Por Gina Zanuncini
Muchas veces he visto a mis amigos esperar hasta el tiempo de vacaciones para buscar a Dios y crecer en Él. Sin embargo, las vacaciones suelen durar muy poco comparado con el tiempo dedicado al estudio y trabajo durante el año. Entonces, ¿cómo puedo mantener una relación con Dios cercana y firme al mismo tiempo que cumplo con mis estudios?
Recuerdo mi primer semestre de universidad hace tres años, tenía el plan de no exigirme más de 80 en mis calificaciones, para no estresarme y poder dedicar tiempo a mis pasatiempos favoritos: la lectura bíblica, la oración y el servicio en mi iglesia. No obstante, antes de ingresar a la carrera, recibí la noticia de que recibiría una beca completa para mis estudios, lo cual me llenó de gratitud y felicidad, pero el requisito de tener notas y actitudes excelentes en la universidad rápidamente se convirtió en un reto que superar.
Por la gracia de Dios he logrado “sobrevivir” (porque seamos honestos, ese es el sentimiento que tenemos los estudiantes muchas veces) por seis semestres en la universidad cumpliendo con cada requisito, y Dios ha sido fiel en apasionarme cada día más por Él, incluso me ha permitido servirle en mi iglesia y fuera de ella.
Si sientes que a ti te cuesta balancear el estudio con tu crecimiento en la fe, te quiero dar unos consejos:
- Sé intencional. Uno de los errores más grandes es esperar a tener “ganas” o sentir el deseo de pasar tiempo con Dios para realmente hacerlo. La Palabra nos deja muy claro que nuestro corazón no es la mejor fuente de dirección que podemos tener en nuestras vidas, porque es engañoso y nadie lo puede entender (Jeremías 17:9). Así que tus emociones no pueden decidir, es necesario que hagas de tu agenda tu mejor amiga y planifiques cuándo pasarás tiempo a solas con Dios. ¿Antes de ir a estudiar? ¿Al terminar de almorzar? ¿Antes de dormir? No esperes a que en tu horario haya un tiempo disponible, sin distracciones y sin interrupciones para poder orar y leer la Palabra. Ese momento nunca llegará si lo esperas. Debes crear ese momento. Recuerda que no tiene que ser la misma cantidad de tiempo cada día, (aunque es lo ideal), porque no es la cantidad de tiempo lo que importa, sino la calidad. Hay aplicaciones para el celular como YouVersion que pueden facilitarte este paso al mandarte notificaciones con alarma con la lectura bíblica de cada día.
- Busca primeramente el Reino. Cuando entré a la universidad pensaba que para sacar buenas notas tenía que enfocarme solamente en mis estudios. Esto causó gran estrés y tristeza en mi, porque el servicio en mi iglesia siempre ha sido de mis cosas favoritas en la vida. En esos momentos, mi mamá me recordó lo que dice Mateo 6:33: “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” Dios sabe lo que tú y yo necesitamos, incluso antes de que lo expresemos. Si damos nuestro mejor esfuerzo en nuestros estudios y en nuestro crecimiento espiritual, Él se encargará del resto. Yo hago lo que está en mis manos; lo ordinario. Él se encarga de tomar eso y volverlo extraordinario.
- Aprovecha cada momento. Aunque yo no cambio por nada mis momentos con la puerta cerrada y la Biblia abierta en mi habitación, he aprendido que no hay tiempo que no sea útil. Tenemos la bendición de tener acceso a la presencia de Dios en todas partes. Por eso, escucho música cristiana o una prédica mientras me arreglo antes de salir y al manejar. Además, mantengo una Biblia pequeña siempre conmigo para leer un poco al parquearme en la universidad. Créeme, en mi carro he sido confrontada y consolada por el Espíritu tanto como en la iglesia o mi casa.
- Mira tu vida a través del Evangelio. Esto significa: Antes de ser estudiante, eres hijo o hija de Dios. Por lo que tus estudios son un medio en que el Dios puede transformarte a ti y a tu entorno. Tus amigos y catedráticos no son solo personas en tu camino, son tus hermanos en Cristo si lo conocen a Él o discípulos en potenciaque están esperando (lo sepan o no) ser llamados para la obra de Dios. Ora por ellos, y hazles saber que pueden contar contigo cuando lo necesiten. Tus momentos libres son oportunidades para contar las buenas nuevas y nunca sabes qué día el Señor usará tu vida para dar vida a alguien más.
- No intentes lograrlo solo. Nuestro Padre no planeó que viviéramos nuestra vida como individuos independientes que no necesitan a los demás. Pablo nos recuerda una y otra vez en sus cartas que debemos preocuparnos los unos por los otros y estimularnos al amor y las buenas obras. Una de las cosas que más han ayudado a mantenerme firme en la fe y no rendirme ha sido pasar tiempo con amigos cristianos. El congregarme el domingo en la iglesia, asistir a mi grupo de jóvenes y pasar tiempo con personas que están en la misma lucha por mantenerse enfocados en Cristo como yo, me ha permitido crecer como hija de Dios. Además, tener conversaciones donde el centro es Jesús mantiene mi pasión por Él viva y cada vez más fuerte.
- No confíes en ti mismo. No eres y nunca serás autosuficiente para cumplir todo lo que te has propuesto. La Palabra dice en Juan 15 que somos totalmente dependientes de Dios para dar fruto y glorificarlo. Así que cada día, al despertar y recibir el regalo de ver un nuevo amanecer, entrega tu día a Dios y pídele al Espíritu que te ayude a ser más como Cristo. Tómalo un día a la vez; morir a nosotros mismos es algo que hacemos cada día. Ora al Padre para que mantenga tu mirada fija en Cristo.
De todas las veces que nos hemos asegurado que en vacaciones leeremos más la Biblia, oraremos más, iremos más a la iglesia…¿realmente lo hemos logrado? No podemos negar que en el tiempo de vacaciones se nos facilita el buscar a Dios. Sin embargo, las vacaciones también pueden estar llenas de distracciones. Por lo tanto, lo que logramos en el tiempo libre que tenemos es un reflejo de la disciplina que hemos adquirido durante todo el año. Así que este tiempo no es un tiempo para dejar a un lado nuestra fe y ponerla en pausa, es el tiempo perfecto para adquirir disciplina y capacitarnos para toda buena obra.