Por Diego Portillo
Por sobre todas las cosas, Dios es fiel a sí mismo.
Esta es una verdad que me gustaría destacar desde el inicio y que quede grabada en nuestras mentes a partir de aquí. Y es que muchas veces, cuando pensamos en la fidelidad de Dios, lo hacemos de manera antropocéntrica (centrada en el hombre).
Decimos cosas como: “Dios es fiel a mí”, “Dios nunca me falla”, “Dios está comprometido a hacerme bien y serme fiel en toda situación”. Y si bien es cierto que podemos ver la fidelidad de Dios en situaciones difíciles, debemos comprender que el bien que él nos hace es en última instancia un acto de fidelidad a su propio carácter misericordioso y a su propia Palabra.
DEFINICIONES DE LA FIDELIDAD DE DIOS
Aquí hay al menos tres definiciones o palabras que los teólogos han escrito sobre la fidelidad de Dios:
Wayne Grudem: La veracidad de Dios quiere decir que él es el Dios verdadero, y que todo su conocimiento y palabras son ala vez verdad y la norma suprema de la verdad.
John MacArthur: La verdad y la fidelidad de Dios son la correspondencia perfecta de la naturaleza de Dios con lo que Él debería ser, con la fiabilidad de sus palabras y hechos, y con la precisión de su conocimiento, pensamientos y palabras.
Luis Berkhof: [La fidelidad de Dios es aquel atributo o perfección] en virtud de la cual siempre tiene presente su pacto y cumple todas las promesas que ha hecho a su pueblo. Esta fidelidad de Dios es de una importancia práctica extrema para el pueblo de Dios. Constituye para ellos la base de la confianza en Él, el fundamento de su esperanza y la causa de su gozo. Ella los salva de la desesperación a la que sus infidelidades fácilmente les conducirían; les da valor para proseguir no obstante todos sus fracasos, y llena sus corazones con exultantes anticipaciones, aun cuando sientan profundamente el hecho de haber perdido cualquier derecho a todas las bendiciones de Dios.
Como se puede observar en estas definiciones, la fidelidad de Dios es parte del atributo general de Dios que se conoce como “la veracidad de Dios”, lo cual implica que Dios es en sí mismo la verdad, él define lo que es verdad, y es perfectamente fiel a esa verdad.
Dios es fiel a su carácter porque él es la verdad; Dios es fiel a su Palabra porque toda ella es verdad; y Dios es fiel solo a su Palabra. Esto último significa que él no tiene ningún compromiso con nada que esté fuera de lo que él ha establecido en su Palabra, la cual es en última instancia una revelación de su carácter.
Consideremos cómo la fidelidad de Dios está íntimamente ligada a su misericordia y a su ira.
LA FIDELIDAD DE DIOS EN LA MISERICORDIA
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. (Lamentaciones 3:22-23, RVR1960).
Cuando Dios nos hace misericordia al perdonarnos y preservarnos, es porque él es un Dios misericordioso y es fiel a ese carácter misericordioso. El hecho de que la misericordia de Dios sea nueva cada mañana no es debido a algo en nosotros que le mueva a renovarla, sino porque su fidelidad a su propio carácter misericordioso es grande.
Los hijos de Dios debemos entender que él nos continúa preservando debido a que él mismo es fiel a su plan eterno de salvación. No se trata de que él vea alguna virtud en nosotros, sino que se trata de su propio compromiso con la obra de salvación que ha iniciado en nosotros (Filipenses 1:6)
LA FIDELIDAD DE DIOS EN EL JUICIO
Pero entonces, si a algunos les faltó la fe, ¿acaso su falta de fe anula la fidelidad de Dios? ¡De ninguna manera! Dios es siempre veraz, aunque el hombre sea mentiroso. Así está escrito: «Por eso, eres justo en tu sentencia, y triunfarás cuando te juzguen». (Romanos 3:3-4, NVI)
Cuando los judíos en Roma vieron que muchos descendientes físicos de Abraham no creían en el evangelio y que los gentiles sí eran beneficiados por la salvación del Señor, pensaron que eso era un error en la enseñanza de Pablo.
Ellos razonaban más o menos de esta manera: “Si la salvación es totalmente por gracia, aparte de la ley, y si es tanto para judíos como gentiles, entonces no vale la pena ser judíos. Dios no ha sido fiel a su promesa de preservarnos y mostrarnos su favor a nosotros como sus elegidos; al contrario, muchos judíos se quedan fuera de la salvación que este evangelio provee porque no creen en Jesucristo. Dios, por tanto, no es fiel ni digno de confianza.”
Ante esto, la respuesta de Pablo fue categórica. Él nunca puede ser infiel a sus promesas, incluso cuando juzga. El juicio de Dios contra la dureza del corazón de los judíos no es para nada un error en su plan; sino que responde a su soberanía y a su justicia. Dios es fiel a su carácter, y cuando él promete juicio, él lo trae.
DIOS ES FIEL A SÍ MISMO
“Por sobre todas las cosas, Dios es fiel a sí mismo.” Esta es una verdad reconfortante porque si él ha prometido misericordia, la efectuará más allá de nuestra pecaminosidad.
Sin embargo, reconfortante como pueda ser, debe hacernos temer también, ya que si él ha prometido juicio, debemos estar seguros de que lo ejecutará.
¿Qué hacemos entonces? Vamos a su Palabra, pues allí encontraremos tanto su ira como su misericordia, las cuales exaltan su fidelidad de manera perfecta. Encontraremos cómo huir de la ira y cómo correr hacia la misericordia. Y en ambas, el Hijo es glorificado y exaltado al más alto lugar como aquel en quien las promesas de Dios son seguramente cumplidas (2 Corintios 1:20).
PREGUNTAS: ¿Sabías que Dios es fiel aun cuando las cosas no van bien? ¿Sabías que Dios es fiel aun cuando nos juzga por nuestro pecado?