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El catolicismo romano afirma que el papa posee infalibilidad, es decir, cuando el papa habla en su calidad de pastor y maestro de todos los cristianos (católicos) y se dirige a ellos en asuntos de la fe y la moral, sus definiciones y doctrina van dirigidas sin error alguno y con autoridad suprema y soberana ((Concilio Vaticano I, 1870)). El papa tiene la facultad de decidir algo por toda la iglesia ex cátedra (con autoridad), además, según el catolicismo, la infalibilidad del papa proviene de la asistencia divina revelada y establecida como un dogma o ley.
El problema de la doctrina de la infalibilidad papal es que todo creyente (católico romano) debe someterse a la enseñanza del papa y considerarla como perfecta y sin error porque viene por medio de revelación divina, la doctrina no puede ni debe ser contradicha, quien actúe de esta manera será considerado apóstata, hereje o rebelde.
Los protestantes o evangélicos históricamente han visto esta doctrina como sumamente peligrosa por las implicaciones que acarrea debido a que va en contra del principio de Sola Escritura que enseña que sólo la Biblia es la Palabra de Dios autoritativa e inspirada, es decir, la única fuente de doctrina cristiana, y que es accesible para todos, es decir, que es capaz de ser entendida con claridad, y se puede auto interpretar por ella misma ((Wikipedia – https://es.wikipedia.org/wiki/Cinco_solas))(Véase 2 Ti. 3.16). La iglesia evangélica o protestante durante algunas décadas ha estado sufriendo la infiltración de doctrinas similares a la doctrina de la infalibilidad papal. Han surgido hombres y hasta mujeres que reclaman la autoridad apostólica similar a la autoridad que les fue delegada a los Apóstoles de Cristo (apóstoles modernos), pero el problema no queda únicamente allí, además de atribuirse autoridad apostólica similar a la autoridad del Apóstol Pedro, se han atribuido revelación divina para establecer nuevas doctrinas, lo sorprendente de esto es que se está promoviendo y esparciendo dentro del evangelicalismo que históricamente ha declarado dañina y peligrosa toda doctrina que va en contra del principio de la reforma protestante de Sola Escritura, todo lo que Dios quiso revelar quedó plasmado en el canon bíblico, no existe revelación ni autoridad más allá de la que posee la Biblia. No necesitamos nuevas revelaciones, la Biblia es la revelación suficiente (Véase Judas 3; 2 P. 1.19). No necesitamos más autoridad, la Biblia posee la autoridad inherente porque es la Palabra de Dios, inerrante, infalible, única y santa.
Los papas evangélicos o apóstoles modernos operan bajo algunas de las siguientes características:
- Se atribuyen mayor autoridad que los oficios ministeriales de pastor-maestro que fueron establecidos desde la conformación de la iglesia primitiva.
- Se atribuyen nuevas revelaciones, nuevas enseñanzas extra bíblicas, o mejor dicho, anti-bíblicas.
- Enseñan que sus revelaciones no pueden ser contradichas, quien esté en contra de dichas revelaciones, según lo que ellos creen, está operando bajo alguna, sino es que todas las siguientes características:
- El razonamiento y cuestionamiento.
- Persecución de los profetas (modernos) o está en rebelión ante la autoridad.
- Traición a la confianza delegada.
- Persona no elegida por Dios que se dedica a perseguir a los apóstoles y profetas (modernos).
- Únicamente observa lo que está escrito en la Biblia y no está abierta a las nuevas cosas que Dios está haciendo en este tiempo a través de los apóstoles y profetas modernos.
- Únicamente le interesa la doctrina y no está abierto al trabajo y enseñanza de los nuevos apóstoles y profetas.
- Únicamente sustenta las viejas revelaciones contenidas en la Biblia y no está abierto a las nuevas verdades reveladas a los apóstoles y profetas modernos.
- Se quedó estancada en lo que Dios hizo en el pasado y no ha alcanzado a visualizar lo que Dios está haciendo el día de hoy a través de los apóstoles y profetas modernos.
- Ha desafiado el movimiento apostólico y profético y disfruta criticar a las personas.
- Operan bajo la teología del dominionismo (“el reino aquí y ahora”).
- Operan bajo la teología de la prosperidad.
- Son parte del movimiento de la palabra de fe.
- Operan bajo la jerarquización de la iglesia diseñando organigramas y diferentes niveles de autoridad.
La raíz del problema
Ser parte de estas nuevas enseñanzas y su influencia sobre la iglesia evangélica presenta un grave problema, se pierde por completo el espíritu de la Reforma, y sobre todo se omite el principio de Sola Escritura; cientos de miles de personas de la iglesia evangélica moderna por ignorancia, ocio y engaño son fieles y sumisos a lo que los papas evangélicos enseñan, que a la misma Palabra de Dios. El ser humano, en su condición caída tiende a idolatrar; no existieran papas evangélicos si nosotros no los eleváramos a esas posiciones de autoridad y revelación.
Lo mismo sucede del lado de los doctrinalmente despiertos, tendemos a elevar en autoridad los magisterios de hombres que han buscado y se han mantenido fieles a las Escrituras, por ejemplo, si John Piper, R.C. Sproul o John MacArthur emiten una opinión sobre algún asunto teológico o doctrinal damos por sentado que es verdad (“Si ellos lo dicen, tiene que ser verdad”), pero debemos comprender que ellos siguen siendo falibles y que la responsabilidad al final no es de ellos si no nuestra, a cada uno de nosotros el Señor nos ha dado las mismas herramientas para el estudio y la comprensión de las Escrituras así como a ellos, recordemos, todo cristiano posee el Espíritu de Dios como Maestro para adquirir conocimiento y entendimiento de las verdades reveladas en las Escrituras que son la fuente del conocimiento de los mismos hombres que, sin habernos percatado, también los hemos convertido en papas evangélicos. ¿Necesitamos a hombres como Agustín de Hipona, Martin Lutero, Juan Calvino, John Owen, Charles Spurgeon, Martyn Lloyd-Jones, J.I. Packer, John Piper, R.C. Sproul, John MacArthur, Miguel Núñez, entre muchísimos más? Por supuesto que sí, pero no perdamos de vista que ellos no son la autoridad máxima; esta aclaración es necesaria porque a veces perdemos ese enfoque, las redes sociales son testigos de esto, encontramos debates y defensas acaloradas de nombres de hombres falibles y defectuosos como nosotros, todos ellos flaquean en algún punto doctrinal, y eso es bueno para que no los idolatremos, pero todos en conjunto también se complementan y eso puede ser provechoso para la Iglesia. Aprendamos humildemente unos de otros, reconozcamos siempre que seguimos siendo seres humanos falibles, defectuosos y pecadores pero que Dios, misericordiosamente nos ha dado el privilegio de enseñar y también de aprender por medio de la sabiduría que Él mismo otorga a todos los que se la pidan (Véase Stg. 1.5).
En síntesis, el problema no radica en los líderes que promueven las enseñanzas modernas similares a la doctrina católica de la infalibilidad papal infiltradas en la iglesia evangélica, tampoco es problema de los hombres fieles que promueven la sana doctrina, el problema radica en el corazón del ser humano, independientemente de la denominación o religión, la raíz del problema es que somos idólatras en nuestra condición caída.
Llamado a la reflexión
Haber vivido esta experiencia de primera mano en el movimiento apostólico y profético me motiva a escribir y dar a conocer la gravedad del asunto, el motivo del artículo no es con un espíritu sectario, ni con el ánimo de causar disolución, sin embargo, al seguir observando las prácticas dañinas de personas involucradas en estas prácticas y al contemplar la ceguera espiritual de tantas personas, me lleva a escribir para hacer un llamado a los que practican como también a los que reciben estas enseñanzas a que reflexionen y recapaciten y regresen a la Biblia. Lean, estudien y sométanse a la autoridad de la Palabra de Dios; no estoy llamando a la rebelión ni a la anarquía o autogobierno en la iglesia, debemos recuperar el gobierno eclesiástico bíblico por medio de ancianos (Véase 1 Ti. 5.17; Tit. 1.5; 2.2; Stg. 5.14), donde el liderazgo se ejerce con humildad y servicio y no existe enseñoramiento de la grey (Véase 1 P. 5.2). Recordemos que no hay mayor autoridad que la Biblia, ni si quiera existe persona, dogma, declaración, confesión, concilio, presbiterio, oficio, etc. que se iguale en autoridad a las Escrituras.
Llamado al arrepentimiento
Como dije anteriormente, al final la responsabilidad es nuestra, cada uno de nosotros, de forma individual comparecerá delante del Juez, no tendremos excusa, no podremos culpar ni religión ni denominación alguna, ni mucho menos podremos señalar personas específicas, la completa responsabilidad es nuestra ahora, y seguirá siendo nuestra hasta el día que debamos entregar cuentas. Es una buena actitud que juntos nos arrepintamos, porque al final, nuestra naturaleza caída nos ha traicionado al depender de otros individuos y otorgarles autoridad, autoridad que solamente pertenece a Dios y Su Palabra. Oremos por los católicos para que procedan al arrepentimiento, pero también oremos por los pentecostales, metodistas, presbiterianos, bautistas, por nosotros mismos, etc., porque al final, de una u otra manera, hemos cometido el mismo error. Oremos, seamos humildes y arrepintámonos. Ya no existirán más papas evangélicos cuando cuando ya no los convirtamos en ídolos. La doxología de la oración del Señor, el Padrenuestro, nos enseña claramente la actitud que debemos demostrar: “… porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” (Mt. 6.13).
Utilicemos comentarios, libros, podcasts, videos, la televisión, la radio, la internet y toda clase de recursos bíblicos que Dios nos ha otorgado como medios de gracia para nuestro estudio, pero recordemos, nada de esto fuera posible si la Palabra de Dios no hubiese sido revelada ni inspirada por medio del Espíritu Santo para que ahora poseamos el libro de Dios, la Biblia. Sin la Biblia, todo lo demás se derrumba.
Soli Deo Gloria.
Excelente reflexión hermano Walter. Gracias por compartirla, y levantar una voz a meditación para todos nosotros, sobre todo en la parte que hablas de los “papas evangélicos”, creo que es un gran peligro que tiene ya algunos pocos años levantándose y del cual debemos cuidarnos. Un abrazo
Un abrazo hermano @jorgeostos:disqus, gracias por tu comentario, si es la voluntad de Dios ayudará en algo el artículo.
Bueno, distinguidos académicos del evangelio entonces vamos a tener que suprimir de la biblia Efesios 4: 11-12. MARANATHA!