Por Jorge Meléndez De Anda
Actualmente la homosexualidad es un tema de mucho auge, fuera y dentro del cristianismo. Hace algunos años escribí un par de artículos para periódicos locales sobre este tema. Pensaba que iba a ser algo simple como las otras ocasiones, pero no; hubo escándalos legales, quejas ante organismos defensores de los Derechos Humanos y hasta amenazas por mi postura catalogada como homofóbica, pero para mi sorpresa, hubo tanto cristianos e incrédulos que se acercaron a mí con sinceridad admitiendo su frustración por la lucha constante con sus deseos y prácticas homosexuales. ¿Estas luchando como ellos? Hay solución para tu condición en el evangelio de Jesucristo.
Comenzaré definiendo la homosexualidad como la inclinación erótica hacia individuos del mismo sexo. Debemos tener cuidado de no confundir y encerrar bajo este término a quienes tienen dicha inclinación, pero nunca la han practicado.
En la Biblia se nos muestra la creación del ser humano «…varón y hembra los creó [Dios]» (Gn. 1:27) y como Creador plasmó el diseño y funcionamiento de la sexualidad: «Y por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne». Dios creó al hombre y mujer diseñados para complementarse entre sí. Atreverse a afirmar que Dios crea homosexuales es contradictorio; más bien esta práctica es el resultado de su propio pecado o influencia pecaminosa de alguien más.
La Biblia expresa con mucha claridad la condenación de las prácticas homosexuales, al igual que otros pecados. «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones…» (1 Corintios 6:9). Dios emitió juicio sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra por esta causa, en el Nuevo Testamento esto se nos muestra como ejemplo de juicio y llamado al arrepentimiento de todo pecado (2 Pedro 2:6).
Saber que esta conducta al igual que otras prácticas pecaminosas son condenadas y Dios exige que todo ser humano se retracte de ellas y viva de acuerdo con lo establecido por Él hace que muchos individuos entren en un conflicto mayor dentro de sí. ¿Qué puedes hacer si este es tu caso?
Reconoce y acepta tú condición, pero no te conformes a ella
Hay quienes viven negando su condición. Por otro lado, hay quienes la reconocen y aceptan, pero, lejos de correr a Cristo, se rinden ante ella y permiten que los moldee y guíe su vida. Particularmente en la carta de Pablo a los Romanos se nos muestran las consecuencias de hacerlo, pues dan como fruto la depravación y degradación humana. Romanos 1:20 dice «Porque las cosas invisibles de él [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa» (énfasis agregado).
Dios ha mostrado su poder, sabiduría y dominio en la creación. Y como ya lo mencioné, Él instituyó el funcionamiento de la sexualidad, rechazar esto sería rechazar su gobierno en nuestra vida. Quien rechaza a Dios es rechazado por Dios, y como resultado Él los abandona a sus deseos pecaminosos (Ro. 1:21-27) para finalmente ser entregados a una mente reprobada llena de prácticas perversas y sentenciados a muerte (Ro. 1:28-32).
Si este es tu caso, teme a Dios y a su juicio que puede volverse una realidad en tu vida. Acepta tu condición pero no te conformes a ella.
Asegúrate de comprender el evangelio
En la mayoría de las ocasiones que he aconsejado a alguien, me he dado cuenta de que no conocen el evangelio. Un verdadero creyente ha sido unido a Cristo. Ha muerto con Cristo y ahora vive para Cristo. Quien dice haberse “arrepentido” y ha puesto su fe en Él como salvador y sigue persistiendo en su pecado, su conversión es dudosa; un cristiano genuino abandona su pecado porque ha recibido la libertad, su corazón ha sido regenerado y ahora tiene deseos nuevos que el Espíritu Santo ha plantado en Él y disfruta de una nueva naturaleza.
Quien vive en constante práctica de pecado y asegura ser creyente, es posible que tenga sentimientos de culpa y duda de haber recibido el perdón de Dios, lo que muy posiblemente sea una evidencia de no haber sido salvado. Si este ha sido tu caso por mucho tiempo, revisa tu corazón y no te asustes ni te decepciones. Recuerda que nadie puede buscar a Dios si Él no nos busca primero. Si no estás conforme con tu condición y anhelas libertad ¡es Dios quien esta trabajando en ti y quiere darte esa libertad!
Entonces asegúrate de haber entendido cada aspecto del evangelio: la justicia y rectitud del Creador y Dios supremo, que exige completa obediencia de Su creación, y que a causa de la rebelión humana sentenció a muerte a todo hombre sin tener oportunidad de salvación por sí mismo, debido a su gran amor, Dios envío a su Hijo Jesucristo a morir como sustituto de quienes confiaran en Él y arrepintiéndose de su pecado acudieran a Él como único medio de salvación ¡Cristo cargó todo pecado, sea cual sea! ¡Corre hacia Él!
No tengas temor de confesar tu pecado y tus luchas
No es muy común que un cristiano hable de este tipo de cosas. Quita tu temor y pídele a Dios que te guie a encontrar una persona fiel a Él que pueda discipularte y aconsejarte. Mientras más compartimos nuestras luchas, rendimos cuentas y nos apoyamos en oración, será mas fácil lidiar con ellas. Ve con sinceridad, expón tu corazón y observa cómo Dios actúa.
Pregunta: ¿Qué opinión nos puedes dar sobre este tema? Déjanos un comentario presionando el botón.
Sigue la serie completa en el siguiente hashtag #HablemosDeSexo. Otros artículos de la serie: