“1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;9 no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2.1–9, RVR60
Si hemos sido persuadidos y nos hemos percatado del tamaño y la magnitud de un solo pecado, podemos entender entonces que la ofensa a Dios es demasiado grande.
Como resultado trágico del pecado el hombre murió espiritualmente y todas las demás generaciones heredaron esa muerte.
¿Por qué se ofende Dios por el pecado?
El pecado va en contra de toda la naturaleza de Dios porque Él en esencia es Santo, Dios emana santidad y cada uno de Sus atributos es santo.
Cuando decimos que Dios es Santo estamos diciendo que Él está separado de todo lo que es malo, de todo lo que es pecaminoso. Dios no puede habitar donde hay pecado.
El pecado en esencia es una ofensa a un Dios Santo que no tolera ni acepta ninguna especie de mal o transgresión de los hombres ni de los ángeles.
“4 Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. 5 Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad.” Salmo 5.4–5, RVR60
“11 Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días.” Salmo 7.11, RVR60
El pecado tiene el poder de enojar a Dios en contra de la persona que está cometiendo el pecado.
Algunos profetas le llaman al juicio final “el gran día de la ira de Dios”.
Dios tiene reservada Su ira para ser derramada sobre los malvados de una forma que nuestros ojos jamás han visto ni experimentado.
El día del derramamiento de la ira de Dios será tan terrible que aún la tierra y el cielo huirán delante de Su presencia.
“11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.” Apocalipsis 20.11, RVR60
A pesar de que la magnitud del pecado y el daño que ocasiona es extremadamente inmenso, la Gracia de Dios posee un tamaño mucho más grande para perdonar no sólo un pecado sino todos los pecados de todos los pecadores que Él en su voluntad ha decidido salvar.
El Señor no queriendo que nadie se pierda y como muestra de uno de Sus santos atributos que es el amor y la misericordia, ha proveído el medio eficaz para proveer salvación a los hombres.
A pesar de que la magnitud del pecado y el daño que ocasiona es extremadamente inmenso, la Gracia de Dios posee un tamaño mucho más grande para perdonar no sólo un pecado sino todos los pecados de todos los pecadores que Él en su voluntad ha decidido salvar.
A pesar de que Dios está airado contra el pecador todos los días, mientras Él no resuelva hacer morir al pecador le otorga misericordia porque Él no se deleita en la ira sino que Su deleite se encuentra en su misericordia.
“18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.” Miqueas 7.18, RVR60
Nosotros tenemos la capacidad de imaginarnos el deleite; cuando disfrutamos una comida, cuando tenemos placer en hacer algo que nos gusta, cuando sentimos una felicidad indescriptible podemos decir que nos deleitamos en eso.
Podemos imaginarnos como Dios Todopoderoso, se deleita en misericordia, para Él la misericordia es un placer que le produce gozo.
Ser misericordioso es felicidad para Dios.
Si no fuera porque Él existe y nos otorga Su misericordia a dónde iríamos, ¿Quién tendría la capacidad de salvarnos de esta vida de inmundicia por causa del pecado?
Nosotros con nuestros deleites carnales pecaminosos hemos ofendido a Dios y lo hemos provocado a ira.
Santiago dice:
“15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. 16 Amados hermanos míos, no erréis. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” Santiago 1.15–18, RVR60
- Cada vez que una mentira sale de nuestra boca, de nuestro corazón pecaminoso salió.
- Cada vez que un deseo de sexo ilícito aparece en nuestra mente y se consuma, primero nació en el corazón pervertido.
- Cada vez que ingerimos algo que daña a nuestro cuerpo es porque tenemos un corazón lleno de deseos pecaminosos.
- Cada pecado que cometemos es un deleite de esta carne llena de pecado.
Mientras nosotros ofendemos a Dios con nuestros deleites pecaminosos Él se deleita en proveernos misericordia.
SALVADOS POR GRACIA
Dios con sus deleites santos nos perdona y olvida el pecado.
Pero el hombre no es perdonado porque tenga mérito alguno para recibir perdón.
No existe hombre que tenga los méritos necesarios para ser perdonado.
En primer lugar, el hombre está completamente muerto en sus delitos y pecados, por lo tanto no puede hacer nada por recurrir al arrepentimiento.
El Espíritu Santo de Dios debe obrar en el hombre muerto y resucitarlo y una vez resucitado dicho hombre puede tener fe y creer.
Sin embargo, la fe tampoco procede del hombre, el hombre no puede creer sin fe, y no puede tener fe si Dios no se la da.
La fe es un regalo que Dios otorga al hombre una vez lo ha resucitado.
¿Fe en quién o en qué?
- Fe en el Hijo de Dios,
La Gracia es un regalo que procede de la voluntad soberana de Dios, es un regalo otorgado al hombre sin que lo merezca y que el hombre puede recibir sólo por fe en el Hijo de Dios.
- Fe en Su gran sacrificio en la Cruz,
- Fe en que Él recibió el castigo de Dios en lugar nuestro,
- Fe en que la ira de Dios fue derramada sobre Él,
- Fe en que murió para darnos vida,
- Fe en que resucitó para resucitarnos junto con Él
La Gracia es un regalo que procede de la voluntad soberana de Dios, es un regalo otorgado al hombre sin que lo merezca y que el hombre puede recibir sólo por fe.
Sólo por medio de la Gracia de Dios el hombre tiene la facultad de ser salvo de recibir el castigo del gran día de la ira de Dios y de la condenación eterna en el lago de fuego.
Entonces podemos decir que el tamaño de la Gracia de Dios es grande en extremo que puede y tiene la capacidad de perdonar al más grande de los pecadores.
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