacen cada día los cristianos, aquella con respecto a perder la salvación es la que más ha levantado debates dentro de la iglesia, y es común que sea quizá, la causa de muchas divisiones denominacionales. Puedo decir a esto, tristemente, que he visto el daño que esto les ha causado a los cristianos en general. En este artículo solamente mencionaré algunas, y es mi esperanza no desanimar sino animar a los creyentes de que en Cristo estamos seguros. Hay muchísimas razones por las cuales los cristianos no pueden perder su salvación.
Para empezar, Dios es la fuente de la salvación (Jonás 2:9) y la ofrece como un regalo gratuito (Romanos 6:23) a los que la reciben libremente (Juan 1:12; 11:25). La salvación no es algo que ganamos por nuestros medios (Gálatas 2:16; Efesios 2:8-9; Tito 3:5-6) sino algo que es ofrecido y provisto por Dios. La Biblia enseña que “los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables” (Romanos 11:29), y que “ningún propósito tuyo [de Dios] puede ser estorbado” (Job 49:2).
Más allá, Jesús reveló el inigualable amor de la Deidad para asegurar la salvación cuando dijo, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre” (Juan 10:27-29; énfasis añadido). Por eso, el cristiano tiene la seguridad de que Dios recuerda su pacto de redención y es fiel para mantenerlo y completarlo (2 Timoteo 2:13).
Por otra parte, cuando una persona pone su fe en Jesucristo, esa persona se convierte en parte del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:13) y es “sellado” por el Espíritu Santo (Efesios 1:13) hasta el día de la redención (Efesios 4:30). Esa es la razón por la que Pablo declaró, “Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39).
Pero, ¿seguridad eterna significa carnalidad eterna? NO. Si alguien es verdadera y genuinamente salvado, esa persona no se sentirá a gusto en pecado. Como Juan dijo, “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3:9). Para ilustrar esto, si tú colocas a un cerdo y a un cordero en el lodo, el cerdo querrá permanecer ahí, mientras que el cordero querrá salir de ahí. Los que continuamente practican el pecado (se llamen cristianos o no, o hayan sido un tiempo “cristianos” y después no) siempre han sido como los cerdos y no como los corderos. Por lo tanto, como Pablo, los cristianos pueden descansar seguros que tienen eterna seguridad EN CRISTO.
No importa lo que estés pasando como cristiano, siempre recuerda que el amor y el perdón de Dios son más grandes que tu pecado o tu duda. Y si no crees, este es el momento para que medites y clames a Dios por perdón y salvación, arrepiéntete y cree en Cristo. Judas 24-25 dice, “a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén.”
Por favor tómate el tiempo de meditar en los siguientes textos bíblicos: Juan 5:24; 6:37-40; 10:27-28; 17:9-24; Romanos 4:5-8; Efesios 1:4-5, 13; 2:5-6; 2 Timoteo 1:12; 1 Pedro 1:5.
Nota del editor: la ilustración de cerdos y corderos en el lodo se utiliza para representar la gravedad del pecado y la repugnancia que causa ante la Santidad de Dios, el creyente genuino aunque caiga en pecado no querrá permanecer allí, el falso creyente que no ha comprendido la gracia y la seguridad de la salvación permanecerá practicando el pecado en toda su plenitud.