Por Diego Portillo
UNA IGLESIA CRISTOCÉNTRICA
Colosenses 2:1-5
Después de ya varias semanas, retomamos nuestra serie sobre la carta del apóstol Pablo a los Colosenses, y queremos hacerlo estudiando los primeros cinco versículos del capítulo dos. En términos sencillos, estos versículos nos muestran a un Pablo ansioso y preocupado por el bienestar espiritual de los creyentes en la ciudad de Colosas. Pablo desea que ellos puedan ser una comunidad de creyentes centrada en Jesucristo, una iglesia cristocéntrica.
Ante esto pueden surgir las siguientes dos preguntas:
¿Qué es una iglesia cristocéntrica? A partir del estudio de estos versículos he podido construir la siguiente definición sencilla: una iglesia cristocéntrica es una comunidad de creyentes que hacen todo con el fin de conocer y glorificar a Cristo Jesús. Como podemos darnos cuenta, la iglesia cristocéntrica tiene como fin dos cosas: conocer y glorificar a Cristo Jesús. Ambas cosas están relacionadas y son interdependientes: una iglesia que no conoce a Cristo es una iglesia que no puede glorificarle, y una iglesia que no glorifica a Cristo es una iglesia que evidentemente no le conoce. Por tanto, podemos decir con toda libertad que la iglesia cristocéntrica necesita tener un conocimiento claro de Jesucristo a través de su palabra porque sólo de esta manera ésta puede convertirse en una iglesia que trae gloria y honor a Cristo en todo momento.
¿Por qué necesitamos una iglesia cristocéntrica? La respuesta es simple: así lo establece la Biblia. Pero siendo más específicos, la Biblia nos presenta al menos tres razones claras para que nuestras iglesias sean cristocéntricas:
Primero, necesitamos iglesias cristocéntricas porque Cristo es el fundamento de la iglesia. Efesios 2:20 dice que todos los creyentes están “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. Si hay alguna base sobre la cual descansa la iglesia, esta base es Cristo Jesús.
Segundo, necesitamos iglesias cristocéntricas porque Cristo es la Cabeza de la iglesia. Efesios 1:22 nos declara que Dios sometió todas las cosas bajo los pies de Cristo, “y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia.” Además, Colosenses 1:18 nos deja claro que Cristo es la cabeza de la iglesia. Esto nos habla de su señorío sobre cada una de las cosas que su iglesia cree y hace. Todo lo que la iglesia haga debe ser aprobado por el Señor, y sabemos que su aprobación se muestra en su palabra.
Tercero, necesitamos iglesias cristocéntricas porque la Escritura dice que Cristo es el centro de la iglesia. Efesios 1:23 dice que la iglesia es “la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.” Esto nos habla de que Cristo es suficiente para llenar a su iglesia. Colosenses 1:18 también nos declara que Cristo debe tener la preeminencia en todo, es decir, Cristo debe estar en el centro, en el lugar de mayor importancia en su iglesia, pues él la compró con su sangre preciosa. Ahora vivimos en el reino del Hijo de Dios (Col. 1.13), un reino maravilloso en el que él es el Rey y nosotros somos sus fieles súbditos.
Veamos, por tanto, las características que Pablo deseaba para la iglesia de Colosas y que seguramente Cristo desea para su iglesia en todos los lugares y épocas.
La profunda preocupación de Pablo (v. 1)
Lo primero que debemos notar en estos versículos es la profunda preocupación del apóstol por el bienestar espiritual de los colosenses. En este primer versículo Pablo dice que quiere que los colosenses sepan “cuán gran lucha” él está sosteniendo en favor de ellos. Esa palabra lucha viene de la palabra griega que se pronuncia agón, y se refiere en este caso a una ansiedad y lucha interna, una preocupación genuina en el interior.
Algunos han identificado esta agonía o lucha como una oración ferviente y constante, lo cual tiene mucho sentido. Aunque si lo entendemos sencillamente como una preocupación genuina, el significado no se debilita, ya que sabemos que cualquier preocupación que el apóstol tuviera lo llevaba a orarle al Señor. El gran amor que Pablo sentía por todos estos creyentes en el valle del rio Lico lo hacía preocuparse por ellos y tenerles siempre presentes en sus oraciones al Padre.
Una iglesia que conoce a Cristo (v. 2-4)
En estos versículos vemos por lo menos tres cosas que Pablo deseaba para esta iglesia. Todo puede resumirse en que Pablo quería que los colosenses fueran una comunidad de creyentes que conoce plenamente al Señor, pero para poder alcanzar ese objetivo, ellos debían tener por lo menos dos actitudes indispensables: ánimo y amor fraternal.
Primero, Pablo quiere que los corazones de los colosenses sean consolados. Es muy probable que la duda pudiera estar llegando a los corazones de los colosenses, ya que se encontraban rodeados de falsos maestros que ponían en tela de juicio el evangelio sencillo del arrepentimiento para con Dios y de la fe en el Señor Jesucristo (Hch. 20:21) que Epafras les había enseñado (Col. 1:7). Por tanto, el apóstol, con su corazón pastoral lleno de preocupación por ellos, anhela que ellos cobren ánimo ante esta situación, quiere que ellos estén seguros de que han creído la verdad y que Cristo es más que suficiente para cada área de la vida.
Una iglesia desanimada es una iglesia en peligro de ser permeada por la falsa enseñanza. Esto nos debe alertar a nosotros, ya que en muchas iglesias el ánimo por conocer a Cristo a través de su palabra ha menguado de manera sorprendente, y hemos empezado a ceder ante las maneras de pensar que no están asidas de la Cabeza, que es Cristo (Col. 2:19).
Segundo, Pablo quiere que los colosenses tengan unidad, y que esta unidad esté marcada y caracterizada por un amor fraternal, un amor sincero, un amor sacrificial, un amor que hace al creyente entregarse a sí mismo por el bienestar de los demás, el amor que es el vínculo perfecto (Col. 3:14). En esta comunidad había personas que no amaban genuinamente, pues se habían llenado de vanidad, creyendo tener un conocimiento superior al de los demás, y que sólo aquellos que se sometían a sus términos podían llegar a tener tal conocimiento o nivel espiritual (Col. 2:18-19). Ante esto, el apóstol deja claro que la madurez o crecimiento espiritual de los creyentes sólo es posible cuando crecemos juntos. No existe tal cosa como un creyente maduro que vive en el aislamiento; cualquier avance espiritual que podamos hacer siempre estará marcado por el amor fraternal hacia nuestros hermanos. Sólo juntos podemos crecer.
Tercero, Pablo quiere que los colosenses avancen juntos hacia obtener “todas las riquezas de pleno entendimiento.” Ahora, debemos ser cuidadosos en darnos cuenta que estos creyentes, ni ningún otro grupo de creyentes en ningún lugar ni época, puede avanzar hacían un conocimiento pleno si primero no son animados por el Espíritu de Dios y si no están unidos en amor verdadero. De otra manera, el conocimiento sin amor sería una completa hipocresía.
De hecho, me atrevería a decir que un conocimiento de Dios que no está marcado por el amor fraternal no es conocimiento en lo absoluto. Según la Biblia, las dos cosas que realmente valen la pena en la vida son amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Por tanto, el estar animados y el amarse verdaderamente precedía a las riquezas de pleno entendimiento que los colosenses podían obtener.
Estas riquezas de pleno entendimiento no podrían guiar a los colosenses a ningún otro lugar que a Cristo. La Biblia Reina Valera Revisada 1960 dice al final del versículo tres: “a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo”. Sin embargo, cuando lo comparamos con la Biblia de las Américas o la Nueva Biblia de los Hispanos nos daremos cuenta que ambas identifican a este misterio de Dios como Cristo. Él es el gran misterio de Dios, a él necesitamos conocer. Solamente en él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
El gran fin y propósito de la vida cristiana es conocer plenamente a Cristo Jesús. Como dice Matthew Henry, “los tesoros de la sabiduría están escondidos no de nosotros, sino para nosotros, en Cristo.”((Henry, Matthew. The New Matthew Henry Commentary: The Classic Work with Updated Language (Posición en Kindle 124291). Zondervan. Edición de Kindle.)) Debemos correr y avanzar juntos hacia conocer cada día a nuestro Señor Jesucristo. Debemos darnos cuenta de cuán maravillosa es la gracia de nuestro Dios al esconder los tesoros de la sabiduría del mundo y reservarlos para nosotros en Cristo Jesús. Él es la fuente de todas las riquezas espirituales que podamos obtener.
Como dice el versículo 4, esto ha sido escrito “para que nadie os engañe con palabras persuasivas. Nuestra verdad está en Cristo y aunque las predicaciones, libros, artículos, publicaciones, etc., parezcan muy lógicas, si estas no nos llevan a sus pies debemos desecharlas como basura.
Una iglesia que glorifica a Cristo (v. 5)
En el versículo cinco se nos muestra el segundo aspecto de la iglesia cristocéntrica: la gloria de Cristo. Es cierto, Pablo no estaba con ellos en el cuerpo, pero estaba compartiendo la bella unidad y comunión espiritual de la que todos los cristianos podemos gozar. Según se cree tradicionalmente, Pablo está en arresto domiciliar en Roma, según lo relata Hechos 28:30-31; estando allí, habría recibido la visita de Epafras, quien aparentemente era el fundador de la iglesia en Colosas, el cual le había visitado para informarle de lo que allí sucedía. Es así como Pablo puede decir que estaba con ellos en espíritu.
Al final de este versículo cinco Pablo menciona dos de las características que podrían ayudar a esta iglesia a glorificar al Señor. Según lo mencionan algunos recursos de estudio, estas dos cualidades que se mencionan aquí son expresiones militares utilizadas para ejemplificar más claramente lo que Pablo admiraba en los colosenses.
Buen orden
Imaginemos por un momento un ejército que no respeta jerarquías, que no sigue órdenes, que no trabaja unido para crear estrategias de defensa y ataque. Tratemos de visualizar un ejército que viste desordenadamente y no da mantenimiento a sus armas, un ejército que no busca defender los intereses de su nación, sino que cada soldado busca ir a la guerra para tomar una parte del botín y así incrementar su patrimonio. Obviamente un ejército así sería un completo desastre. Cuando menos lo piensen, el enemigo se colará entre ellos, sembrará incertidumbre, eliminará a otros, y hasta podría persuadir a más de alguno de unirse al bando contrario. Eso es totalmente lo opuesto a lo que Pablo tiene en mente aquí sobre la iglesia de Cristo. Lo que causaba gozo a Pablo era que los colosenses estuvieran haciendo todas las cosas decentemente y con orden, algo que hacía falta en la iglesia de Corinto (1 Cor. 14:40).
Como un ejército bien coordinado que se mueve a la voz del capitán, así debe ser la iglesia de Cristo, la cual debe dar un paso o dejar de darlo siempre que su Señor lo indique a través de su poderosa palabra. Para evitar que las enseñanzas y estilos de vida mundanos sigan permeando la iglesia, es necesario que nos aferremos a Cristo, “en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios” (v. 19).
Una fe firme
“Mientras que orden expresa el aspecto exterior de la iglesia, de la misma manera firmeza expresa la base interna sobre la cual la iglesia descansaba.” ((Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D. (1997). Commentary Critical and Explanatory on the Whole Bible (Vol. 2, p. 375). Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc.))
Este segundo aspecto está siendo pasado por alto en las iglesias. El pragmatismo ha invadido la iglesia, y las personas sólo buscan aquello que a sus ojos “funciona”. Muchas veces buscamos lugares donde nos agrade la música, donde la predicación no nos incomode, sino que nos haga sentir campeones, donde haya cenas cada fin de semana, y donde se realicen campamentos de jóvenes en los que la comunión y los tiempos de adoración estén tan buenos que no quede tiempo para la predicación. Sin embargo, eso abre las puertas a toda clase de engaños, contrario a cerrarlas.
Para evitar el engaño, entonces, la iglesia debe trabajar en las bases de su fe. No nos interesa que las personas se sientan bien en sus estilos de vida pecaminosos, sino que las personas lleguen a un conocimiento verdadero y transformador del Cristo que puede librarles de la esclavitud del pecado y salvar sus almas de la ira venidera. Cualquiera puede pagar una membresía en un club social, pero en esos clubes no se le enseñará las palabras de vida eterna que sólo se hallan en Cristo y en los sesenta y seis libros que comprenden la revelación perfecta de Dios al hombre.
Por tanto, los colosenses podían glorificar a Dios a medida que vivieran de manera ordenada en cada aspecto de la vida, y especialmente en el aspecto congregacional. La disciplina y la firmeza de su fe era imposible sin tener un conocimiento pleno de Dios, lo cual a su vez es imposible si la búsqueda del mismo no está caracterizada por el amor fraternal y un deseo genuino por conocer y glorificar al Señor de la iglesia. Que Dios lleve ánimo a nuestras iglesias y nos ayude a amarnos de verdad para juntos avanzar hacia todas las riquezas de pleno entendimiento a fin de conocer a Cristo Jesús, y que todo esto nos lleve a vivir ordenadamente para su gloria y sin movernos de él.