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La Iglesia como la compañía de los redimidos
Por Jorge Meléndez
Al comienzo de mi cristianismo, entender la palabra redención fue complicado, así que no daré por sentado que la comprendes antes de comenzar a explicar por qué la iglesia es la compañía de los redimidos.
Redimir es comprar nuevamente o liberar un objeto o persona. En la Escritura, la redención se refiere al rescate de Dios de los creyentes sólo a través de la muerte de Jesucristo sobre la cruz y todos los beneficios que dicho sacrificio traer. ((Manser, M. H. (2012). Diccionario de temas bíblicos. (G. Powell, Ed.). Bellingham, WA)) Cada creyente fue rescatado—o recomprado, redimido—cuando estaba en posesión de otro (en este caso, todo incrédulo esta en posesión de Satanás y esclavizado al pecado) Dios pagó un precio por nosotros, ¿cuál fue? Su Hijo. La Iglesia entonces, es un cuerpo, una familia y un pueblo que fue comprado a precio de sangre para luego recibir una nueva identidad.
En Gálatas (1:3-5) Pablo inicia su carta de una manera interesante. La Iglesia se había extraviado, distorsionando algunas doctrinas, y en su saludo parece que Pablo de manera intencional les recuerda quiénes son:
3Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, 4el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Hay tres enseñanzas que quiero resaltar y que nos ayudaran a entender “la Iglesia como la compañía de los redimidos”.
- Cristo se dio por nuestros pecados
Pablo dice que “Jesucristo se dio a sí mismo por nuestros pecados” (v. 4), y esto es lo que unifica a la Iglesia. Como individuos hemos acudido a Cristo—atraídos por el Padre—para que nuestros pecados fueran perdonados. Vimos nuestra miserable condición y como un enfermo que recibió un mal diagnostico, corrimos a la cura: Cristo. La Iglesia debe tener un claro concepto tanto del costó por nuestro perdón, como de Aquél que se entrego para cubrir el precio.
¿Puedes imaginar a alguien de la Iglesia deleitándose en aquello por lo que Cristo murió? Murió por causa de la mentira, de la ira, enojo, fornicación o inmoralidad, etc. ¿Cómo podemos seguir deleitándonos en aquello por lo cual murió el Hijo de Dios?
Insisto, cuando tenemos un claro concepto del costo por el pecado y de quién pagó el precio, debe existir una nueva relación con el pecado—un aborrecimiento que nos lleve a repudiarlo en lo mas profundo de nosotros—y un amor por el Salvador—Él se dio voluntariamente por amor—llevándonos a amarlo con todo nuestro ser, por el gran sacrificio que realizó a nuestro favor.
Sigue meditando en esto, y avancemos un poco.
- Para librarnos del presente siglo malo
Ese sacrificio en la cruz tiene un impacto profundo en el corazón del hombre. El fin de que Jesús se entregara fue ‘librarnos del presente siglo malo”.
‘Siglo malo’ es traducido como “mundo” en algunas versiones. Literalmente significa “siglo” o “edad”. Es decir, el sistema o curso del mundo, considerado obviamente por el punto de vista religioso. Esta es una referencia a las tendencias o ‘modas’ que siguen los hijos de ira, muertos en sus delitos y pecados, conforme al príncipe de este mundo (Ef. 2:1-4). Este siglo está bajo la autoridad del Malo, dice Juan (1 Juan 5:19).
¿Cómo Dios nos libra de este “presente siglo malo”? La respuesta sencilla es: cambiando nuestro corazón, dándonos una nueva naturaleza. Esto se da por medio del nuevo nacimiento.
El sacrificio de Jesús es tan valioso que el impacto que tiene en nuestro corazón es enorme. Lo cambia por completo. Eso hace que tengamos nuevos afectos, lo que antes nos gustaba no nos gusta mas, y aquello de Dios y del bien o santo que aborrecíamos, viene a ser nuestro deleite. Cristo nos libertó del mundo porque cambió lo que nos ligaba a él: nuestro corazón.
- Para la gloria de Dios el Padre
El saludo finaliza diciendo:
“[…] conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
El hecho de que Jesús se entregara—voluntariamente—por nosotros para librarnos del ‘presente siglo malo’ fue de acuerdo a la voluntad de nuestro Dios y Padre, quien merece la gloria por los siglos de los siglos.
La gloria es para Dios, y mereciéndola el hombre la tomaba para sí o la cambiaba yendo pos de ídolos, esclavizado por el pecado. Al ser librado, ahora el hombre esta consciente de quién es Dios, y por qué merece la gloria, y sobre todo puede darla a través de Cristo.
¿Por qué dije todo esto? ¿Cómo se relaciona con el tema de “la Iglesia como la compañía de los redimidos?
Bueno, como vimos, Dios hizo algo especial por Su Iglesia; la compró para sí mismo, perdonó su pecado, la libertó del mundo cambiando su corazón, y ahora ella conoce y puede darle la gloria.
Muchas veces escucho a quien dice que “ama a Dios, pero no le gusta estar con la Iglesia”. Miembros dicen que sus mejores amigos, están fuera de la iglesia, les parece aburrido pasar tiempo con la iglesia, y lo único que ansían es que las reuniones o el domingo concluya para irse con sus “verdaderos amigos” quienes si los entienden. La Iglesia es la única que en verdad puede entender a un verdadero creyente. ¿Será una actitud correcta que un creyente no quiera pasar tiempo con la Iglesia?
Congregarnos debe ser un tiempo especial, donde como Iglesia—como cuerpo, pueblo, familia —adoramos a nuestro redentor y salvador Jesucristo, para gloria de Dios el Padre.
Manténte atento o atenta a la serie. Esperamos que la disfrutes y la compartas con tus hermanos de la iglesia, tus familiares, tus amigos y tus conocidos.
Pregunta: ¿Te gusta adorar a Dios con los redimidos del Señor? ¿Te gusta su compañía, sus conversaciones? ¿O prefieres a los amigos del mundo y conversar lo que ellos y divertirte como ellos? Déjanos un comentario presionando el botón.
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