Salvo sin merecerlo. Fundador del Ministerio Evangelio Verdadero.
Es urgente que los hijos e hijas de Dios desechen la liviandad con la que viven su cristianismo. Es urgente que los hijos e hijas de Dios vivan como ciudadanos del Reino de Dios aquí y ahora. No hay otro propósito más alto que vivir para Dios mostrado en nuestra conducta ante el mundo, una que proviene de un corazón que está muriendo cada día a su “yo” para que Cristo crezca.
¿A que nos llama Dios hoy? A mostrar el valor inherente del hombre y de la mujer buscando, en complementariedad, la redención que Cristo ofrece para que más que la manifestación popular de un paro nacional, veamos cambios radicales empezando por lo que nosotras hoy promovemos en nuestros hogares: La crianza de niños y niñas que buscando el florecimiento humano y la valoración del hombre y la mujer, sean abanderados para nuestra generación y las generaciones futuros. Cristo nos llama hoy a promover el amor para la redención de nuestro presente y nuestro futuro comenzando con nosotras y aquellas que nos rodean. Cristo nos llama a una revolución de amor sin armas. Nos llama a ser el cambio que queremos ver.
el beneficio a largo plazo de hacer el trabajo puede reducir el placer a corto plazo de distraerse en todo aquello que, como dijo el predicador: “es sólo vanidad”.
Inhala las buenas noticias de Cristo, en tu cuarto, cuando nadie te ve. Exhala las buenas noticias de Cristo, con tus amigos. Inhala evangelio, tu mejor día. Exhala evangelio, en tu peor momento. No tengamos miedo. Todos estamos en la misma condición y tenemos la misma necesidad. Todos necesitamos respirar.
El ser como Cristo es un gran llamado pues nos llena de todo eso que nuestra alma tanto anhela. Es un gran llamado que lleva a una transformación radical en nuestro mundo, individuo por individuo. Finalmente es un privilegio que nos ha sido dado en la misericordia de Dios; en donde conforme Su gloria y Su reino se esparce nuestro mundo, es trastornado de tal manera que se convierte en un mundo mejor.
¡Mira sin miedo al futuro pues Él nos ha llenado de promesas! A la luz de esta verdad, las cosas del mundo palidecen. Sabiendo que nuestra verdadera riqueza es Cristo, dejamos de negociar con Dios para obtener sus bendiciones pues sabemos que si estamos en Cristo ya lo tenemos todo. Aferrémonos a lo que ya nos fue otorgado mientras permanecemos y descansamos en Él.
De principio a fin la salvación es totalmente por gracia y totalmente el regalo de Dios a través de Jesucristo. Cristo no vino al mundo para hacernos salvables, sino para salvarnos; no vino para ponernos en un camino donde de una forma u otra podamos hacer méritos para que Dios nos acepte; sino que vino personalmente para ser el Salvador y para salvar a los pecadores.
Sabemos que el miedo o el temor son dos grandes enemigos del hombre, nos paraliza, nos detiene, la mayoría de las veces el miedo lo sentimos cuando es algo que no conocemos, algo que no dominamos, pero eso no es el temor a Dios.
¿Cuántas amistades has dejado ir por no reconocer tu propio pecado, o no estar dispuesta a perdonar? ¿Has buscado la amistad de mujeres que se agradan de lo que no honra a Dios? ¿Le has pedido a Dios que te ayude a morir a ti misma para amar mejor? Te animo a no darte por vencida y buscar, con la dirección de Dios, a esas amigas que te ayudarán a ser más como Cristo.
Aquello bueno para lo cual Dios hace que todas las cosas cooperen es el mismo propósito para el cual nosotros fuimos escogidos, predestinados, creados, redimidos y llamados: Para ser como
Cristo (Romanos 8:28-39).
¿Por qué nos afanamos queriendo construir castillos aquí en la tierra? El Señor Jesús no tenía donde recostar su cabeza y su prioridad fue mostrar las buenas nuevas y cumplir con el plan que su Padre le había ordenado. Y para ti… ¿Cuál es la prioridad en tu vida?
La Biblia nos llama a darle al evangelio la importancia primordial que merece, porque no hay ni habrá nunca una mejor noticia que la de saber que “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”.