Circula en Internet un trabajo titulado «Las grandes mentiras del Calvinismo» escrito por Marcos Morales Chávez. Llamó mi atención por la crudeza del planteamiento principal: “el calvinismo es satánico”. Ya en el pasado he leído otras obras hostiles a la fe reformada como «Licencia para pecar» de Jorge Treviño, una figura que se vio envuelta en escándalos de corrupción y pecado sexual. De Marcos Morales no sé prácticamente nada. De manera que en este artículo voy a concentrarme en lo que dice acerca del calvinismo sin más. Yo sé que el testimonio de un hombre es tan importante como su doctrina (Mt.7.20). Pero asumo que en lo que toca a la vida del escritor en cuestión existe ya información pertinente que no citaré aquí.
Empero, sí sé que Marcos Morales tiene el hábito de referir el contenido de las redes sociales de sus opositores para descalificarlos -que si ven deportes, cómo visten, qué toman, etcétera. Y también he leído un poco del tono crispante de sus respuestas. Todo esto, sin embargo, no es tan relevante para mi como su cargo de satanismo contra el calvinismo. Así que aquí escribiré no para responder al autor sino para dirigirme a los que han leído su trabajo y que aún pueden tener el criterio para juzgar, más allá de la pasión y la histeria, si lo que les han enseñado sobre la fe reformada es verdad o no.
I. PRIMERAS CORRECCIONES
Dice Morales que los cinco puntos del calvinismo los inventó Calvino. Sin embargo, el reformador francés no hizo tal cosa. El pedigrí de los cinco puntos se remonta a la controversia remostrante y la respuesta que los calvinistas dieron a la misma en el Sínodo de Dort a inicios del siglo XVII.
Una segunda corrección inicial se debe hacer a la afirmación de Morales de que José Luis De Jesús Miranda -entre otros que menciona- era calvinista. Una mirada franca a la teología de Creciendo en Gracia colocará rápidamente un abismo insondable de diferencias ante el calvinismo. Miranda decía que era Jesús. Este punto sería suficiente para derribar el argumento. Pero en lo que toca a “Salvo Siempre Salvo” de Miranda, que Morales identifica con la doctrina de la Perseverancia de los Santos y los decretos de Dios, también hay una gran distinción, como ya he tratado en otro artículo que se puede leer aquí.
Esta última corrección es muy importante. Porque un trabajo serio de investigación no se puede permitir una comparación tan banal y tan teológicamente pobre.
II.DE LA DEPRAVACIÓN O INCAPACIDAD TOTAL
Entrando en el tema de la depravación o incapacidad total, Morales comienza a citar a Dave Hunt y su obra «Calvinismo: una falsa representación de Dios». Se pregunta por qué Dios “desperdicia su tiempo” y el “esfuerzo” de sus profetas llamando a gente totalmente depravada que “aunque pudiera no le respondería”.El problema con estas interrogantes -que hay muchas en el escrito comentado- es el mismo que con las preguntas de Job. Están hechas desde la desesperación y del limitado recurso de la razón humana. Jesús, por ejemplo, indicó que hablaba en parábolas para no ser comprendido (Mt.13:10–17). ¿Cómo es eso? ¿por qué no hablar claro? Preguntas como estas pasan por alto que Dios tiene un plan que excede a menudo la comprensión humana.
Morales cita a Hunt y se pregunta: “¿cómo puede un hombre muerto, creer?”. Exactamente. No hay pregunta más calvinista que esta (Cfr.Job 9.2). Y Jesús la respondió claramente en Juan 3: naciendo de nuevo. Uno no se da vida a sí mismo. La vida del Espíritu Dios la otorga. Esto no es satanismo. La Biblia dice que el pecador no acepta la buena noticia de buena gana. La rechaza hasta que Dios le concede nacer de nuevo regenerándolo:
Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios…pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, El nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo (Tito 2:3–4).
Morales parece no distinguir entre el creer natural que aún a los demonios les ha sido dado (Stg.2.19) y el creer sobrenatural que implica la operación de Dios en el corazón de las personas. No toda fe es salvífica. El pecador puede creer de este modo solo cuando es previamente regenerado. Así dice el texto bíblico citado.
El autor está molesto porque el calvinismo enseña que Dios manda hacer algo que no todos están sobrenaturalmente capacitados para realizar. El dilema de la injusticia. No se da cuenta de que aún lo que queremos hacer dentro de la voluntad de Dios no lo podemos lograr como Dios manda, porque la ley del Señor es perfecta (Sal.19.7) y perfecta debe ser su observancia: “Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un punto, se ha hecho culpable de todos”(Stg.2.10). Pensando como el autor, Dios sería injusto por exigir la perfección porque nosotros somos imperfectos. Y es precisamente lo que hace y lo que lleva a Cristo a cumplir toda la ley y morir en nuestro lugar (Ro.5.19–21). En ultima instancia, si Dios aplicara su justicia como Hunt y Morales dicen todos iríamos al infierno. Por eso la lógica humana no siempre es compatible con la lógica de Dios (Is. 55:8–9).
III.DE LA ELECCIÓN INCONDICIONAL
El autor dice que la doctrina de la elección incondicional “hace a Dios un líder dictador, exclusivista, discriminatorio y embustero”. Realiza un referencia del griego “prognosis” “proorizo” y “proginozco” para sostener (parece ser) la doctrina arminiana de la presciencia de Dios. Las citas bíblicas que usa (1 Jn.5.11;Ef.1.4;Ro.8:29–30, etc) dice que “prueban” que Dios no predestinó a nadie a la condenación “sino que si ellos se pierden son (sic) porque rechazan la gracia de Dios, ya que él llama a todos los hombres al arrepentimiento”. Aquí hay una confusión fácil de zanjar- porque los textos que coloca no prueban su punto. Es verdad que “Dios quiere que todos se salven y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Ti.2.4) y también es verdad que a Cristo vienen solo los que el Padre le da (Jn.6.37; 17:6,24). La voluntad de Dios es afectiva y decretiva de acuerdo a estos pasajes. Él quiere que todos se salven, claro, y específicamente los que él mismo ha predestinado para salvación y que ha dado de antemano a Cristo. De otro modo, si Dios Padre le da a Cristo a los suyos ¿porque no le entrega a toda la humanidad? ¿Porque no puede? Imposible. Porque es el beneplácito de su voluntad (Ef.1.5). Los verbos griegos referidos no se explican mejor sino atendiendo al significado del verbo “conocer” que para el hebreo no era mero conocimiento de las cosas sino uno de intimidad y profunda conexión. La idea es un amor electivo. Ro.8:29–30 no significa simplemente: “sabía que me escogerías”. El Padre da a Cristo a los suyos sobre la base de las riquezas de su gracia (Ef.1.7), y no sobre la base de una decisión personal no regenerada.
La conclusión preliminar de Morales es la misma que la del calvinista: Dios llama a todos al arrepentimiento y se condenan los que rechazan la gracia de Dios. Lo que no comparte es la base de dicha aceptación o rechazo. Porque sólo hay dos opciones: o la base es su libre decisión “influenciada por la gracia” o el decreto de Dios según el cual regenera de antemano al pecador para darle vida espiritual. Lo segundo es lo que enseña la Escritura y el calvinismo.
El autor también ignora que en el infierno no habrá nadie que clame: “Quise estar con Dios pero no me escogieron”. El decreto de Dios para salvación es activo pero para condenación es pasivo. El hombre que va al infierno tiene un odio natural por Dios. Escucha el mensaje del Evangelio y lo repudia. Se puede incluso burlar de el. Morales dice: ¿Para que el juicio? Para la gloria de Dios. Para eso. Para mostrar su perfecta justicia sobre el pecado y su infinita gracia y misericordia hacia sus escogidos (Ef.1.4). ¿Y por qué evangelizar? Porque Dios lo mandó (Mt.28:16–20). Es el medio ordinario para llamar a los suyos a su Reino (Ro.10:14–17).
Morales dice que la elección pasiva hace a Dios “un dictador”. No piensa, sin embargo, que haya sido lo mismo cuando el Señor eligió a Israel entre todas las naciones y pasó por alto a todas las demás. Máxime cuando dicha elección fue hecha a pesar de la pecaminosidad de Israel (Dt.7:6–8;9:4–7). Pablo tuvo que responder a la misma objeción de “injusticia” en Ro. 9–11. Dios es soberano y nadie puede jactarse delante de él. Morales hubiera tenido un poco más de oportunidad si hubiera respondido al calvinismo revisando la cantidad importante de citas bíblicas y razones que se asientan en los Cánones de Dort, y no limitarse solo a referirlos.
Michael Horton (2011,cap, 3, Kindle Ed.) concluye así:
Nadie es salvado por coerción divina y nadie es rechazado aparte de su propia voluntad.
Lo más destacable para Morales es que Dios no hace acepción de personas (Ro.2.11; Stg. 2.1) y por tanto no puede elegir a unos para salvación y dejar a otros en sus delitos y pecados. Empero, “no hacer acepción de personas” o “mostrar favoritismos” (NVI, NTV), en el primer caso se refiere a distinciones étnicas: judíos y gentiles ahora son iguales y el juicio será parejo; y en el segundo caso se trata de distinciones de clases sociales y gloria personal como lo constatan los versículos 2 y siguientes. Este favoritismo ausente en Dios no tiene que ver con su elección soberana individual para salvación. El contexto, por eso, es muy importante.
El enredo del autor es evidente cuando dice que “solo los que vienen a Cristo y permanecen en él, están predestinados para vida eterna, la escritura señala que los predestinados están predestinados “en Cristo”.”, lo cual es también enseñanza calvinista. Venir a Cristo tiene su génesis en la elección anticipada de Dios “desde antes de la fundación del mundo” (Ef.1.4). Lastimosamente, Morales no atina a explicar siquiera la doctrina de la presciencia de Dios en su forma clásica, y entiende “estar en Cristo” no en sus méritos y su elección, sino en términos de santificación práctica. Reconozco, empero, que es muy difícil identificar en su lectura una sola unidad de pensamiento, por lo que me veo forzado a hacer algunas declaraciones a partir de la deducción.
El autor insiste en que es absurdo un juicio final contra un pecador sin alternativa por no haber sido escogido. Pero lo absurdo no es eso, sino que haya alguien, algún pecador, que sea elevado a la gloria eterna a pesar de sus delitos y pecados (1 Jn.1.5). Parece ser que Morales asume que Dios nos debe “algo” por ser cristianos.
El calvinismo no enseña- como dice el autor- que el hombre es incapaz de tomar decisiones. Las toma pero sobre la base de su naturaleza. Por eso Dios no es injusto al enviar a un pecador al infierno por la causa de su propio pecado. El llamado de Dios al arrepentimiento es para todos los hombres. Sólo sus escogidos responderán. Así dice la Escritura (Jn.15.16; Hch.13.48).
Hay en el trabajo una extraña declaración de Hunt que al parecer Morales no corroboró y citó a la ligera: “No se puede escapar del hecho de que en todos los Institutos de la Religión Cristiana de Calvino no hay ninguna mención del amor de Dios por los perdidos!”. Esta es una grave imprecisión. Si una cita textual busca Morales la puede hallar, por ejemplo, en el libro III, capítulo XIV.5 de las Instituciones:
La Escritura dice a cada paso bien claramente que Dios no halla en el hombre cosa alguna que le mueva a hacerle bien, sino que Él por su pura y gratuita bondad [amor] le sale al encuentro.
Otra cita está en el libro II, capítulo VI,1:
…Dios nos insinúa aún de muchas maneras el paternal amor que nos profesa…
Estas son dos de muchísimas citas acerca del amor de Dios por los perdidos que se pueden hallar en las Instituciones de Calvino. Allí, “amor” es referido también como “bondad”, “misericordia”, “gracia” y “benignidad”, entre otros. Hay que entender que el amor es una doctrina bíblica que está enraizada en la expiación:
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros, y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados (1 Jn.4.10).
Calvino trata extensamente este amor en los libros II y III de las Instituciones. Su teología es teocéntrica y cristocéntrica. De modo que Morales tiene una razón más para revisar de nuevo la fiabilidad de sus fuentes.
“Escoger” la salvación -dice el autor- no es lo mismo que “ganar” la salvación. Pero es imposible “escoger” a Dios aparte de su obra regeneradora sin asumir -contra las Escrituras- que hay algo bueno en nosotros, alguna virtud ética que nos permita darnos vida espiritual y abrir nuestro propio corazón. Esto es antropocentrismo común a las religiones mundiales. No cristianismo bíblico.
IV. DE LA EXPIACIÓN LIMITADA
Dice el autor que la doctrina de la expiación limitada es la más “diabólica e infernal” del calvinismo. Quizá sin darse cuenta sostiene la posición de la expiación potencial: que Cristo hizo posible la salvación para todos pero no murió eficazmente por nadie. La salvación no es asegurada por Dios sino que depende del hombre gozar de sus beneficios. Morales, para ser pentecostal, tiene una soteriología de hondo calado romanista. Su posición encaja de maravilla con la explicación romana de la relación entre gracia y mérito. La suya no es una teología de la cruz, y tampoco de “La salvación es del SEÑOR” (Jon. 2.9;cfr.Sal.37.9;3.9).
También hay un error garrafal al sostener que la expiación limitada enseña que los salvos son “forzados” a creer. No existe tal cosa ni en la Biblia ni en la teología calvinista. Es mentira además que la doctrina haya sido “ambivalente” en la pluma del reformador. Calvino enseñó que la expiación es limitada en su extensión pero ilimitada en su naturaleza y eficacia. Morales tendría que explicar cómo es que la extensión ilimitada de la expiación es eficaz limitadamente dependiendo del hombre, y al mismo tiempo seguir sosteniendo que la salvación es obra “solo” de Dios.
En su accidentada teología Morales puede estar también en el área del amyraldianismo o universalismo hipotético: La muerte de Cristo no salva ni actual ni potencialmente sino que “hace a los hombres salvables”. Este lío solo puede resolverlo su autor.
La expiación limitada enseña que Cristo salva eficazmente (Ro.5.10). También expone las relaciones entre la Trinidad: el pacto de la redención (Jn.17:1–21). Y enfoca toda la atención y la gloria en Cristo y no en nosotros. La redención no se busca dentro de uno mismo, en una “decisión” por Dios y al margen de Dios, sino fuera de nosotros, en el Señor Jesús.
V.DE LA GRACIA IRRESISTIBLE
El autor realiza los clásicos cargos de fatalismo, de los hombres-máquina y robots al hablar de la gracia irresistible. Es verdad que el hombre puede resistir la gracia de Dios cuando dicha gracia no es redentiva (Hch.7.51). Pero ninguno de sus escogidos puede resistirla porque no quiere resistirla. En el nuevo nacimiento los afectos son cambiados (2 Co.5.17) y nace un amor por la santidad y un odio por el pecado. El que viene a Cristo da evidencias de la regeneración en su ser:
[Y] a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó (Ro.8.30).
Horton comenta que “Si alguno de los eslabones de esta cadena depende de nosotros, toda la cadena se cae” (2011,cap.V,Kindle Ed.), lo que es precisamente lo que pretende Morales al hacer depender la eficacia de la salvación en una elección y gestión personales.
Para comprender al calvinismo hay que comprender la estructura pactual de la Biblia. Sobre la base del pacto en Sinaí (Éx.24) Israel no tenía esperanza. Este pacto exigía cumplir todas las estipulaciones de la ley para permanecer en Canaan. Pero subyacía una promesa mejor con la semilla mesiánica a través de Adán, Abraham y David. En Cristo se cumple el Nuevo Pacto:
Porque la promesa a Abraham o a su descendencia de que él sería heredero del mundo, no fue hecha por medio de la ley, sino por medio de la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son herederos, vana resulta la fe y anulada la promesa; porque la ley produce ira, pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión (Ro.4:13 – 15).
Jeremías apuntaba de Cristo y su Pacto:
[P]orque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el Señor – . Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande —declara el Señor – pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado (Jer. 31:33 –34).
El pasaje de Ezequiel 37:1–14 es un paralelo más de esta nueva alianza. Y este trabajo divino a través de los pactos es el trasfondo de la gracia irresistible. dar vida a los muertos, a los huesos secos, asegurándoles la salvación, sólo por Cristo y solo para su gloria. Sospechoso es el estorbar esta verdad deliberadamente.
VI.DE LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
Al concluir su trabajo que Morales autodenomina “bíblica y contundente refutación” se ocupa- a su particular estilo, como se ha visto- de la doctrina de la perseverancia de los santos. El cargo es el tradicional clamor de que el calvinismo es una licencia para pecar. Me he ocupado de esta objeción en el pasado y se puede leer aquí.
Sirve empero a la claridad inmediata anotar que nadie que conozca la obra de Juan Calvino puede, en la decencia intelectual, sostener que el calvinismo es un camino hacia la indulgencia pecaminosa. Es todo lo contrario. Incluso si se estudia la Ginebra calvinista-donde Calvino intervino en la vida pública- se observará una cuenta estricta de la moral personal y social que mucha gente encontró asfixiante.
Las advertencias bíblicas contra el pecado son parte integral del calvinismo. No es necesario “demostrarle” a un calvinista que tiene que cuidar su salvación porque para el hombre regenerado no hay tesoro más precioso que su relación con Cristo:
Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. (Heb.12.14; Fil.2.12).
El cargo de relajamiento moral es insulso a la luz del planteamiento contrario: que saber que podemos perder la salvación hará que el cristiano se guarde santo. No es posible, sin embargo, saber hasta qué punto nuestro pecado nos ha apartado de Dios. La seguridad reposará en un sentido personal afectivo y no en el decreto de Dios. Ademas, “ganarse” la salvación produciría el efecto del asalariado, lo que es contrario al Evangelio:
Ahora bien, al que trabaja, el salario no se le cuenta como favor, sino como deuda; mas al que no trabaja, pero cree en aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia. (Ro.4:4–5).
Uno puede estar “seguro” de su salvación sobre la base del desempeño personal pero eso es engañoso:
Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá? Yo, el Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras (Jer.17:9–10).
¿Cuántos pecados hay que cometer para “perder” la salvación? ¿Cómo se recupera? ¿Con obras de arrepentimiento? ¿Qué acaso la salvación no era por fe y no por obras? Así los entramados del antropocentrismo del autor.
Hay una sola cosa que que hay que concederle a Morales: la falta de humildad que hay en algunos calvinistas. Es cierto que hay mucha arrogancia. Pero este pecado no desvirtúa la doctrina. Una doctrina que nació con la piadosa y erudita sistematización de la Biblia. Orgullo lo hay en todas las iglesias. También los pentecostales han erguido sus frentes por tener “el verdadero movimiento del Espíritu”. Es además una arrogancia decir que el “90%” de los calvinistas son unos ignorantes y soberbios.
Sirva este pequeño esfuerzo para estimar con equilibrio una obra tan pasional como la de Morales, y quiera Dios que podamos un día liberarnos de tantos rencores y odios que solo evidencian nuestra inmadurez.
Este artículo fue publicado originalmente en https://medium.com/@JPauloMartinez/las-grandes-verdades-del-calvinismo-b621abd3b7e7#.2edpxoou1. Publicado con permiso expreso del autor.
bendiciones, creo que hay hombres de Dios con creencias calvinistas, bien intencionados pero equivocados, con todo respeto pero el calvinismo esta perjudicando mas que ayudar, y es increíble que personas cultas terminen pensando en círculos en este sistema que no sobrevive un examen riguroso a la luz de la biblia. Dios los bendiga.